“Cualquier voluntariado te hace aprender de las demás personas”
Apenas comenzó la guerra en Ucrania, supo que necesitaba colaborar de algún modo. Desde entonces, Lucie Zajíčková va con frecuencia a la Estación Central de trenes de Praga a recibir y ayudar a los refugiados ucranianos. En esta entrevista nos cuenta algunos detalles de esa tarea tan compleja como gratificante.
Lucie Zajíčková recuerda, como si fuera hoy, cómo le temblaban las manos y la incertidumbre que sintió al recibir, en la Estación Central de trenes de Praga, a los primeros refugiados de Ucrania. Sin embargo, no había opción ni vuelta atrás porque, ya desde el momento en que se enteró del estallido de la guerra, sintió la necesidad de involucrarse.
“Sí, recuerdo que me desperté el jueves 24, yo estudié diplomacia, así que estoy vinculada con temas de política y relaciones internacionales, así que venía siguiendo las noticias desde hacía un tiempo y sabía que quizás algo sucedería, pero como soy una persona bastante optimista tenía la esperanza de que no fuera tan terrible, entonces cuando me desperté ese jueves y supe que Rusia había invadido Ucrania, fue algo muy estresante para mí porque cuando sucede algo así siempre siento que tengo que hacer algo”.
Como se trataba de un conflicto que, en algún punto, estaba sucediendo lejos, pero al mismo tiempo muy cerca, se puso a buscar cuál era el mejor modo de brindar ayuda. De alguna manera, sintió la misma sensación de parálisis que había experimentado tres años atrás con el Covid y entendió que lo mejor era entrar en acción para no obsesionarse con las noticias. Ya ese mismo fin de semana estaba trabajando en uno de los sitios web coordinando el trabajo de traductores y voluntarios y la misma vorágine de los acontecimientos la fue llevando a la acción.
“Creo que mucha gente en Ucrania sabía que algo sucedería, así que los primeros que vinieron de alguna forma estaban un poco más preparados y la mayoría eran de la parte oeste del país, donde todavía no había guerra y lograron escapar justo antes porque ahora mismo toda Ucrania está bajo amenaza, pero al principio había gente que tal vez no había experimentado la guerra en sí, luego empezaron a venir personas del este que sí habían sufrido ataques. En definitiva todo fue bastante rápido y ya en los primeros días empezaron a venir muchas personas en los trenes”.
Entre las escenas que más la impresionaron durante su trabajo como voluntaria asistiendo a los refugiados ucranianos, Lucie Zajíčková recuerda, sobre todo, el caso de una madre con graves problemas auditivos y dos hijos pequeños que tenía que lidiar contra todos los obstáculos imaginables. También cuenta Zajíčková que llegaron muchos ancianos y hasta niños que viajaban absolutamente solos.
“Están viniendo desde las fronteras, en un tren humanitario proveniente de Przemyśl, en la frontera entre Polonia y Ucrania, ese tren llega unas dos veces al día pero también llegan formaciones desde otros lugares como Eslovaquia, Polonia e incluso Hungría, donde tal vez estuvieron dos días de paso. Al principio llegaban diariamente seis mil personas, luego la cifra pasó más o menos a dos mil, y hoy sigue bajando”.
Explica Lucie Zajíčková que eso que, al principio, parecía una buena noticia no lo es porque, en realidad, lo que indica esa merma es que muchas personas están atrapadas en distintas ciudades como Mariúpol. De hecho, muchos de los que tenían intención de irse, quedaron discapacitados o muy enfermos por lo que no pueden trasladarse con la asistencia adecuada, mientras que otras personas deciden quedarse en Ucrania para defenderse y resistir. Pero más allá de eso, recibir y brindar ayuda a los refugiados que sí logran llegar, en este caso, a Chequia, requiere, por supuesto, mucho esfuerzo y constancia.
