El mayor enigma arqueológico

Roca del Toro
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¿Escenario de un sacrificio ritual ? ¿Lugar de una catástrofe natural ? Éstas y semejantes preguntas se plantean los arqueólogos al intentar explicar el hallazgo de los restos óseos de 48 personas en la cueva de la Roca del Toro, en el Karst Moravo, cerca de la ciudad de Brno.Desde el descubrimiento de este yacimiento de la Edad de Hierro, en el siglo XIX, no se ha encontrado una explicación satisfactoria de lo que pudo haber ocurrido en aquella cueva.

Roca del Toro
Una leyenda reza que la cueva de la Roca del Toro estuvo consagrada al dios pagano del Sol, Svantovít, y que en su interior están escondidos inmensos tesoros.

Cuando empezó a propagarse por Moravia el cristianismo, en el valle donde está situada la cueva, comenzaron a recibir el bautismo muchos paganos. Svantovít y otros dioses paganos se habrían enojado al comprobar que los pobladores habían dejado de venerarlos, que habían talado los viejos bosques sagrados y que ya no les ofrecían más sacrificios. Las divinidades paganas habrían decidido tomar venganza del agravio.

En un cercano pueblo fue edificada una iglesia y en su interior fue instalada una estatua milagrosa de la Virgen. Al santuario acudían muchísimos peregrinos para rendir homenaje a la Madre de Dios y rogar por el cumplimiento de sus peticiones.

Una vez una procesión de peregrinos caminaba por el valle del riachuelo, en las cercanías de la cueva. Los romeros se dieron cuenta de que antes del anochecer no llegarían a la meta de su peregrinación. Entonces decidieron pasar la noche en la cueva de la Roca del Toro.

Entraron en la cueva pero ya no salieron de su interior. O se extraviaron en el laberinto subterráneo, o su desaparición fue la venganza del dios pagano Svantovít, cuenta la leyenda.

Añade, además, que de vez en cuando se oían en el lugar gemidos y llanto que salían de las entrañas de la tierra y se veía una misteriosa luz.

Muchos afirmaban que habían visto un terrorífico espectáculo: Un cortejo de esqueletos que al anochecer salía de la cueva, cruzaba el cercano prado y después volvía a desaparecer en la oscura entrada de la Roca del Toro.

Es curioso que en la época prehistórica, entre el séptimo y el sexto siglo antes de nuetra era, la cueva de la Roca del Toro fuera escenario de una sangrienta matanza cuyos vestigios fueron descubiertos en 1872 por el arqueólogo amateur Jindrich Wankel. ¿Será la leyenda que les hemos contado, un eco de un suceso tan lejano?

Otra leyenda,registrada en el siglo XVII, narra que de la cueva salía un misterioso cortejo fúnebre, encabezado por un toro ígneo. Parece que esta leyenda dio el nombre a la cueva de la Roca del Toro.

Y aquí registramos otra curiosa coincidencia:En el siglo XIX fue hallada casualmente en la cueva una primorosa estatuilla de torito de la Edad de Hierro.

El hallazgo del torito de bronce con incrustaciones de hierro estuvo en el origen del posterior descubrimiento de la matanza prehistórica en la cueva de la Roca del Toro.

Trasladémonos a los años 60 del siglo XIX. En la parte delantera de la cueva de la Roca del Toro, los operarios de una cercana planta siderúrgica de propiedad del conde Salm extraían la arena necesaria para la fundición. A veces descubrían fragmentos de vasijas cerámicas, huesos humanos y de animales, y otros objetos prehistóricos. A dos estudiantes se les ocurrió que podrían intentar buscar en la cueva un tesoro.

Roca del Toro
En un rincón de la cueva hallaron una vasija llena de una sustancia calcinada que ocultaba la mencionada estatuilla del torito. Los jóvenes pensaron primero que se trataba de una pieza de oro pero después comprobaron que era de bronce. La estatuilla era bonita y por eso se la llevaron a casa, a pesar de no ser de metal precioso. Cuando se enteró casualmente de la estatuilla el arqueólogo amateur, Jindrich Wankel, se apresuró a adquirirla.

Jindrich Wankel ejercía de médico en una empresa metalúrgica en la ciudad de Blansko, situada en el Karst Moravo, donde abundan las cuevas.

En 1850 descubrió en las cuevas de Sloup un esqueleto completo de un león de las cavernas. Ello decidió sobre toda su vida posterior. Wankel se convirtió en el pionero de la espeleología, y más tarde se dedicó a la arqueología y a la antropología.

Jindrich Wankel, conocido como el "padre de la prehistoria morava", comenzó a explorar la cueva de la Roca del Toro en 1867. En el ramal sur del laberinto subterráneo descubrió los vestigios de la estancia de unos cazadores de renos del paleolítico. Fue un descubrimiento extraordinario por tratarse de la primera estación paleolítica hallada en todo el territorio de Austria- Hungría de la que formaban parte las tierras checas.

La adquisición del torito de bronce fue para Wankel un poderoso estímulo para continuar las exploraciones. En septiembre de 1872 hizo en la cueva de la Roca del Toro un espectacular descubrimiento que encierra tantos enigmas e interrogantes que hasta la actualidad no han sido descifrados.

Después de retiradas las capas de arena y de grava, ante los ojos de Wankel apareció lo que parecían ser los restos de un diabólico y sangriento ritual:

En el suelo yacían en desorden, amontonados unos sobre otros, 48 esqueletos humanos.La mayoría de ellos estaban incompletos: a algunos les faltaban brazos o piernas, muchos cráneos estaban rotos.

Predominaban restos óseos de jovencitas de 12 a 15 años de edad. Sólo cinco osamentas eran de hombres. Algunos esqueletos tenían brazaletes y hebillas de bronce y de oro, collares de ámbar y de vidrio.

En la cueva fueron hallados también los restos de un carro de cuatro ruedas, cubierto con chapas de bronce, primorosamente ornamentadas, y huesos humanos calcinados.

En el centro de la cueva se alzaba una especie de altar de piedra. Debajo de esta ara yacía el esqueleto de una joven sin brazos y sin la cabeza, los restos de otra muchacha con una hermosa diadema y la osamenta de un hombre cuya cabeza estaba aplastada.

Roca del Toro
Unas 200 vasijas contenían alimentos calcinados. Entre los recipientes yacía una taza hecha de cráneo humano, llena de mijo carbonizado.

En la parte posterior de la cueva se halló un taller de herrero, con las respectivas herramientas.

La tragedia cuyos restos descubrió Jindrich Wankel tuvo lugar entre los siglos séptimo y sexto antes de nuestra era. Los pobladores que perecieron en la cueva pertenecían a la llamada cultura de Hallstatt.

Es una cultura de la Edad de Hierro que lleva el nombre del asentamiento de Hallstatt, en Austria, del que irradiaba a toda Europa Central.

Wankel avanzó la hipótesis de que en la cueva de la Roca del Toro se habría celebrado un ritual fúnebre. Tras la muerte del jefe de la tribu, habría sido sacrificada toda su comitiva, todos sus esclavos y esclavas, para acompañar al cacique al otro mundo.

Según otra hipótesis, la cueva fue escenario de una catástrofe natural o de una explosión de gas.A cada una de las hipótesis pueden presentarse objeciones. Ninguna de las explicaciones, surgidas hasta ahora, es satisfactoria. La cueva de la Roca del Toro guarda celosamente sus secretos.