El grupo de Visegrád cumple 25 años entre dudas sobre su utilidad
El grupo de Visegrád, conocido normalmente como V4, agrupa a la República Checa, Eslovaquia, Polonia y Hungría desde hace ya 25 años. El reciente trabajo conjunto en torno a la crisis migratoria, quizás el de mayor visibilidad pública de toda su historia, ha despertado al mismo tiempo dudas y esperanzas sobre su potencial.
Con una historia reciente común, marcada por los regímenes comunistas, y en una situación política y económica similar, los países del V4 tuvieron como primer reto apoyarse mutuamente en la transición a la democracia. Más tarde, tras su entrada en 2004 en la Unión Europea, sus actividades se intensificaron, especialmente en cuanto a política exterior.
Ahora, cuando se cumplen 25 años de su surgimiento, el V4 vive su etapa más activa y de mayor interés mediático, y al mismo tiempo, un mayor cuestionamiento acerca de su alcance y del rol que puede o no puede jugar. Uno de sus mayores críticos es el expresidente checo Václav Klaus, que desde el principio considera el grupo de Visegrád como un proyecto con poco sentido forzado por intereses ajenos.
“Europa Occidental no nos quería en la Unión Europea, y nos dijeron: intenten lo de la integración, a ver si son amistosos, buenos y listos, hagan un grupo y prueben. Incluso pensaban que podríamos hacer una moneda común. Yo en su momento protesté contra eso porque sentía que Europa Occidental nos rechazaba y nos obligaba a eso. Luego con el tiempo el grupo se estableció, pero seguía buscando desesperadamente contenidos para sus reuniones”.La temática a tratar se vio considerablemente enriquecida con el advenimiento de la ola de refugiados y el trabajo conjunto de los países del V4 para defender una Europa menos permeable a la migración. El grupo sirvió como altavoz conjunto de la postura de los países miembros y como lobby político para luchar contra las cuotas de reparto de inmigrantes.
El primer ministro checo, Bohuslav Sobotka, advierte sin embargo que no pueden reducirse las actividades del grupo al tema migratorio y que su sentido es mucho más amplio.“Es un tema, pero no creo que haya unido más al V4. Nos permite, eso sí, trabajar conjuntamente al igual que en otros asuntos. El V4 ha demostrado en los últimos 25 años que multiplica la influencia de sus miembros en la Unión Europea. A veces esto le conviene más a la República Checa, otras veces a otros países, en otras ocasiones a los cuatro miembros al mismo tiempo. Es en definitiva un interesante grupo regional con relativa influencia, y tenía desde el principio su propio punto de vista sobre la solución a la crisis migratoria, y en varias de las cosas que dijimos por desgracia no nos hemos equivocado”.
El trabajo conjunto en el tema migratorio acabó de forma irregular con la decisión final de Polonia de votar a favor de las cuotas. Esto ha llevado a la visión más bien negativa del eurodiputado del opositor Partido Cívico Democrático, Jan Zahradil, que atribuye al grupo de Visegrád un potencial más modesto.
“Creo que tiene sentido dejar una agrupación de países centroeuropeos por ejemplo para temas como la seguridad energética, o para otros temas comunes de tipo digamos técnico. Pero en las cuestiones que tienen que ver con la soberanía nacional, resulta evidente que cuando se traspasa cierta línea, cada Estado va por su cuenta y mira tan solo por sí mismo”.En cualquier caso dos proyectos han cristalizado de momento la voluntad de cooperación de los países del V4. Uno es la Fundación Internacional de Visegrád, establecido en 2000 y que cuenta con un presupuesto de más de siete millones de euros. Su objetivo es financiar proyectos económicos, culturales, científicos y de intercambio de estudiantes.
El otro es la creación de una unidad militar conjunta, formada por unos 3.500 soldados, y que se encuentra operativa desde enero de este año.