El molino de momias: asesinatos, sexo y humor en la Praga decimonónica
La novela ganadora del premio Magnesia Litera de 2015, ‘El molino de momias’, ya ha visto la luz en castellano. Impresionante por su detallado contexto histórico, la trama describe una investigación criminal en la Praga de 1866 combinando ágilmente elementos de horror, humor y erotismo con un lenguaje rico en imágenes y dobles sentidos.
El comisario Durman, un antihéroe glotón, promiscuo, vividor e increíblemente erudito se ve inmerso en la investigación de una serie de asesinatos en la Praga de 1866. Este el eje argumental de ‘El Molino de Momias’, de Petr Stančík, la novela que ganó el premio Magnesia Litera de 2015, uno de los principales galardones de la literatura checa, y que acaba de ser publicada en castellano por Tropo Editores.
‘El Molino de Momias’ ha sido catalogado en España como novela negra, pero aunque es cierto que el argumento se corresponde aproximadamente con lo establecido en este género, lo polifacético y rompedor de la obra, que incluye incluso elementos de realismo mágico, impide que pueda ser clasificada tan fácilmente, explica su traductor, Daniel Ordóñez.
“Puede ser catalogada en muchos géneros. Podría ser histórica, policiaca, pornográfica si se quiere, y a la vez no es ninguna de ellas. Lo que caracteriza a Stančík no es que salte de un género a otro sino que también se dedica a romper las reglas de todos ellos. Dicho esto creo que alcanza grandes cotas de autenticidad en todos los géneros que toca, aunque él mismo saca al lector de ese género cuando a él le parece”.
Nos encontramos así una aproximación literaria similar a la de, por ejemplo, Umberto Eco, en la que se exploran, rompen y utilizan los esquemas literarios vigentes, y en el que además se combina impúdicamente la alta literatura, con un gran fondo intelectual y documental, con el divertimento de una trama policiaca contada con desvergüenza y desenfado, prosigue Ordóñez.
“Si decimos que en esa forma que tiene Stančík de tratar o no tratar los géneros, o de respetar los géneros, si hay uno que prevalece sobre todos y que se puede defender de todas formas es que es una novela humorística. Lo que es gracioso porque hablando con él, decía que le sorprendía que la gente se riera tanto con la novela, porque no era su intención inicial y solamente iba poniendo las bromas que se le iban ocurriendo un poco sobre la marcha”.
Una Praga descrita al detalle
La investigación del comisario Durman se desarrolla en 1866, justo el año en el que estalló la guerra Austro-Prusiana, que decidió el modelo de unificación de Alemania. Este contexto histórico, lejos de ser anecdótico, se halla muy presente a lo largo de toda la trama, dando a la historia un ambiente marcadamente sólido y real.
El lector puede respirar así el ambiente de la Praga de la época, una ciudad de provincias en el Imperio Austriaco donde el ambiente comenzaba a dinamizarse y a gestar los problemas del futuro, con los nacionalistas checos tomando cada vez mayor protagonismo, detalla Daniel Ordóñez.
“En la novela aparecen muchos personajes clave de ese momento patriótico checo y muchos de esos temas. Aparece Smetana, aparece Tyrš, el fundador o uno de los fundadores del movimiento Sokol, aparece el poeta Jan Neruda, con lo cual creo que uno de los aciertos de esta novela, o lo que mejor sabe hacer, es dibujar esa Praga decimonónica patriótica de checos, ese ambiente un poco en ebullición. Pero también se ve cómo estaba Viena en esa época, o se hablan de otras partes del Imperio que en ese momento formaban parte de la realidad de una Praga donde había tiroleses o sudetoalemanes”.
Entre los personajes reales que se cruzan en mayor o menor medidado en la trama encontramos desde el emperador Francisco José o Maximiliano de México hasta Von Sacher Masoch, el popularizador del masoquismo, pasando incluso por el padre de Adolf Hitler, aunque encontrarlo depende de la destreza intelectual del lector.
El peso del contexto histórico, según Ordóñez, no debería suponer una dificultad añadida al lector español. Al contrario, este encontrará en sus páginas todo un manual de historia.
“Creo que sí había algunas dificultades puntuales para entender algún chiste o algo del contexto que sí que he puesto como notas a pie de página para facilitar esa lectura al lector. En realidad creo que la novela sirve más de auténtica lección de historia de la República Checa, del Imperio Austriaco y de Europa en el siglo XIX en un momento determinado. Es como una fotografía de Europa, o incluso del mundo. El comisario Durman en un momento determinado viaja a París, por ejemplo, y se ve cómo era París, una París que seguramente ya no existe, porque todo el casco antiguo se tiró, se derribó como el de muchas otras capitales europeas. Eso también sucede en Praga. Sucede con el barrio judío, que no es como se conoce hoy día. En la novela aparece con los nombres de calles y una descripción sorprendentemente detallada de cómo era la Praga de entonces”.
Un infierno para traducir
De hecho, una de las grandes cualidades de Stančík como escritor, es, según destaca Ordóñez, su impresionante erudición, que le permite introducirse en la época sin problemas y narrar la trama con un realismo y naturalidad poco comunes en otras novelas históricas.
“En cuanto al trabajo de documentación, es total. El autor, para ayudarme a mí en mi trabajo de traducción, me ha enviado mapas de la Praga de la época. Él me decía que estaba leyendo el Národní Listy, que era el periódico checo de la época. Ese periódico se conserva, y él lo leía. Muchas de las historias, de los comentarios, de los chascarrillos de bar que aparecen en el libro los saca directamente de ese periódico”.
En su fidelidad a la época, Petr Stančík, al estilo de Manuel Vázquez Montalbán, salpica su historia de gastronomía, con recetas de época inverosímiles pero auténticas, exceptuando solo una, con las que alimenta al gordinflón comisario Durman.
Precisamente este amplio espectro de conocimientos del autor dio lugar a algunas de las mayores dificultades que se encontró Daniel Ordónez con la traducción, nos cuenta.
“No es que la novela esté escrita en un lenguaje del siglo XIX, pero sí que contiene mucho léxico de entonces, simplemente de cosas que hoy día no utilizamos y que entonces eran completamente corrientes. Lo que uno se pregunta es cómo alguien del siglo XXI conoce tan bien esos objetos y los sabe incluir en el relato con tanta naturalidad. Por otro lado, en fin, Stančík es un erudito un poco insoportable, podríamos decir. En cualquier momento asalta al lector metiéndose con total profundidad en temas muy técnicos. Creo que la mayor dificultad que tuve en esta novela, aunque tuve muchísimas, fue traduciendo varias páginas sobre armonía musical. Con lo cual me tuve que apoyar en un amigo que es violonchelista de la orquesta de Mallorca. Hasta él tuvo dificultades en saber de qué estábamos hablando”.
Así, el traductor tuvo que vérselas, por ejemplo, con poemas de Jan Neruda todavía no traducidos al castellano, o con un fragmento de los Manuscritos de Dvůr Králové, un documento que resultó ser falso y que pretendía hacerse pasar por literatura checa medieval.
Por otro lado, además de erudito, Petr Stančík es un gran narrador aficionado a las metáforas complejas y los juegos de palabras, lo que también le ocasionó a Daniel Ordóñez varios quebraderos de cabeza durante la traducción, aunque, según afirma, consiguió resolverlos todos con éxito.
‘El Molino de Momias’ será presentado oficialmente este jueves en Madrid en el marco del festival de novela policiaca Getafe Negro, con la presencia del escritor español Lorenzo Silva y del mismo Petr Stančík. El 10 de noviembre se presentará también en el Instituto Cervantes de Praga.