Azotes, guisantes y chorros de agua - los principios de la enseñanza obligatoria en las Tierras Checas

Emperatriz  María Teresa

Este año se cumplen 240 años del establecimiento de la enseñanza obligatoria en las tierras checas, decretado por la emperatriz austrohúngara María Teresa. En los siguientes minutos echaremos una mirada a los comienzos del sistema escolar, las asignaturas que se enseñaban así como a los castigos que sufrían alumnos desobedientes.

Emperatriz  María Teresa
“Nos gustaría, que los padres mandasen a sus niños de edad entre 6 y 12 años al colegio”. Con estas palabras estableció la emperatriz austrohúngara María Teresa en 1774 el inicio de la enseñanza obligatoria. Este paso importante se sumó a otros cambios fundamentales en los sectores financiero, militar y jurídico llevados a cabo en la época de Ilustración a fin de modernizar y centralizar la coordinación de los países del Imperio Austrohúngaro, del que formaban parte entonces las tierras checas.

El sistema escolar anterior de la reforma se caracterizaba, sobre todo, por su alto grado de desorganización, originada por la falta de un único concepto y una coordinación centralizada.

Las primeras escuelas, creadas aproximadamente entre los siglos IX y XI eran eclesiásticas y estaban destinadas a los futuros monjes. Para conocimientos más amplios uno tenía que andar a los colegios latinos, que ofrecían asignaturas humanistas. Sin embargo, muchas escuelas dependían de la generosidad de los señores feudales y los nobles, y la mayoría de la población checa seguía siendo analfabeta.

Con la llegada de los protestantes a las tierras checas nacieron en los municipios numerosas escuelas parroquiales, mientras que los pueblos tuvieron que conformarse con escuelas ambulantes, que llegaban ocasionalmente.

La remuneración de los maestros entonces equivalía a una limosna, consistiendo a menudo en una barra de pan o un par de huevos. Además, muchos docentes se veían obligados a alojarse en la clase del colegio, que solían ser edificios deteriorados y sucios. La mayoría de ellos carecía de formación pedagógica, y con que leyeran un par de libros o viajaran un poco, era suficiente para desempeñar el cargo de profesor.

Entonces se impartían clases de asignaturas básicas como la escritura, la lectura, las matemáticas y la religión, pero frecuentemente la educación resultaba ineficaz, ya que uno de los métodos didácticos más empleados se basaba en la memorización de textos sin llegar a entender su contenido.

Foto ilustrativa: foto del museo de Strakonice,  archivo de Radio Praga
Además, la asistencia de los alumnos era inestable, puesto que algunos padres consideraban ese modo de enseñanza inservible y preferían que sus hijos les ayudasen en el campo. En numerosas escuelas la enseñanza además transcurría solamente en invierno, ya que el resto del año los niños lo pasaban ejerciendo labores agrícolas.

Una enseñanza obligatoria poco firme

En aquella época cada vez más industrial, la emperatriz María Teresa era consciente de la necesidad de mano de obra cualificada, y decidió dar por acabado el desorden en el sistema estableciendo su centralización.

En 1774 publicó el documento La General Orden Escolar, considerado el inicio de la enseñanza obligatoria en el Imperio Austrohúngaro. Sin embargo, en los primeros cien años no era tan obligatoria, según destaca Magdalena Šustová del Museo Pedagógico de Jan Amos Komenský.

Jan Amos Komenský
“La General Orden Escolar establecida por María Teresa introdujo la enseñanza obligatoria para niños de 6 a 12 años de edad. Sin embargo, pese a ser obligatoria, no se determinó ningún tipo de sanciones por no haber atendido las clases. Es que ni siquiera era posible, porque entonces había escasez de edificios para crear escuelas. Hasta mediados del siglo XIX no era habitual que un colegio tuviese su propio edificio. En los pueblos pequeños los niños a menudo tenían que atender las clases en la casa del profesor o en la parroquia local”.

Así pues, la clave de la reforma se basó sobre todo en instaurar una red de escuelas públicas gratuitas para todos los niños. En pueblos y municipios pequeños se establecieron escuelas triviales de dos clases, cuyo nombre deriva de la palabra trivio, es decir, tres asignaturas básicas –lectura, escritura y matemáticas, contando la última con tan solo cuatro operaciones elementales. La asignatura de mayor importancia era la Religión y también se impartían clases de conocimientos de agricultura y otras labores según las necesidades regionales.

En las ciudades grandes se formaron Escuelas Mayores, donde aparte del trivio se enseñaba latín, dibujo, agrimensura, historia y geografía, y los chicos obtenían conocimientos de industria, mientras que la chicas asistían a clases de costura y punto.

