“Cuando tocamos el piano, estamos en el cielo”
Carlos Lama y Sofía Cabruja son dos pianistas españoles que han actuado en muchas de las principales ciudades del mundo y estuvieron en el Instituto Cervantes de Praga para presentar por primera vez la obra Don Quijote.
Comparten lo más esencial de sus vidas, el piano. Mientras que lo habitual es ver a un intérprete frente a su piano, Carlos Lama y Sofía Cabruja se sientan juntos en la banqueta y deslizan sus dedos en el mismo teclado logrando una melodía única, que nadie se imaginaría que está creada por un dúo.
Es la tercera vez que actúan en Praga, aunque dicen que ésta es la más especial, ya que la obra, Don Quijote, es un poema sinfónico escrito por el compositor valenciano, Daniel Basomba, creada expresamente para ser representada en los Institutos Cervantes. Además, Sofía Cabruja expresa su satisfacción por poder tocar en una ciudad donde se sienten realmente acogidos.
“Es un país con mucha tradición musical, donde la gente te acoge muy bien y donde siempre te da mucho gusto tocar, porque sabes que te escucha gente que entiende y que disfruta con ello”.A cuatro manos, así es como estos concertistas interpretan grandes obras de Schubert, Isaac Albéniz o Manuel de Falla, entre otros. Pero detrás de estas notas musicales se esconde un gran esfuerzo por conseguir un equilibrio entre ambos, como apunta Carlos.
“Tocar a cuatro manos es difícil. Tocar solo ya es muy difícil. Y tocar a cuatro manos, hay muchos repertorios. Es un repertorio un poco de las simplificaciones, lo que no se puede hacer en dos, se hace en cuatro. Pero hay otro repertorio, el profesional, que ya son las obras sinfónicas que están adaptadas a cuatro manos. La complejidad de no tener todo el teclado para ti, hay que negociar cada vez. Pero yo creo que lo más importante es sentir la música en el mismo modo, y eso no es tanto técnica como se puede pensar, sino es escuchar mucha música juntos, entender el modo de respirar igual, tener la misma concepción de la obra, eso te permite hacer un fraseo conjunto que parece que esté tocando una sola persona”.
La armonía que existe entre Carlos y Sofía es básica para poder interpretar a cuatro manos. Pero no siempre han tocado juntos, sino que empezaron por separado, hasta que un día, por casualidad, intentaron interpretar una obra a la vez y desde entonces, iniciaron una importante trayectoria profesional conjunta. Sofía Cabruja explica cómo se fusionaron sus vidas en una en común.
“Un día mi profesora nos dijo: “¿por qué no tocáis un poquitín juntos, a cuatro manos, que es muy bonito?”, y empezamos por experimentar un poco y se nos dio bien y a partir de ahí siempre escuchábamos música juntos, íbamos a conciertos juntos, íbamos a cursos juntos… y ya fue nuestra vida”.
Carlos y Sofía disfrutan tocando, una sensación que se percibe en cualquier auditorio o sala de conciertos donde actúan. Y es que según Sofía “hacemos de catalizador para que la gente llegue a sentir lo mismo que sentimos nosotros”. Carlos va más allá y asegura que cuando tocan, se sienten como si estuvieran en el cielo.
“Estamos en el cielo. Cuando estás tocando, tienes una gran paz. Cuando te llegas a concentrar, y llegas a ese momento, esos momentos mágicos, de esos piano, tan inspirados. Tienes una gran paz interior, lo cual es difícil de conseguir en otros ámbitos de la vida”.
Este dúo de pianistas siempre ha estado comprometido con los problemas sociales. Por este motivo, es habitual que ofrezcan conciertos benéficos. Qué mejor manera de ayudar a los más necesitados haciéndolo a través de su música, como afirma Sofía.
“Es un proyecto que siempre hemos tenido presente en la vida, de poder ayudar a los demás. Cada año, por lo menos, como mínimo hacemos un concierto benéfico para alguna institución, sea el cáncer, la UNICEF, la Cruz Roja. Como mínimo uno y si podemos más. Es una cosa que siempre nos apetece, que a través de lo que nosotros sabemos hacer, tocar el piano, la gente que más lo necesita se pueda aprovechar un poquitín”.
El dúo tiene un futuro proyecto que espera con mucha ilusión, tocar en la sala de conciertos Carnegie Hall de Nueva York. Para ellos, se trata de un premio a muchos años de esfuerzo y trabajo. Sin lugar a dudas, se lo merecen.