Ayudando a vivir en la calle con dignidad
El problema de la indigencia es más agudo en invierno. Hablamos con la fundación Naděje, que ofrece asesoramiento, comida y techo a las personas sin hogar.
Detrás del problema de la indigencia asoman historias de inadaptación y marginación social. Un ejemplo es Oldřich, natural de Liberec pero que vive en Praga desde que la amnistía de Václav Havel de 1990 lo sacó de la cárcel.
“Me juntaba con una pandilla, hacíamos idioteces, nos drogábamos, bebíamos mucho alcohol. Luego me di cuenta de que iba a envejecer, me entró pánico y lo dejé. Me puse a trabajar en una azucarera en Modřany. Después en la fábrica hicieron reajuste y despidieron a mucha gente, me quedé en la calle. Pasé del tema y me junté con otra pandilla. Al final conocí a una mujer, empecé a salir con ella, y hasta día de hoy me mantiene. Me ofreció probar Naděje, y la verdad es que todo lo que tengo que decir de ellos es positivo”.
La fundación Naděje, en castellano Esperanza, junto a Cáritas, el Ejército de Salvación y el Centro de Servicios Sociales de Praga, es una de las organizaciones que ofrece asistencia y ayuda a los indigentes en la capital checa. Oldřich destaca sobre todo la posibilidad de pasar la noche en uno de sus albergues por apenas un euro, y el saber que siempre estarán allí para ayudarle.“Cuando uno está de humor para pasarse por ahí, simplemente lo hace. Es muy barato. Antes se daban los boletos aquí directamente en Naděje. Pero ahora funciona de forma que uno llega, se inscribe, va a bañarse y a dormir, y cuando sale, le dan a uno un boleto para otra noche y se lo apuntan. Es una reserva. Luego depende de cada uno si se emborracha y no viene o si viene”.
Oldřich valora la calidad humana de todos los trabajadores de Naděje, y el hecho de que cuando varias veces perdió el carnet de identidad, le asesoraron para poder hacerse uno nuevo.
Esperanza contra la indigencia
La fundación Naděje opera en todo el país, proporcionando sus servicios a diferentes colectivos en situación de indefensión o marginalidad, como ancianos enfermos, por ejemplo. Su trabajo en Praga se centra sin embargo solo en los problemas de los vagabundos.
Así describe el objetivo de su trabajo la directora del centro de Naděje en la calle Bolzanova, Jaroslava Zemanová.
“Vestir y dar de comer a la gente, proporcionarles condiciones dignas. Bien para que puedan vivir mejor en la calle o para que puedan salir de ella. Esto quiere decir que la gente puede venir a nuestros centros para comer, ducharse, ponerse ropa limpia. Pueden consultar su situación con nuestros trabajadores sociales. Podemos ofrecerles una amplia gama de posibilidades de colaboración con otras organizaciones. Les damos información sobre cómo ganar un poco de dinero, agencias de trabajo, etc. Reciben información y les ayudamos a conseguir documentos”.
La organización también proporciona los servicios de psicólogos, psiquiatras, ginecólogos y dentistas.Esto es por lo que respecta al centro de Bolzanova, lo que se llama un centro diario, por estar abierto solo por el día. La organización proporciona también alojamiento en albergues para que los indigentes puedan pasar la noche bajo techo. En estas instalaciones tratan de ofrecer un clima de libertad, aunque existen ciertas reglas, explica.
“Las limitaciones en los albergues son mínimas, aunque siempre está el discutido tema del alcohol. Siempre depende de los servicios que se ofrecen, no es un tema banal. Si uno tiene 90 personas en el albergue y viene uno que está muy bebido, y es muy ruidoso, provoca a los demás y surge la posibilidad de un conflicto en ese centro. Es algo a lo que hay que prestar atención, pero no es que haya tolerancia cero al alcohol. Esta sí se da en el barco Hermes. Ahí sí. Pero no hay otras limitaciones que la prohibición de entrar con perros”.
Por su parte, la sede de Naděje en la calle U bulhara tiene la peculiaridad de funcionar como centro diario pero actuar también por la noche como un albergue especial, detalla Zemanová.
“Funciona como base para nuestros trabajadores sobre el terreno, que dan vueltas por Praga e informan a la gente que está sin techo sobre las posibilidades de nuestros albergues, y si se encuentran a alguien en estado grave, es decir, con las piernas en mal estado, enfermo, con una infección, pues lo traen al centro. Allí esa persona puede pasar la noche, le hacen una revisión y por la noche vienen trabajadores sociales para ver cómo se le puede seguir ayudando”.
En general Zemanová considera que entre Naděje y el resto de las organizaciones que atienden a los vagabundos, se cubren las necesidades de alojamiento para los indigentes de Praga. Aunque el número de camas ofrecidas es de como máximo algunos centenares, realmente la cantidad de personas sin la posibilidad de refugiarse del frío por su cuenta no es mayor.
En todo caso, si hubiera una emergencia y hubiera que proteger a una cantidad extra de gente de las bajas temperaturas, el Ayuntamiento está preparado para albergarlos en tiendas de campaña.Si algo falta en Praga en cuanto a la atención de los vagabundos son instalaciones para los casos extremos, comenta Zemanová.
“No hay instalaciones para la gente que no cumplen los requisitos para ser alojados por ejemplo en un asilo. El ejemplo más clásico es la persona que está mal de salud, que tiene una alta dependencia del alcohol, y que además se halla incapacitado. Es un tipo de persona que a día de hoy no podemos alojar, ya que no tenemos suficiente personal para atenderlo y no tenemos las instalaciones. En Inglaterra tienen las llamadas bedhouses, donde cada uno tiene su habitación individual, y a nadie le importa si esa persona bebe o no, y al final como está tranquilo y seguro no bebe tanto, por lo que al final esta persona llega al fin de sus días de forma más honrosa”.
La fundación Naděje tiene también un centro especializado en indigentes jóvenes, de entre 18 y 27 años, a los que proporciona servicios especiales de dramaterapia y musicoterapia, así como excursiones a diversas partes del país.