Chequia y Europa sopesan el boicot diplomático contra Pekín
Chequia y Europa se debaten entre apoyar o no el creciente boicot contra los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín. Reina la disparidad de opiniones tanto a escala nacional como europea.
Hace 13 años China se estrenó como sede de una cita olímpica con la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Si bien el evento puso al país en el foco mediático y transcurrió con normalidad, también generó una gran controversia en relación con los problemas de contaminación atmosférica de la ciudad o las acusaciones contra un régimen que vulneraba sistemáticamente los derechos humanos. Se llegó a hablar incluso de boicotear los juegos pero, finalmente, las voces críticas fueron acalladas y todo cayó en saco roto.
Ahora, más de una década después y en vísperas de los Juegos de Invierno, China se enfrenta a una especie de déjà vu al ver como la amenaza se repite y que, en esta ocasión, el boicot es más real que nunca. Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Canadá lanzaron el órdago al anunciar un boicot diplomático contra el evento, lo que implica que los atletas acudirán a sus respectivas competiciones pero no les acompañarán representantes oficiales ni políticos de ninguno de estos países. China se apresuró en condenar airadamente la decisión mientras, entre tanto, Europa mira de reojo y decide su posición entre la división interna.
El debate también existe a escala nacional. Dentro de la política checa existe disparidad de voces y opiniones al respecto. Jan Lipavský, futuro ministro de Asuntos Exteriores y casi aún inmerso en la polémica en torno a su nombramiento, propuso unos días atrás que el país se sumase al boicot. Su compañera del Partido Pirata y eurodiputada checa Markéta Gregorová compartió esta postura.
“Creo que sería apropiado que la República Checa se uniera a este boicot diplomático. Las razones son las mismas que han proporcionado los otros países: la violación de los derechos humanos”.
También se encuentran posturas contrarias al boicot, como en el caso de la presidenta del Partido Comunista y eurodiputada Kateřina Konečná, quien resaltó el valor del deporte como una herramienta de conciliación y no como un espacio en el que realizar este tipo de acciones.
“Creo que si hay algo que tenga una posibilidad real de ayudar a fortalecer la adhesión al derecho internacional, la discusión y el debate, es precisamente la diplomacia en las áreas del deporte y la cultura. No son boicots, sanciones, intimidación o ultimátums”.
Por su parte el primer ministro en funciones, Andrej Babiš, afirmó comprender las causas que han llevado a los países impulsores del boicot a tomar esta decisión, sin embargo, abogó por la adopción de una postura conjunta entre los miembros de la UE. Babiš reveló también que el asunto se abordará en la próxima reunión del Consejo Europeo, de la que espera que salga alguna decisión.
Las discrepancias también existen entre los países miembros de una Unión Europea vacilante y ambigua que trata de mediar en el continuo conflicto China-EEUU. Francia, por ejemplo, se ha destapado como la principal voz europea en contra del boicot. El primer ministro francés, Emmanuel Macron, se mostró contrario a politizar el tema aunque reafirmó su voluntad de diálogo con el resto de miembros para alcanzar un acuerdo colectivo.
“No creo que debamos politizar este tema, especialmente cuando sabemos que es una medida simbólica muy débil. Cumplamos con ciertos estándares para proteger a los atletas de todo el mundo y preservar su independencia”.
Fuera del espacio europeo, el grupo de países anglosajones, EEUU, Reino Unido, Canadá y Australia, representan el núcleo duro de la oposición a China y son los principales responsables del boicot. El ex líder conservador y parlamentario británico Iain Duncan Smith incluso deslizó la posibilidad de que los atletas declinen participar y dejó un claro mensaje de reprobación al régimen chino.
"Los atletas individuales pueden decidir por sí mismos. Espero que miren lo que está sucediendo en China y se hagan una simple pregunta: ¿Vale la pena?”.
Son el manejo y las prácticas de la política china lo que ha vuelto a poner al país asiático en el ojo de la comunidad internacional. La supresión de las libertades del Tíbet y Hong Kong son un buen ejemplo de ello, así como la violación de los derechos de los uigures, una minoría musulmana, en la provincia de Xinjiang. Un millón de ellos permanecen encerrados en centros de detención, donde, presuntamente, son sometidos a torturas, violaciones, esterilizaciones y abortos forzados. Pekín niega esta versión.
Desde China han tildado el boicot de “manipulación política” y aseguran que este tendrá consecuencias. Los países europeos, por su parte, esperan tomar una determinación conjunta pronto, aunque son muchos los que muestran su escepticismo ante que el acuerdo vaya a existir a corto plazo.