En la frontera

Amanecer en Portbou
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Poco antes de empezar a estudiar filología hispánica, Julia Kováčová decidió pasar este verano en Portbou, un particular pueblito en la frontera de España con Francia, famoso por su extraña combinación de mar y montaña y por tratarse, además, del último destino del filósofo Walter Benjamin.

Julia Kováčová en Portbou | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

La idea empezó a gestarse lentamente el año pasado, cuando Julia Kováčová descubrió en su instituto la oferta de trabajo de un restaurante ubicado en un pueblito llamado Portbou. Una experiencia distinta que le permitiría perfeccionar su español y disfrutar, a la vez, de la playa. Aunque en ese momento no estaba del todo preparada para encarar un proyecto así, sacó una foto del anuncio y, un año después, decidió postularse. Luego de un largo viaje demorado por tormentas y problemas en el ferrocarril, Julia Kováčová llegó el veintinueve de junio pasado a Portbou, un lugar del que no conocía ni siquiera su ubicación en el mapa.

“Tuve que buscar en Google Maps dónde está Portbou y me di cuenta de que está muy cerca de Francia, así que vamos a poder cruzar la frontera, visitar Francia y ver si hay algo bonito ahí, pues estamos como en dos países al mismo tiempo”.

“Aquí en Portbou es como que estamos en dos países al mismo tiempo”.

En lo que respecta a su función en el restaurante, Julia Kováčová ya contaba con alguna experiencia previa en el rubro: había trabajado antes en una pastelería y en un pequeño bar que vende los típicos tés de burbujas. Sin embargo, en apenas un mes y medio, esta joven viajera se ha convertido en uno de los grandes pilares del que tal vez sea el restaurante más concurrido de la zona.

“Yo estoy encargada de la heladería que es lo que hago ahora y de llevar los platos de la cocina, así que trabajamos como camareras y, en mi caso, yo vendo helados y también preparo granizados y postres para la gente que pide comida en la terraza”.

Julia Kováčová vendiendo helados | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Pueblo chico, familia grande

Aclara Julia Kováčová que los catalanes casi nunca piden postre, salvo que estén festejando alguna ocasión muy especial, mientras que a los franceses no se les ocurre levantarse de la mesa sin ordenar algo dulce y café después de la cena. En todo caso reconoce que, como nunca antes había hecho postres, a veces confunde un poco las recetas y, en vez de agregar helado de vainilla a un flan, le pone por ejemplo caramelo u otro tipo de chocolate al crep. Pese a esos detalles sin demasiada importancia, Julia Kováčová está muy contenta porque la gente que concurre al bar es cálida y amable, lo cual es algo que ella hace extensivo, en realidad, a todo el pueblo.

“Portbou me gusta porque es muy familiar, toda la gente se conoce, son muy unidos y tienen una bondad muy grande entre ellos, son como una familia. Todos vienen, te saludan, te preguntan qué tal estás, qué tal tu día, vienen al bar y charlamos un poquito y los niños de aquí también son muy cariñosos”.

La plaza | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Además de quienes llegan a Portbou desde ambos lados de la frontera, trabajadores ferroviarios y náuticos, cuenta Julia Kováčová que también suelen visitar el bar familias inglesas y alemanas, aunque asegura que, al menos por el momento, no se trata de un destino familiar para los checos, a tal punto que aún recuerda la sorpresa que sintió al atender, hace unas semanas, a una pareja checa que, según le contaron, acostumbra a viajar a dedo.

“Y han llegado por las montañas de Llansa, pasaron un par de días por aquí y luego por las montañas se han ido a Francia, pues hemos charlado un poquito, intercambiando consejos y tal”.

Julia Kováčová está convencida de que ese tipo de encuentros la ayudan a enriquecerse y convertirse en una mejor persona. También el hecho de aprender un poco la historia y cultura de cada pueblo.