“La primera semana creo que estuve unas cuatro veces después del trabajo y durante el fin de semana, y siempre llegaba entre las 17:00 y las 18:00 y aunque planeaba irme a las 21:00 me quedaba hasta las 23:00 porque es mucha gente y algunos casos son difíciles. Recuerdo, por ejemplo, a un grupo de estudiantes de Marruecos en Ucrania que tuvieron que escapar, pero, claro, no tenían pasaporte ucraniano y, por lo tanto, no se los consideraba refugiados, con lo cual debían seguir un proceso distinto que nos llevaba un tiempo averiguar, imagina entre seiscientas y setecientas personas viniendo en un tren, y de las que tienen que ocuparse entre veinte y treinta voluntarios”.
Zajíčková recuerda que, al principio, los voluntarios no eran más de diez y, con el correr de los días, la cifra se fue triplicando. Hoy, casi la mitad de ellos sabe ucraniano o ruso y está en condiciones de traducir, pero también hay gente que facilita comida o logística, además de bomberos y otros que ayudan a cargar los equipajes. Zajíčková trabaja en el departamento de recursos humanos de una empresa holandesa-palestina, y afirma que su experiencia la impulsó también a colaborar con los refugiados porque ya pasó por situaciones similares que padecen sus allegados palestinos. La de Zajíčková es una posición interesante teniendo en cuenta ciertas voces que se quejan de que, en su opinión, la sociedad no reacciona de la misma forma a los distintos conflictos políticos y guerras. Pero a pesar de estar muy al tanto de lo que sucede en otras partes del mundo y de reconocer que el equilibro no es nada sencillo, Zajíčková entiende perfectamente que esta guerra en particular haya generado tanto impacto entre los checos.
“Creo que porque es algo muy cercano y se trata de Rusia contra Ucrania que nos toca en lo personal porque pasamos una situación similar en 1968, así que todavía está latente la idea de Rusia invadiendo países alrededor, y el efecto que se genera es como una especie de lucha contra el invasor que, en este caso puntual, invade Ucrania pero también lo que sería el mundo democrático. Así que si pasa esto es porque es muy cerca, se trata de una cultura muy similar y creo que está muy claro que Rusia invadió Ucrania, mientras que otros conflictos resultan mucho más complicados para nosotros, así que no creo que tenga sentido comparar, pero sí entiendo que el tema de Ucrania es algo importante y debemos hacer algo al respecto”.
A Zajíčková le parece necesario informarse también de conflictos más lejanos, pero tampoco cree que a la sociedad no le interesen otras guerras. Durante los peores momentos de la pandemia, ya había estado asistiendo a muchos ancianos que se contagiaban de Covid. Y si bien reconoce que realizar voluntariados puede ser algo muy estresante, asegura que estaría mucho más nerviosa si se quedase sentada en el sillón de su casa mirando las noticias por la tele o el ordenador.
“No puedo ir a Ucrania pero sí ayudar a que se sientan un poco mejor los refugiados que vienen y, de hecho, yo suelo decir que tengo el privilegio de ayudarlos porque tengo dinero suficiente. Trabajo, aun no tengo hijos, solo a mi novio y mi perro, tengo bastante tiempo libre, puedo ir a una fiesta o al shopping o puedo hacer algo significativo y que tenga algún impacto, y creo que eso es hacer un mejor uso del tiempo, pero todos reaccionamos ante los problemas de manera diferente y por eso no presiono a nadie porque para mí esto es lo mejor, pero para otra gente puede ser mejor sentarse en su casa y ver las noticias o incluso apagarlas porque se estresan. Pero yo siento que lo hago también para crecer como persona porque cualquier experiencia de voluntariado te hace aprender de los demás, especialmente en estas situaciones tan estresantes. Es decir, que no lo hago solo por los demás sino también para ayudarme a mí”.
En ese sentido, entiende a la gente que quizás no colabora en forma activa porque se trata de una elección personal y, por otro lado, Zajíčková tiene muy en cuenta que, durante la pandemia, muchas personas perdieron incluso a varios seres queridos. Y aunque afirma que la sorprendió muy positivamente la solidaridad de los checos hacia Ucrania, lo que rechaza de plano son algunos comentarios poco amables que escuchó contra los refugiados y las facilidades que se les está dando en Chequia. Eso es algo que, definitivamente, no comprende ni tolera porque nadie elige lidiar con una invasión y una guerra.