Chequia vuelve a caer en el ranking de corrupción y empata con Ruanda y Omán
La República Checa perdió cinco posiciones más en la clasificación de percepción de la corrupción que publica anualmente la organización Transparencia Internacional. Leyes mal diseñadas, lobbies opacos y unos administradores públicos subordinados al interés político alejan a Chequia de la media europea.
La República Checa ocupó el lugar 49 del ranking de percepción de la corrupción referente a 2020 de Transparencia Internacional en el que se evaluó a 180 países. Dinamarca y Nueva Zelanda encabezan un año más la lista, con 88 puntos sobre 100. En el otro extremo se situaron Somalia y Sudán del Sur, con tan solo 12 puntos.
Con 54 puntos, Chequia comparte posición con Ruanda y Omán, y se sitúa ya 10 puntos por debajo de la media de la Unión Europea, la región con mejores índices, especialmente en su parte occidental.
El director de la filial en Praga de Transparencia Internacional, Petr Leyer, explicó a la Radio Checa las razones principales de la caída del país, que se mantiene durante los últimos tres años.
“Se retuercen las normas en beneficio de ciertos grupos económicos. Las normas que hay establecidas no son violadas, sino que están establecidas de forma que no sea necesario violarlas. Como ejemplo podemos poner el conflicto de intereses del primer ministro, Andrej Babiš, que trabaja en el Gobierno y, sobre todo, en el ámbito ejecutivo. Pero también nos encontramos con lobbies opacos en la Cámara de Diputados”.
En los últimos tiempos Chequia ha regresado a niveles de percepción de corrupción que no ocupaba desde hacía una década. Para Leyer, esto se debe a la “privatización del interés público”. Argumenta que no existe una voluntad política de dotar a los órganos de administración y supervisión del Estado de responsables cualificados e independientes. “Los puestos son otorgados únicamente en base a la lealtad y subordinación al poder político”, opina el director de Transparencia Internacional de la República Checa.
En este aspecto, Leyer pone como ejemplo el concurso para el nuevo jefe de la Oficina Antimonopolio, que no fue transparente y cuyo candidato elegido arroja dudas sobre su preparación para el puesto.
Petr Leyer considera indispensable que la República Checa afronte cambios legislativos que se enfrenten a esta situación.
“Se tienen que adoptar códigos éticos en órganos representativos como la Cámara de Diputados o el Senado. Se deben retomar cuestiones como la reforma de la representación del Estado. Son puntos clave en los que la República Checa, por desgracia, no está avanzando”.
Numerosas causas de corrupción política demuestran que el Estado checo es incapaz desde hace años de luchar contra esta lacra, opinan desde Transparencia Internacional. Un problema que, señalan además, la pandemia no ha hecho sino empeorar, ya que el COVID-19 “también es una crisis de corrupción que nos está superando”.
La corrupción mata
Por un lado, el coronavirus ha puesto a prueba la solidez de los sistemas políticos de los países y ha provocado una crisis que pone en riesgo a las democracias liberales, aseguran. Y por otro, las consecuencias económicas de la pandemia han sido mejor llevadas por los países con menor corrupción, expone en su análisis la organización. Estos países son los que más invierten en sanidad, ofrecen un mejor servicio público de salud y quienes menos han permitido la violación de los principios democráticos por el coronavirus.
Según Transparencia Internacional, la corrupción también ha provocado muertes durante la pandemia y ha impedido una búsqueda de soluciones globales a la crisis. La adquisición de material sanitario, como, por ejemplo, las mascarillas, ha dado nuevas oportunidades a muchos de llenarse los bolsillos en perjuicio de la población. Por esta razón, en muchos lugares han faltado luego recursos para contar con suficientes médicos u hospitales y clínicas en funcionamiento, explican.
