Brtnice, ciudad natal de uno de los impulsores del art Nouveau de Viena
La ciudad de Brtnice se encuentra en Vysočina, conocida también como la Meseta Checomorava, región que delinea la frontera entre los territorios de Bohemia y Moravia. Se trata de una ciudad pequeña, pero con una serie de encantos y curiosidades que cautivan a todos los que la visitan, como por ejemplo el museo local, el castillo y un sinnúmero de románticos rincones naturales.
Se estima que los primeros habitantes del lugar llegaron entre los siglos XI y XII. Junto al río Brtnice levantaron sus primeras viviendas y poco a poco fueron trazando las primeras líneas de lo que pasaría a ser una importante y próspera localidad mencionada en varias crónicas del siglo XIII.
El margrave Přemysl habla de Brtnice por primera vez en un documento enviado a su madre Constancia de Hungría. El escrito fue confirmado posteriormente por Robert, obispo de Olomouc y por el propio rey Venceslao I.A la confirmación de la existencia de lugar por escrito debemos agregar otro hito muy importante, resulta que en la cercana ciudad de Jihlava fueron descubiertos yacimientos de plata y gracias a su situación geográfica Brtnice se convirtió en un importante centro de negocios.
Entre las primeras edificaciones sobresalió un restaurante con cervecería para los viajeros y comerciantes. Tiempo después fue construida la iglesia de Santiago y empezaron los trabajos en los campos agrícolas al tiempo que surgieron las primeras manufacturas, por ejemplo, peleterías, pequeñas textileras y alfarerías.
Uno de sus dueños fue, por ejemplo Hynek de Wallenstein que en el siglo XV compró tierras y aldeas en los alrededores de Brtnice, hecho que aumentó la importancia de Brtnice.
Los vecinos de la cercana ciudad de Jihlava no vieron con buenos ojos el apoyo que prestaban los Wallenstein a los husitas. Como resultado de los enfrentamientos durante las guerras husitas, entre 1420 hasta casi 1434, fue destruido el cercano castillo Rokstein (Rokštejn), bajo la jurisdicción de Brtnice.
La respuesta no se hizo esperar y otro de los Wallenstein, Zdeněk, dio la orden de construir un castillo directamente en Brtnice. Los representantes de Jihlava perdieron el pleito y fue así como empezó la construcción de un nuevo castillo que se convirtió en el símbolo emblemático de la ciudad.
Con el correr de los años, el abandono y descuido fueron deteriorando el inmueble, que pasó de mano en mano. Ni la aristocracia ni posteriormente la democracia, y menos los comunistas, se preocuparon por salvar esta joya arquitectónica.
Pero nos estamos adelantando a los hechos. Gracias a la intervención de los Wallenstein y a la decisión del rey Matías Corvino, Brtnice fue declarada ‘ciudad pequeña’, lo que le otorgó el derecho a celebrar dos mercados, uno para las festividades de San Felipe y Santiago y otro para la fiesta de San Venceslao.Brtnice vivió entonces una época de prosperidad que mejoró con la llegada de los judíos que arribaron al lugar procedentes de Jihlava. Como consecuencia de los diversos conflictos bélicos, la pequeña ciudad la habitaban un poco más de 500 personas que vivían relativamente bien.
Como muestra del bienestar destaca el funcionamiento de un balneario, unas cuantas tiendas y dos cervecerías, así como el inicio de los trabajos de reconstrucción del castillo.
Para las obras fue invitado el arquitecto italiano Baltasar Maggi de Ronio y el castillo adquirió un nuevo aire. Los Wallenstein muy orgullosos de su castillo celebraron una serie de actividades sociales para sus allegados.Lamentablemente de esa época no quedó nada, los cien recintos, salones y habitaciones del castillo no están actualmente en condiciones de recibir visitantes, pero sus patios son aprovechados para diversas actividades al aire libre nos cuenta Eliška Nosálová, comisaria de las muestras.
“Una de las principales actividades de Brtnice es sin duda el certamen internacional de herreros. Cada dos años se dan cita aquí herreros de todo el país e invitados extranjeros. Durante tres días trabajan directamente en el patio del castillo”, indicó.
Las obras creadas durante el concurso son donadas a la ciudad, que en estos momentos dispone de una amplia colección de piezas de arte originales.Tras la muerte de Hynek de Wallenstein en 1623, Brtnice y sus alrededores pasan a ser propiedad del conde Rombaldo Collalto. En 1637 un terrible incendio destruyó unas 60 casas y la iglesia.
Ocho años después los suecos saquearon la ciudad, destruyeron las murallas, varias viviendas y tuvieron que pasar muchos años para que los habitantes se recuperaran de los daños causados por los soldados suecos, sin olvidar una epidemia de peste que acabó con la vida de unas 200 personas.
Brtnice registra una significativa recuperación en el siglo XVIII, pero un nuevo incendio arrasa con 200 casas, parte del castillo, las dos iglesias que se habían erigido, el convento y parte del archivo de la pequeña ciudad.A pesar de las inclemencias del tiempo, los gobernantes, los regímenes, y su convulsa historia, Brtnice se ha mantenido firme y ha sobrevivido hasta nuestros días.
Uno de sus próceres de proyección internacional fue el arquitecto Josef Hoffmann, que nació en Brtnice el 15 de diciembre de 1870. Su casa natal es un museo que recuerda su vida y obra.
Con tan solo 25 años Hoffmann ganó el Premio de Roma, para jóvenes pintores, escultores y arquitectos. Fue miembro del grupo que impulsó el art Nouveau en Viena.Además de Josef Hofmann se encontraban en el grupo personalidades como Otto Wagner, Adolf Loos, Joseph Maria Olbrich y el pintor Gustav Klimt.
Josef Hoffmann diseñó casas y edificios en muchos países europeos. Además de proyectar los inmuebles se encargó del diseño de todos los detalles interiores, como puertas, cerrojos, lámparas etc, recuerda Marie Šindlerová, guía del museo Hoffmann.
“Josef Hoffmann se quedó en Viena, donde realizó la mayoría de sus obras, pero su edificio más famoso es el Palacio Stoclet de Bruselas”,
La casa natal de Hoffmann fue confiscada por los comunistas, tras su llegada al poder en 1948. La fina decoración de las paredes fue sustituida por un color blanco omnipresente y el mobiliario terminó en las residencias de los jerarcas del régimen.
Hace seis años terminaron los trabajos de restauración y el museo ofrece en la actualidad el aspecto original de la casa natal del arquitecto Josef Hoffmann.
Brtnice cuenta además con una ultramoderna biblioteca pública, vale la pena visitar el histórico edificio del Ayuntamiento, la Iglesia de Santiago, el puente de piedra con esculturas góticas, los patios del castillo y por supuesto los bellos bosques que rodean la ciudad, sin olvidar hermosos y románticos recovecos del río Brtnice.Así que amigos cuando viajen a la región de Vysočina no olviden darse una escapada a Brtnice, que a pesar de ser una ciudad pequeña guarda en sus entrañas una gran historia.