El esquí tuvo dos cunas en Bohemia: Praga y la sierra de Krkonoše

Esquís demasiado largos

Estimados amigos, en esta edición Uds. conocerán la historia del esquí en Bohemia. Les invitaremos a los tiempos cuando se practicó por primera vez el esquí en Bohemia, en la capitalina Plaza de Wenceslao; cuando los esquís eran toscas planchas de más de tres metros de largo y las mujeres esquiaban en larguísimas faldas que les iban hasta los tobillos.

Esquís demasiado largos
El 5 de enero de 1887, después de los correspondientes trámites, la aduana de Praga entregó al estudiante Josef Rössler un envío procedente de Noruega, consistente, según los funcionarios, en “madera rústica, no lacada”.

Así entraron en Bohemia los dos primeros pares de esquís. Su propietario, Josef Rössler, de dieciocho años, procedía de la familia de un acomodado comerciante capitalino y era un entusiasta aficionado a los deportes.

Como un colegial de doce años fundó con su hermano un club de patinaje. En checo se llamaba Bruslařský klub. “Bruslař” es patinador. Años más tarde el nombre del club contribuiría a que Josef Rössler se convirtiera en pionero del esquí en Bohemia. Es una graciosa anécdota.

El joven escribió a una firma noruega, con sede en Oslo, pidiendo el envío de una lista de precios de patines. Indicó que su dirección era “Bruslařský klub”.

La firma noruega entendió que se trataba de “Bruslař ski club”, o sea “Club de esquí del señor Bruslař”, y envió a Praga también un catálogo de esquís. Josef Rössler encargó dos pares.

El mismo día 5 de enero de 1887 en que sacó los esquís de la aduana, Josef Rössler los estrenó con su hermano en la Plaza de Wenceslao, en Praga.

Los hermanos salieron de la casa al anochecer para no provocar escándalo público. Al llegar al edificio en construcción del Museo Nacional, los muchachos avistaron la silenciosa plaza, cubierta por la nieve, con tilos de copas desnudas y una hilera de candelabros de gas en el centro.

Los pioneros del nuevo deporte deslizaron en esquís desde el Museo Nacional hasta la parte baja de la plaza, llamada Můstek. Nada les impidió disfrutar del esquí en el corazón de Praga porque en aquella época no existía todavía el bullicioso tráfico urbano de hoy.

Además, Josef Rössler fundó en el invierno de 1887 en Praga un club de esquí, pero el círculo de los aficionados al nuevo deporte era muy reducido.

El joven Josef Rössler adquirió los esquís debido a su entusiasmo por los deportes más modernos. El conde Harrach, poderoso dueño de los bosques de la sierra de Krkonoše, introdujo los esquís en sus posesiones por consideraciones prácticas. Esta historia comenzó en Viena.

En invierno de 1890, el conde Harrach, aristócrata de alto linaje, estaba sentado en un banquete en el palacio imperial de Viena al lado del Embajador sueco- noruego.

Cabe explicar que los países nórdicos Suecia y Noruega formaban desde 1814 un solo Estado.

Los dos caballeros se refirieron en la conversación al tema de los crudos inviernos nórdicos. El conde Harrach se quejó de los inviernos de la sierra de Krkonoše, al nordeste de Bohemia, cubierta durante varios meses por una gruesa capa de nieve que dificultaba a sus guardabosques alimentar la caza mayor.

El diplomático nórdico comentó que la solución era fácil:

”!Señor conde, compre esquís para su gente!”

Ese mismo invierno de 1890 aparecieron efectivamente en la sierra de Krkonoše los primeros esquís. Al conde Harrach se los envió desde Estocolmo cierto barón Frijs.

El guardabosque que los probó no experimentó entusiasmo alguno. Le parecían demasiado pesados y largos.

Harrach le aconsejó cortarles un pedazo. Aún después de este arreglo los esquís medían más de tres metros.

En estos experimentos intervino la oficina del conde Harrach en Viena que recomendó otro modelo de esquís más cortos. En la Navidad de 1892 llegó a un pueblo de la sierra de Krkonoše un envío que cambiaría radicalmente la vida de toda la región montañosa.

Consistía en dos pares de esquís: uno de madera de fresno, fabricado en Alemania, y otro de madera de haya, hecho por la firma Thonet, de Viena. Medían apenas 220 centímetros.

”Los inicios han sido lamentables pero muy divertidos para el público ya que la práctica del esquí era en Krkonoše totalmente desconocida”, escribió uno de los primeros esquiadores de la sierra, el ingeniero forestal Ferdinand Reich.

No tardó en informar al conde Harrach que con planchas más cortas se esquiaba muy bien y que ya hacían excursiones en esquís a los montes.

 Jan Nepomuk Harrach
Harrach ordenó que se fabricasen más esquís según el modelo extranjero. El aserradero de Štěpanice cortó madera para los primeros esquís fabricados en Bohemia.

Se los puso también la mamá del ingeniero Reich, una dama cincuentona, que esquiaba en una ancha falda acampanada que le llegaba hasta los tobillos.

La audaz esquiadora se ve en una foto publicada en 1893 en la revista Correo Ilustrado Praguense. Llama la atención que usa un solo bastón, tan largo que su extremo superior se ve por encima de la cabeza de la dama.

El maestro Jan Buchar, de la localidad de Štěpanice, subió solo en esquís al pueblo de Benecko, en la sierra de Krkonoše. El domingo siguiente invitó a pasear en esquís a sus vecinos: un ebanista, un fotógrafo, un ayudante de guardabosques y otros.

Los asombraron los magníficos panoramas que se disfrutaban desde la sierra. Hicieron la promesa de visitar asiduamente las montañas en esquís.

También los aficionados al esquí de Praga no tardaron en descubrir la sierra de Krkonoše. Practicar este deporte requería de los jóvenes auténticos sacrificios.

Krkonoše
A finales del siglo XIX, cuando el esquí hacía en Bohemia sus primeros pinitos, las tiendas y oficinas de las firmas comerciales cerraban los sábados a las siete de la tarde, después de una jornada de trabajo de diez horas. Los jóvenes empleados de estos establecimientos disponían así de muy poco tiempo para dedicarse los fines de semana a su deporte favorito en las montañas.

El grupo de Josef Rössler salía de Praga en tren el sábado a las 23,30. El domingo, a las seis de la mañana, los esquiadores estaban en el pueblo de Martinice, al pie de la sierra de Krkonoše. Después del desayuno en la pequeña ciudad de Jilemnice subían a las montañas donde hacían un largo recorrido en esquís por las crestas.

En la madrugada del lunes regresaban a Praga donde los esperaba otra fatigante y larga jornada laboral.

En el primer grupo de esquiadores capitalinos no había mujeres. Éstas empezaron a esquiar en Bohemia mucho más tarde que los hombres. El esquí femenino se consideraba durante mucho tiempo como una extravagancia. El propio pionero del esquí checo, Josef Rössler, llevó por primera vez a su esposa a la sierra de Krkonoše en 1904.

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