En el palacio de Kynzvart guardan reliquias del Cid
En Bohemia Occidental, cerca de la frontera con Alemania, se extiende una singular zona natural llamada El Bosque de Slavkov. La zona que tiene un clima muy especial caracterizado por una alta humedad, es protegida por el Estado pues se han conservado en ella una gran variedad de especies raras de la flora y la fauna.
En medio de uno de los valles locales, rodeado por frondosos bosques, se encuentra el pueblo de Kynzvart. Éste es conocido en especial por sus termas, las únicas en el territorio checo que se especializan en tratamientos a pacientes infantiles que padecen enfermedades del aparato respiratorio y de la piel.
El pueblo de Kynzvart fue fundado en el siglo XIII al pie de un castillo del mismo nombre y su rápido crecimiento se debió a la extracción local del estaño. En el siglo XVII, Kynzvart entró en propiedad de la familia noble de Metternich, en cuya posesión estuvo unos 300 años, hasta 1945.
Los Metternich han tenido grandes méritos en el desarrollo del pueblo y han sido ellos también quienes a comienzos del siglo XIX fundaron las termas locales.En las afueras del pueblo de Kynzvart, los Metternich edificaron un hermoso palacio rodeado de un grande parque natural. Durante la posesión del señorío en el siglo XIX por Klemens von Metternich, célebre canciller austríaco, en el palacio de Kynzvart se realizaron muchas negociaciones diplomáticas importantes, según nos dijo Milos Ríha, gerente de este inmueble.
"La familia aristocrática Metternich provenía de Alemania, de la zona del Rin y Klemens von Metternich nació en Coblenza. Más tarde su familia se trasladó a Viena donde el conde Metternich se puso al servicio de la Casa de Habsburgo. Dominaba varios idiomas, pero mayormente hablaba en francés. De diplomático llegó a canciller, muy respetado en la Europa de entonces. Y el palacio de Kynzvart lo transformó en su sede de verano en la que, además de descansar, mantenía importantes negociaciones políticas".
Uno de los mayores logros del conde Metternich fue acordar la paz entre Austria y Napoleón y gestionar la realización del Congreso de Viena celebrado de 1814 a 1815, en el que fueron fijadas las nuevas fronteras de Europa tras la caída de Napoleón.En el palacio Kynzvart se han conservado algunos objetos que testimonian los vivos contactos de Metternich y Napoleón. Por ejemplo, un busto de Napoleón realizado en mármol, un lavatorio de porcelana que había pertenecido al emperador francés y un hermoso juego de porcelana que se encuentra instalado hasta el presente en el comedor del palacio. Todo esto han sido regalos de Napoleón al canciller Metternich.
Recorriendo el palacio de Kynzvart uno queda admirado por sus ricos interiores. Esto se debe en gran parte a que el inmueble fue sometido a una amplia reconstrucción que duró casi un cuarto de siglo y que terminó hace poco. Durante la reconstrucción, que fue posible gracias a la ayuda de la Unión Europea, se procedió a la renovación de los estucos, de las pinturas murales, así como de los muebles. Especial atención fue dedicada a la biblioteca palaciega, siendo ésta una de las mejor conservadas bibliotecas aristocráticas a nivel de la República Checa, según dijo el gerente del palacio, Milos Ríha.
"La biblioteca del conde Metternich consta de dos salones, en los que están depositados más de 24 mil libros en total, digamos unos doce mil títulos. Entre las escrituras más valiosas figuran unos manuscritos de las postrimerías del siglo VIII, que son fragmentos de los Cinco Libros de Moisés".Abandonamos la biblioteca y nos trasladamos a la Capilla palaciega de San Antonio. En ella hay un hermoso altar para cuya realización fue utilizado el mármol de la basílica de Roma de San Pablo, del siglo IV, que había sido destruida por un incendio y reducida a cenizas. El entonces papa, Gregorio XVI mandó a utilizar el mármol hallado en las ruinas para hacer un nuevo altar y éste lo regaló al conde Metternich, quien lo instaló en el palacio de Kynzvart.
