El coronavirus perjudicó la vida en el balneario de Karlovy Vary
La crisis del coronavirus perjudicó a varios sectores de la economía, entre ellos el de la balneoterapia. El más famoso balneario de la República Checa, Karlovy Vary, también sufre los impactos de la COVID-19.
La ciudad de Karlovy Vary, situada en Bohemia Occidental y conocida en el mundo sobre todo por ser un renombrado centro de balneoterapia, se está quedando abandonada. A causa de la pandemia del coronavirus se redujo bruscamente el número de pacientes en los balnearios locales, así como el número de turistas que vienen para conocer esta pintoresca ciudad.
La caída del turismo se refleja negativamente también en la situación económica de la ciudad y sus habitantes. La Alcaldía local anunció hace poco que van a cerrar los puestos de venta ambulantes en el centro de las termas en los que se vendían productos típicos nacionales a los visitantes de Karlovy Vary. El motivo es obvio, los comerciantes renunciaron al contrato por falta de clientes y otros comerciantes no tienen interés en encontrarse dentro de poco en la misma situación.
Estas tiendas ambulantes representan un complejo con 17 puestos de venta construidos de madera a finales del siglo XIX. Entonces la obra era concebida como algo provisional, pero se conservó más de lo pensado originalmente y pronto llegó a formar parte inseparable del centro del balneario.
El actual desinterés de los comerciantes por alquilar una de esas tiendas causa dolores de cabeza a la Alcaldía, porque los ingresos por su alquiler representaban ‘un huevo dorado’ para la caja municipal. Para salvar la situación, habría que bajar el alquiler de estos puestos de venta, lo que los concejales locales no tienen previsto hacer por el momento.
Recomiendan por ello que los comerciantes comiencen a orientar el surtido de sus productos a los habitantes locales. En vez de vender joyas y recuerdos típicos de Chequia a los turistas que visiten el balneario de Karlovy Vary, podrían ofrecer por ejemplo productos de panadería, salchichones y especias a los habitantes locales.
A ello se oponen no obstante muchos arquitectos y protectores de monumentos históricos, objetando que el centro termal perdería así su aspecto típico que lo fue caracterizando a lo largo de decenios, y con ello también parte de los ingresos del turismo.