Conmemoraciones y protestas del 17 de noviembre
La República Checa conmemoró el 17 de noviembre un doble aniversario: la persecución nazi de estudiantes universitarios en 1939 y la Revolución de Terciopelo de 1989.
“El segundo régimen totalitario ha sido tal vez aún más desconsolador, ya que en su creación participó nuestro pueblo”, subrayó el presidente.
El 17 de noviembre la gente enciende tradicionalmente velas en la Avenida Nacional de Praga, en recuerdo de la manifestación estudiantil dispersada brutalmente en 1989 por la policía comunista. Este hecho se convirtió en el impulso que llevó posteriormente al derrumbe del régimen totalitario. El primer ministro, Mirek Topolánek, destacó que la democracia checa sigue siendo muy joven y que quedan cosas pendientes por mejorar.
“Creo que debemos hacernos la pregunta si la democracia es bastante madura y si al adquirir la libertad somos capaces de encargarnos de la responsabilidad resultante de la misma. Contesto que sí, tal vez. Creo que los 18 años de democracia son un período corto para evaluarlo y que algunos casos excesivos comprueban que no estamos, del todo, aleccionados”, señaló el jefe del Gobierno.Por su parte, varias personas aprovecharon la fiesta nacional para expresar su opinión respecto a diversos temas: En la Plaza Vieja, la gente protestó contra el régimen comunista en China. En la Plaza Palacký, los nacionalistas enterraron simbólicamente la libertad de expresión, después de que la Alcaldía de Praga prohibió el 10 de noviembre la marcha neonazi por el Barrio Judío de la capital, en el día de la conmemoración de la Noche de los Cristales Rotos.
Mientras que en la Plaza Venceslao, unas dos mil personas protestaron contra el previsto emplazamiento de la base de radares estadounidense en la República Checa. El portavoz de la iniciativa No a los radares, Jan Tamáš, explicó el motivo de la manifestación.“Creemos que los ideales con los que soñamos hace 18 años no se han cumplido y que los altos cargos políticos siguen decidiendo sobre las cuestiones claves sin tomar en cuenta la opinión pública, imponiendo sus proyectos a pesar del desacuerdo de la mayoría de la población checa”, dijo Tamáš.
A pesar de los temores que existían en relación con posibles incidentes violentos, como los que se produjeron el sábado anterior, esta vez no hubo enfrentamientos entre extremistas de derecha y de izquierda.