Ayudando a estudiar a los niños paraguayos que viven en un basural
Miles de familias viven en el Bañado Sur de Asunción, Paraguay, al lado de un basural en condiciones de extrema pobreza. La gente allí apenas tiene recursos para sobrevivir y, generalmente, no puede enviar a sus hijos a la escuela. Así se reduce la esperanza de los niños de huir un día y vivir mejor que sus padres. El proyecto ‘Padrinazgo sin Fronteras’, amparado por la Cáritas Checa de Pilsen, se esfuerza por cambiar esa situación.
La mayoría de la gente radicada en esa zona no tiene trabajo y se busca la vida reciclando la basura.
“Es difícil, uno tiene que salir, trabajar, rebuscarse, es la única forma. Bastante difícil. Mucha gente no tiene trabajo y se van con el carrito en la mano por la calle a juntar plástico, cartones, lo que encuentran. Son muchísimos. Si juntas, ganas unos 50 mil guaraníes (cerca de 10,- USD) por día y bueno eso apenas para comer alcanza”, dice Delia Alicia, madre de tres hijas, cuyo marido trabaja en compra y venta de productos reciclados.Mientras Delia ha vivido en el Bañado Sur de Asunción casi toda su vida, desde los dos años, mucha gente emigró a esa zona desde el interior del país en búsqueda de una vida mejor, como Luis Escurra, radicado anteriormente en el departamento de Concepción.
“La mayoría que vinimos del interior, estamos aquí por motivos de la situación económica. Yo trabajaba en la campaña en el interior, en las chacras, y no podíamos sustentar nuestra situación económica allá. Vendíamos lo que teníamos y vinimos para acá a comprar nuestras casas y ahora luchamos”, afirma.Luis y su esposa tienen la suerte de tener trabajo, y aunque deben luchar duro para ganarse la vida, ahora están mejor, ya que en el campo no tenían ninguna perspectiva.
“Porque en la campaña nosotros trabajamos de lunes a domingo, de sol a sol, y no nos sobraba nada, apenas comíamos. Acá trabajamos, luchamos y se ve la diferencia”, dice.Pero a pesar de tener trabajo, sin un apoyo financiero, Luis y su mujer no podrían enviar a sus hijos a la escuela.
“Cuando sea mayor quiero ser veterinaria, porque me gustan los animales y tengo un perro en casa. A veces le baño, le peino…”
“Después de terminar la escuela quiero estudiar odontología para ayudar a las personas para que no tengan mal los dientes, que sean aseados…”Con esas palabras describen sus futuros planes Camila, hija de Delia, de 12 años, y Pedro, hijo de Luis, que ha cumplido los 13.
Estos dos niños tienen la esperanza de que sus deseos un día se cumplan gracias a la ayuda financiera de la gente que vive al otro lado del océano que les permite frecuentar la escuela. Pero son muchos los niños que crecen en el Bañado Sur de Asunción sin poder ir al colegio para estudiar matemáticas, ciencias, historia, castellano y guaraní, entre otras
materias.“Hay muchos, como allí en frente de mi casa, hay muchos niños que no se van a la escuela. O se van, pero sólo algunas veces, sus padres no les ayudan, son pobres como nosotros también. Yo quisiera agradecerle a la señora Jana, mi madrina, que me está ayudando, me manda la plata para comprar mis útiles y para pasarlo bien con mi familia”, menciona Pedro.
Jana Hejduková, médica checa de la ciudad de Mělník, lleva apoyando durante varios años a tres niños en Paraguay.
“Me apunté al Padrinazgo sin Fronteras de la Cáritas de Pilsen tras leer sobre esta organización en la prensa. El proyecto me gustó de manera que un día al regresar de vacaciones pasé por esa ciudad para firmar el contrato, y ahora llevo apoyando a estos niños durante casi seis años”, señala Jana Hejduková que se comunica con los niños por medio de cartas y regularmente recibe noticias sobre sus resultados en la escuela.“El proyecto es transparente, me permite comunicar fácilmente con los niños. Nos carteamos, recibo sus certificados escolares y la valoración de su trabajo en la escuela. Creo que éste es el apoyo más eficaz, porque si sus padres ganan poco, no pueden pagarles la educación, y la educación les servirá a los niños de trampolín para su futura trayectoria”, según indica.
La educación básica es gratuita en Paraguay, pero aún así las escuelas públicas no son del todo gratuitas.
“Por más que sea una escuela pública, muchas veces se tiene que abonar ciertos aranceles. La Constitución nacional habla de la gratuidad de la educación, pero en la práctica no se cumple, siempre hay que abonar algunas cuotas y éstas se pueden cumplir con este aporte”, explica Ricardo González Ozorio, director de la Pastoral Social de Asunción, que colabora con la Cáritas de Pilsen en la realización del proyectoLa Pastoral Social de Asunción identifica a los niños más necesitados y pasa la lista a la parte checa que trata de buscarles a un padrino.
“La Cáritas Checa comunica después a la Pastoral Social que un determinado niño fue seleccionado y remite los fondos que están aproximadamente entre los 250 y los 300 euros. Algunos padrinos dan sus aportes en cuotas, otros dan la totalidad. Con este dinero nosotros compramos lo necesario para que este chico pueda ir a la escuela de acuerdo a una lista de útiles que se le prepara”, dice Ricardo González.
Pablo Chacón Gil, coordinador del área de cooperación al desarrollo y apadrinamiento de la Cáritas de Pilsen, especifica para qué se utilizan los recursos obtenidos.
“El tema del padrinazgo es básicamente el apoyo económico para que un niño determinado pueda estudiar tanto su escuela básica como la media. Entonces es prácticamente como una beca que cubre las inscripciones a la escuela, las tasas, el material escolar, los uniformes para la escuela, la ropa deportiva y luego el tema de los medicamentos o la asistencia médica porque en estos países el seguro médico prácticamente no existe”.El proyecto Padrinazgo sin Fronteras existe desde 2003. La Cáritas de Pilsen empezó a desarrollarlo originalmente en Bolivia. Años después, se extendió a Paraguay y recientemente también al Perú, señala Pablo Chacón Gil.
“Es un proyecto que se desarrolla en Iquitos, capital del departamento de Loreto, el más selvático de todo el Perú que se realiza con la institución religiosa de origen español que se llaman los Misioneros Identes y que llevan trabajando desde los años 80 en una parroquia en las periferias de la ciudad. Allí trabajan precisamente mucho con los niños de origen indígena, de las familias que emigraron a la ciudad para buscar mejores condiciones pero evidentemente no las encontraron y son niños de alto riesgo social, criminalidad, vandalismo, drogadicción, etc.”.
Pablo Chacón agregó que gracias a la gente que desea concretar su espíritu solidario en una ayuda, hoy día aproximadamente 270 niños en Bolivia, Paraguay y Perú tienen la posibilidad de frecuentar la escuela.
Fotos: autor