Otra novedad llegó con las Escuelas de Domingo destinadas a los adolescentes de entre 12 y 20 años de edad. Las clases duraban solamente una hora y se las apodaba también escuela de repaso, ya que los alumnos asistían a las clases hasta que no dominaban la materia perfectamente. El que no asistía, tenía que pagar una multa.

El primer libro de texto moderno

Un año después de la reforma, las tierras checas contaban con aproximadamente 1.000 escuelas que tan solo seis años después aumentaron en más de la mitad.

Magdalena Šustová,  foto: Martina Bílá
Asimismo se establecieron normas que determinaban el equipamiento de la clase. Sin embargo, la realidad siempre iba de la mano con los recursos financieros, que eran escasos. Aparte de pupitres, sillas y una pizarra perfectamente barnizada, no debía faltar un crucifijo, así como un retrato de la emperatriz.

También se fundó la Editorial de Libros Escolares y entre las publicaciones más utilizadas destacaba Orbis Pictus, un libro del filósofo y escritor checo Jan Amos Komenský conocido también como el Padre de la Pedagogía, que estableció las bases de la enseñanza moderna y cuya obra didáctica gozaba de éxito a lo largo de Europa.

Publicado en 1658, el libro fue revolucionario, ya que se basaba en técnicas visuales. A través de cientos de dibujos repartidos en bloques temáticos los niños obtenían conocimientos tanto de lo descrito como de los idiomas, según aproxima Magdalena Šustová.

Orbis Pictus
“Orbis Pictus es una de las publicaciones más imprimidas de Jan Amos Komenský. Fue traducida a casi todas las lenguas europeas e incluso se preparaban traducciones al persa y al turco. Había ediciones bilingües, pero también quintilingues y hay que destacar que los libros de texto actuales siguen estando inspirados en los principios del libro de Komenský. Es una publicación legendaria. Con entusiasmo lo comentaba también el escritor alemán Johann Wolfgang Goethe. En cuanto a la adaptación gráfica, es muy profesional. Originalmente estaba decorado con grabados en madera y después en cobre. Se han conservado las versiones modernas del siglo XVI, cuando ya se omitía el latín. Estos libros estaban decorados con unas preciosas litografías coloreadas a mano, y aquí en el museo tenemos unas cuantas ediciones”, indicó.

La letra con sangre entra

Al igual que hoy día, entonces también el profesorado tenía que enfrentarse a falta de respeto por parte de los alumnos. Por tanto los castigos físicos estaban al orden del día.

Azotes con un bastón de junco, chorros del agua en la espalda de los que se quedaban dormidos durante la clase, tabaco en polvo metido en la nariz o largos ratos de arrodillamiento sobre un montón de guisantes duros son solo algunos de los castigos empleados en aquella época.

“Los castigos físicos fueron prohibidos por orden oficial en 1869 y en los institutos un año más tarde. Es verdad, que el Libro Metódico de 1775 indica que los castigos físicos debían ser utilizados solamente en casos excepcionales. Pero la verdad es que, sobre todo en los pueblo se utilizaban bastante. Por otro lado, los institutos del sistema escolar austríaco disponían de otros tipos de castigos. Por ejemplo, la “karcera”, que consistía en quedarse en el colegio más horas tras acabarse la clase. Asimismo se daban reprimendas o hasta había expulsiones del colegio. Incluso existía un castigo, que hoy día resultaría imposible, es decir, cuando el comportamiento del alumno era inmanejable, lo expulsaban y a nadie le importaba si terminaba los estudios o se quedaba analfabeto”.

El idioma checo, en segundo plano

Leopold Hasner
La reforma escolar de María Teresa fue sometida a numerosas críticas negativas, y no solamente por parte de los niños que se vieron obligados a asistir a las clases con desgana, sino también por ser considerada una parte de la estrategia de germanizar al pueblo checo.

Excepto los colegios triviales, donde las clases se impartían en checo, a partir del segundo curso de las demás escuelas se enseñaba en alemán y ese idioma lo adoptaron también los institutos originalmente latinos.

Más allá de sus diversas modificaciones, este concepto de la educación permaneció hasta 1869, cuando el ministro de Enseñaza austrogúngaro Leopold Hasner publicó una Ley Escolar, que alargaba la educación de dos años, ampliaba las clases impartidas y establecía institutos para los futuros profesores. En los siguientes años el sistema escolar checo pasó por diversos cambios, pero a ellos reservaremos una de las próximas ediciones.