El legendario estadio Ďolíček en Praga abrió sus puertas hace 90 años
Gracias a un ambiente único y un contacto inmediato entre fans, jugadores y árbitros, el santuario del fútbol del club capitalino Bohemias 1905 cuenta con un genius loci especial.
El estadio Ďolíček de los Bohemians, llamados también canguros, es un sitio que no cumple con lo que uno se imagina de un estadio de primera división. En la época de su mayor gloria, en los años setenta y ochenta, lo comparaban con estadios ingleses. En la cancha marcaba sus inolvidables goles la estrella más brillante del Bohemians, Antonín Panenka (hoy presidente del club), y en 1983, los canguros se llevaron su único título en la competición más alta. En ese entonces hasta catorce mil espectadores podían subirse a las tribunas. Hoy en día son poco más de seis mil, no obstante, están sentados tan cerca de los jugadores, que pueden tocarlos. El propio Panenka recordó en entrevista con la Radio Checa que solía charlar con los fans antes de los saques de esquina. Hace poco uno de los fans del Bohemians ofreció un masaje al centrocampista Jakub Podaný, quien se preparaba para sacar de banda. El video se hizo viral.
Ni la pandemia del coronavirus y el cierre del estadio para el público lograron ahuyentar a los fans. Los hinchas más leales construyeron una tribuna con escaleras de tijera detrás de la reja para poder seguir los partidos. No es común vivir un ambiente tan familiar en otros estadios checos, sobre todo de los clubes de primera división. Los fans de los canguros apoyan a su equipo hasta el final, sin importar por cuánto estén ganando o perdiendo. Y han aceptado también que las instalaciones del estadio no corresponden, desde hace mucho, a lo que es habitual en el siglo XXI.
Ver un partido en Ďolíček es un pasatiempo regular de fin de semana para los hinchas acérrimos. Para los demás, una atracción turística inolvidable.
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