En la capilla se encuentran también cuatro óleos de altar sobre tabla que datan de alrededor del año 1510 y son obra de Bernard Strigel. Narran una leyenda medieval sobre el hallazgo de la santa cruz.De gran atractivo resulta para cada turista que visite el palacio de Kynzvart, en Bohemia Occidental, el llamado Gabinete de Curiosidades. Éste ocupa varias salas y cuenta con más de cuatro mil objetos provenientes del mundo entero. Por ejemplo, hay en él una mesa que antaño perteneciera al escritor francés Alexander Dumas padre, en las vitrinas se encuentra una mecha del pelo del compositor alemán, Ludwig van Beethoven. Para los oyentes de España, según Milos Ríha, podría resultar de interés la siguiente información.
"Tenemos aquí, por ejemplo, reliquias del héroe nacional español, el Cid y de su esposa Ximena, que datan del siglo XI, así como un manuscrito de la obra teatral "María" de Lope de Vega. Hasta el presente los expertos cuestionan la autenticidad de ese manuscrito, aunque las últimas investigaciones ofrecieron una nueva prueba de que sí es auténtico. El manuscrito fue digitalizado hace poco y es posible encontrarlo en Internet".En el Gabinete de Curiosidades hay también un traje del conde Metternich cuando éste tenía apenas cuatro años de edad, unos guantes del emperador mexicano Maximiliano, así como un libro de oraciones del que rezaba la reina de Francia, María Antonieta, poco antes de ser ejecutada.
El gerente del palacio de Kynzvart, Milos Ríha, nos enseñó también unos sarcófagos con momias egipcias que habían sido obsequiadas al canciller Metternich por el virrey de Egipto, Muhammad Ali Pasha.El palacio de Kynzvart dispone asimismo de ricas colecciones de armas que testimonian el desarrollo del arte militar desde el medioevo hasta el siglo XIX. Hay allí armas utilizadas durante las guerras husitas en Bohemia, en el siglo XV, así como un prototipo de una de las bombas arrojadas en 1857 en París contra el coche en el que viajaba Napoleón III.
Durante nuestro recorrido por el palacio de Kynzvart, nos sorprendió enterarnos que las colecciones de arte, armas y otras curiosidades locales se han conservado en buen estado especialmente gracias al cuidado de un antiguo verdugo. Se trató del último verdugo de la cercana ciudad de Cheb, Karel Huss, quien por invitación del canciller Metternich pasó los últimos años de su vida en el palacio de Kynzvart.
La profesión de verdugo Huss la heredó de su padre y de su abuelo como se acostumbraba entonces, pero, según documentos de la época, a Karel Huss no le gustaba su trabajo. Trataba de conformarse con su destino dialogando con los condenados sobre temas de la vida y, antes de ejecutarlos, se reconciliaba con ellos. Les convencía de que ahora se abriría ante ellos un mundo nuevo, en el que podían enmendar su mal comportamiento. Milos Ríha asegura que Karel Huss fue más filósofo que verdugo."Fue una persona realmente muy interesante. Se le conocía como a un destacado coleccionista, y cronista de importantes acontecimientos de la época. Fue autor de una crónica de cuatro tomos de la ciudad de Cheb, cuyo original se encuentra en la biblioteca de Kynzvart. Huss coleccionaba manuscritos, monedas y otras curiosidades de la época y su taller en Cheb lo transformó en un pequeño museo. Al dejar el oficio de verdugo, aceptó con entusiasmo la oferta del canciller Metternich para administrar y custodiar las colecciones de arte, armas y otros objetos en el palacio de Kynzvart".
El gerente del palacio, Milos Ríha, insiste en que el antiguo verdugo Huss asumió su nuevo trabajo con responsabilidad y, además de hacer una detallada lista de los objetos de valor locales, siguió ampliando las colecciones palaciegas con diarios, monedas, diversos comprobantes de venta, etc.Como una de las pocas personas de entonces, Huss estaba consciente de que esos objetos servirían a las generaciones venideras para hacerse una idea de la vida de sus antepasados.
Y bien, amigos, aquí termina este Radioviajes en el que visitamos el palacio de Kynzvart en el pueblo del mismo nombre en Bohemia Occidental.