Vista aérea de Portbou | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Pasajes

Walter Benjamin vers 1928 | Foto: Akademie der Künste,  Berlin - Walter Benjamin Archiv/Wikimedia Commons,  public domain

Ella misma revela que, antes de llegar a Portbou, no sabía nada acerca del filósofo Walter Benjamin. Sin embargo, luego de ver tantos carteles, retratos y referencias en sus calles, decidió consultarle a su jefe. Así descubrió la historia de ese destacado filósofo y crítico judío alemán que, perseguido por el nazismo, se quitó la vida en ese pueblo. Y aunque Julia Kováčová opina que Portbou podría aprovechar mejor ese aspecto porque hay mucha gente que llega hasta ahí siguiendo su rastro, asegura que nadie debería dejar de ver el memorial que, en homenaje a Walter Benjamin, realizó el escultor israelita Dani Karavan en 1994 y con el tiempo se ha convertido en un verdadero emblema del pueblo.

Memorial en homenaje a Walter Benjamin | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Me parece bien hecho, aunque habría que limpiar un poco el vidrio, también me parece que está un poquito escondido y no está tan señalizado, eso no me gusta porque muchos lo buscan y luego se rinden porque no lo encuentran y habría que organizar alguna visita guiada y hablar sobre Walter Bnejamin y su historia, llevar a la gente ahí arriba, pero eso es cosa de la oficina de turismo. Así que aunque está un poco escondido el memorial está muy bien puesto porque tiene vista al mar”.

Pasaje Walter Benjamin en Portbou | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Con el plus de poder seguir las huellas de ese intelectual tan importante, Julia Kováčová recomienda enfáticamente visitar el pueblo fronterizo de Portbou a todos aquellos viajeros en busca de aventuras. Entre otras cosas porque asegura que, aunque a nivel superficial no lo parezca, en ese lugar siempre termina sucediendo algo interesante. Por el contrario, dice que no recomendaría visitar Portbou a quienes necesitan tener todo incluido en el hotel en el que se hospedan y disponer, por ejemplo, de un bar en la playa.

“Lo recomendaría a todos los que quieren estar un poco en paz y a los amantes de las montañas y el mar porque Portbou tiene un poco de todo”.

“Yo recomendaría Portbou a los que quieren salir del circuito turístico de ciudades como Barcelona, Madrid, Mallorca, a mí me gusta hablar con los locales y no con algún alemán en inglés, lo recomendaría a todos los que quieren estar un poco en paz y a los amantes de las montañas y el mar porque Portbou tiene un poco de todo y lo que a mí me parece muy bonito es que los locales cuidan aquí mucho al mar: organizan encuentros para limpiar fondos marinos y playas porque aprecian mucho la ventaja de tener mar y pueden darlo al mundo”.

Un pueblo decadente y al mismo tiempo encantador | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Playas de piedra

La playa es, sin lugar a dudas, uno de los grandes atractivos de Portbou. No solo por el color transparente del agua sino también por su notable naturaleza. De hecho, la posibilidad de pasar unos días de paz en la playa es también uno de los principales motivos para hacer el esfuerzo de llegar a Portbou desde Barcelona o Girona, al menos para aquellos que, tal como le sucedía antes a la propia Julia Kováčová, no se sientan espantados por las calas.

Calas | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Con lo que sentí un poquito de shock cultural fueron las playas de piedra porque estuve en Mallorca, en Bulgaria, por muchos lados y siempre con playas de arena, pero vine aquí y hombre, piedras, eso me sorprendió un poco, pero me terminé acostumbrando y hasta es muy bueno para las piernas después del trabajo porque andar por las piedras te relaja mucho. Y la playa me gusta mucho aunque lo que no me gusta es la cantidad de gente que aparece ahí y están todo el día, por eso con una amiga solemos ir de noche a la playa o a la madrugada porque no hay nadie y el mar está igual o un poquito más frío”.

Julia Kováčová tiene solo dieciocho años pero ya desde muy pequeña imaginaba que viviría algún día en España por la fascinación que le generan su idioma y cultura. De hecho planea pedir una beca para estudiar filología hispánica en Alcalá de Henares. Sin embargo, se enamoró tanto de Portbou que no duda en volver el próximo verano a ese particular pueblo casi dividido entre dos países en el que logró encontrarse a sí misma.

El alba en Portbou | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International
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