El golpe de Estado más hábil desde los tiempos de Maquiavelo

Hace 55 años, en febrero de 1948, los comunistas tomaban en Checoslovaquia las riendas del poder tras un hábil golpe de Estado. Aprovecharon astutamente los mecanismos del Estado democrático y los fatales errores de los políticos no comunistas. De todo ello les hablaremos en esta edición de "Legados del pasado-testimonios del presente".

El 25 de febrero de 1948, el líder comunista, Klement Gottwald, pronunció su discurso más famoso ante una concentración en Praga: "Acabo de regresar del Castillo, de la sede del Presidente de la República. Puedo deciros que el señor Presidente aceptó todas mis propuestas exactamente cómo yo las presenté."

En estos términos Gottwald anunciaba que el golpe de Estado comunista acababa de triunfar. ¿Qué sucesos precedieron la victoria de los comunistas que traería a los checoslovacos 40 años de gobierno totalitario?

La instauración del gobierno comunista en febrero de 1948 fue la inevitable consecuencia de lo que los historiadores llaman "la larga sombra del Tratado de Múnich". En 1938 las potencias occidentales traicionaron a Checoslovaquia en Múnich, entregándola a Adolfo Hitler. Traumatizado por la traición, el presidente Benes optó po la alianza con la Unión Soviética y aún durante la Segunda Guerra Mundial firmó con Stalin un tratado de amistad.

En 1947 los soviéticos ya estaban impacientes por incorporar definitivamente a Checoslovaquia a su órbita e instaurar en ella el sistema stalinista.

En el verano de ese año fue fundado en una reunión secreta en Polonia el Informburó, una nueva central de los partidos comunistas de Europa. El ideólogo soviético Andrei Zhdanov transmitió allí el mensaje de Stalin: "El mundo se dividió en dos campos irreconciliables que se aglutinaron en torno a la Unión Soviética y Estados Unidos."

En esa oportunidad los rusos dijeron al dirigente comunista Rudolf Slánský que el Partido Comunista de Checoslovaquia debía apresurarse a tomar el poder en el país. Entre los Estados de Europa Oriental y Central adónde había llegado a finales de la Segunda Guerra Mundial el Ejército Soviético, Checoslovaquia era el último país donde los comunistas no se habían hecho todavía con el poder.

Los comunistas checoslovacos comprendieron que había llegado el momento de quitarse la máscara democrática que se habían puesto al término de la Segunda Guerra Mundial.

Cuando acabó en 1945 la conflagración mundial, la izquierda ganó en Checoslovaquia muchos adeptos.En las elecciones de mayo de 1946, el Partido Comunista de Checoslovaquia obtuvo en las tierras checas el 40 por ciento de los votos, cuatro veces más que antes de la guerra.

El comunista Klement Gottwald ocupó el cargo del Primer Ministro de un gobierno de coalición, integrado por comunistas, socialistas, socialdemócratas, populares y representantes del Partido Democrático Eslovaco.

Desde el primer momento los comunistas iniciaron un trabajo de zapa en el seno de las fuerzas de seguridad. Tenían para ello la ventaja de que un comunista- Václav Nosek- ocupaba la cartera de Interior.

La penetración de los comunistas en las fuerzas de seguridad avanzó a un ritmo alucinante. Agentes al servicio del Partido Comunista montaban provocaciones contra los partidos democráticos e intentaban llevar a cabo atentados. Los policías democráticos eran alejados del mando.Y precisamente esos despidos precipitaron la crisis de febrero de 1948.

El 12 de febrero de 1948 fueron destituídos los últimos ocho jefes no comunistas de la policía en Praga. Los nuevos mandos comunistas se hicieron con las llaves de los arsenales de armas - fusiles, ametralladoras y proyectiles. Controlando los arsenales, los comunistas podían dar un golpe de Estado en cualquier momento.

La propaganda del régimen comunista
Los partidos democráticos decidieron protestar contra la destitución de los jefes policiales leales a la democracia. Lograron que el gabinete aprobara una resolución que exhortaba al ministro de Interior comunista, Václav Nosek, a suspender los despidos. Nosek no acató la resolución y tampoco lo hizo el primer ministro comunista, Klement Gottwald.

En protesta por esta actitud, 12 ministros de los partidos democráticos decidieron presentar su dimisión. Contaban con que el presidente Benes no la aceptase y obligase a los comunistas a hacer concesiones. Calculaban también con la posibilidad de que Benes convocase elecciones anticipadas que los comunistas perderían.

A los políticos democráticos las cosas les salieron mal. El 19 de febrero de 1948 llegó a Praga el viceministro soviético de Relaciones Exteriores, Valeri Zorin, que transmitió a Gottwald que las tropas soviéticas estaban dispuestas a intervenir en Checoslovaquia para resolver la crisis. Gottwald comprendió que había llegado el momento de lanzarse a la lucha por el poder.

El Partido Comunista empezó a organizar concentraciones masivas de sus adeptos. Armó a sus partidarios entre los obreros y las fuerzas armadas partidistas, las llamadas Milicias Populares, salieron a la calle. Entretanto, los partidos democráticos no movilizaron a sus adeptos y simpatizantes, confiando en la vía parlamentaria de una solución de la crisis.

El 23 de febrero fue la jornada decisiva. Agentes comunistas de las fuerzas de seguridad empezaron a arrestar a las personas consideradas como incómodas y allanaron las sedes de los partidos democráticos.

El 25 de febrero, el presidente Eduard Benes, brutalmente presionado por Gottwald, aceptó sus condiciones y nombró un gobierno remodelado según las pautas trazadas por el Partido Comunista.

El nuevo gobierno comunista fue ratificado por un atemorizado Parlamento. El presidente Benes dimitió y en verano de 1948 Checoslovaquia ya tenía a su primer presidente comunista, Klement Gottwald. El poder de los comunistas era absoluto. Duraría 40 años.

La mayoría de los checoslovacos no simpatizaba con los comunistas, pero como suele con frecuencia acontecer en la historia, se hizo con el poder la minoría que se había preparado para usurparlo.

Un estudio del comité de Exteriores del Congreso norteamericano constató al respecto que jamás desde los tiempos de Maquiavelo la mayoría había sido puesta fuera de juego con tanta habilidad como en el golpe de Estado comunista en febrero de 1948 en Checoslovaquia.