Chequia conmemora el Día de las Víctimas del Régimen Comunista
Tras una farsa judicial, hace exactamente 72 años se ejecutó a la abogada y política Milada Horáková. Otros tres opositores cumplieron la pena de muerte junto a ella el 27 de junio de 1950. Esa fue la fecha elegida para establecer el Día de las Víctimas del Régimen Comunista.
“Señorías, es difícil, muy difícil para mí encontrar razones para defenderme. Todos mis actos los hacía de manera consciente. Quiero asumir toda la responsabilidad y voy a aceptar el castigo que se me establezca”.
Con estas firmes palabras empezó Milada Horáková su último discurso antes de conocer el veredicto final del tribunal. Milada Horáková fue abogada, política socialdemócrata y feminista checa. Dos años después de la revolución comunista, cuando el régimen necesitaba acobardar a sus posibles oponentes con el fin de fortalecer su posición, los representantes políticos eligieron a Horáková como miembro de una conspiración inventada contra el estado, según explicó para la Radio Checa el historiador Petr Blažek.
“Debido a su comportamiento muy valiente frente al tribunal y debido a su actividad previa, sobre todo en las cuestiones sociales de las mujeres y debido a su actividad en la resistencia, se convirtió en un personaje destacado que personifica la opresión del Partido Comunista sobre el resto de partidos políticos”.
Milada Horáková se opuso tanto al régimen fascista durante la Segunda Guerra Mundial como al régimen comunista, abandonando su puesto en el Parlamento después del golpe comunista en febrero de 1948. Posteriormente permaneció en contacto con sus colegas del Partido Nacional Socialista Checoslovaco, incluso con el anterior presidente del partido, Petr Zenkl, que se exilió. Según opina el historiador Blažek, el verdadero motivo del proceso inventado contra Horáková fue apuntar al exilio como una fuente de contagio y como a un coorganizador de una nueva guerra mundial. Y Horáková fue la mejor candidata para ser acusada de una conspiración contra el Estado.
El proceso fue organizado en parte por consejeros soviéticos, cuyo objetivo era intimidar a los posibles adversarios del régimen, y el desarrollo del proceso, incluidos los testimonios tanto de los acusados como de los testigos y hasta las sentencias fueron escritos y preparados de antemano. En el último discurso de Horáková, parece que ya supiera la conclusión del proceso con su pena de muerte.
“Mentiría, señorías, si dijera que he cambiado completamente y que ha habido un trastorno en mi convicción y que soy diferente. Decir esto no sería verdadero y sincero. Pero pienso que la única cosa valiente que todavía puedo hacer es decirles a todos de manera sincera y sin adornos que no hagan lo que hacía yo, no lo hagan a no ser que estuvieran locos o procuraran convertirse en unos falsos mártires o quisieran morir”.
Como cree el historiador Blažek, las últimas palabras de Horáková se dirigían a sus colegas políticos, a los que avisaba de lo “fácil” que era convertirse en un preso político.
Durante 55 años, esta grabación de Horáková permaneció escondida en el Archivo Nacional, pues la acusada no mostraba en su actitud ningún tipo de miedo y temor, cuestión que no le convenía al régimen comunista. La postura valiente de Horáková frente a su destino fue confirmada para la Radio Checa también por su hija, Jana Kánská, que siendo una adolescente de 16 años pudo despedirse de su madre la última noche antes de la ejecución.
“Estaba completamente tranquila, valiente, entera y maravillosa. 70 años es mucho tiempo y hay momentos que siguen siendo difíciles y llenos de dolor. Pero una se acostumbra a la nueva situación y la persona a la que había perdido la guarda en su memoria. En el caso de mi madre recuerdo, sobre todo, el inmenso honor, sinceridad y valentía con la cual se encaraba al proceso y por el cual sacrificó su vida”.
La sentencia de muerte fue pronunciada por el juez el 8 de junio de 1950. Cuatro de los trece acusados fueron ejecutados unas tres semanas después, el 27 de junio en la cárcel praguense de Pankrác. Milada Horáková fue la única mujer ejecutada en un proceso político en Checoslovaquia.