"Eres mi esposa. Te puedo pegar como me de la gana"

"Eres mi esposa y harás lo que yo te digo. Si no te gusta, te pego". "Tú, perra, me has preparado una comida que no me apetece. ¿Qué dirías si finalmente te ahogara?" Esto es la violencia doméstica. También la República Checa conmemoró el martes el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres.

"Memento mori" parecían diez siluetas femeninas rojas instaladas este martes en la Cámara Baja por la organización ROSA de ayuda a las víctimas de la violencia doméstica. En cada silueta había un nombre de una mujer asesinada por su marido o pareja. Tan sólo en la capital checa, de enero a septiembre del año en curso, perecieron en manos de su pareja cinco mujeres.

Muy conmovedora fue una velada que se efectuó en un teatro capitalino en la que algunas actrices leyeron pasajes de diarios de mujeres torturadas. En la metrópoli morava de Brno, los activistas formaron en la calle, con velas encendidas, la inscripción "Stop a la violencia".

Stop a la violencia,  foto: CTK
De acuerdo con los datos de la organización ROSA, hasta el treinta por ciento de las mujeres checas han vivido en carne propia la violencia doméstica; el diez por ciento de ellas, torturas brutales, las demás pueden testimoniar sobre horas de interrogatorios nocturnos, amenazas, ofensas y humillación.

Brona Vargová, de la organización ROSA, rechaza que la violencia doméstica la cometan solamente hombres sin formación como medio de paliar sus complejos.

"La cometen hombres de todas las edades, ricos y pobres, sin y con una formación universitaria. No se trata de personas con trastornos de personalidad. Con la violencia, el hombre pretende mantener el control sobre su pareja y exige su obediencia. Muchas veces la mujer no se defiende porque depende económicamente de su esposo, tiene hijos y no tiene adonde refugiarse".

Brona Vargová subraya que en la legislación checa todavía faltan mecanismos que protejan mejor a las víctimas de la violencia doméstica. Le falta también una condena más expresa de parte de la sociedad que sigue percibiendo la violencia doméstica como un problema interno de la familia en cuya solución nadie debería inmiscuirse.