Ahora tenemos libertad y democracia y eso es fundamental, dicen los checos

Foto: ČTK/Říhová Michaela

En noviembre de 1989 los checos levantaron sus voces demandando un cambio político radical. Pasadas tres décadas los ciudadanos guardan en su mente aquellos sucesos y evalúan la situación actual.

Foto: ČTK/Říhová Michaela

Con motivo del aniversario de la Revolución de Terciopelo que dio inicio a la democratización de Checoslovaquia, Radio Praga Internacional conversó con varios ciudadanos de distintas partes del país para conocer sus opiniones y vivencias de los tiempos revolucionarios del 89 y de la actualidad.

El técnico de telecomunicaciones pensionado Jaroslav Tejkal de Praga, recuerda con nostalgia los acontecimientos de hace 30 años.

”Al retroceder 30 años en el tiempo, lo que más recuerdo es ese entusiasmo y alegría por dejar atrás toda una etapa. Por abandonar ese frenesí, esa depravación, esos horrores que nos acompañaron durante el régimen anterior. Y lo que iba a venir lo dejé en las manos del destino”.

“Lo que más recuerdo es ese entusiasmo y alegría por dejar atrás toda una etapa”.

Jindra Čížková, economista y contable de Bohemia Central, recuerda que había depositado grandes esperanzas en las manifestaciones antigubernamentales en Praga y en otras ciudades del país, más viendo cuanta gente se sumaba a ese levantamiento popular.

”Traté de demostrar de forma pública mi gran alegría con la que recibía las manifestaciones en Letná, por lo que participé en todas las acciones de protesta. Esperaba que el viejo régimen fuera sepultado, y que llegaría algo totalmente nuevo. Pero no me daba cuenta entonces de que eso no podía realizarse, porque es imposible sacarle a la gente algo de la cabeza de la noche a la mañana”.

Miroslav Richter, jubilado de la ciudad de Chomutov, en Bohemia noroccidental, reconoce que al comienzo las grandes manifestaciones contra el régimen iniciadas en Praga hace 30 años fueron una gran sorpresa que pocos esperaban.

“Fuimos educados durante el comunismo, por lo que al principio seguíamos las informaciones sobre las manifestaciones con desconfianza, temores o respeto. O sea que al comienzo no creíamos mucho en que se avecinaban grandes cambios”.

“Esperaba que el viejo régimen fuera sepultado, y que llegaría algo totalmente nuevo”.

A su vez, Jiří Bureš, obrero de Bohemia Occidental, afirma que las personas que apoyaron la Revolución de Terciopelo no se daban cuenta entonces de lo que estaban haciendo.

“Las personas que ese 17 de noviembre sacaban sus llaves y las hacían sonar entonces no se daban cuenta a dónde se dirigían. Hoy en día ya no tienen con qué tintinear, porque los agentes ejecutivos les han quitado todo, incluso las llaves de sus casas. Y desde entonces las personas no creen en nada. O sea las personas mayores no creemos en lo que se nos promete. Los jóvenes que no vivieron la época anterior lo ven todo desde otra perspectiva, para ellos todo es color de rosa”.

Con cierta nostalgia recuerda los tiempos pasados también Karel Stoupa, chófer de profesión, quien destaca sobre todo las relaciones interpersonales.

”Las personas antes se comportaban de mejor manera unas con las otras. Ahora la gente es mala, lo único que les interesa a todos es el dinero. Nadie se preocupa ni se interesa por la situación de otra persona, por su familia. En general, la familia y esas cosas ya no son lo mismo que eran antes”.

“Las personas que ese 17 de noviembre sacaban sus llaves y las hacían sonar hoy en día ya no tienen con qué tintinear, porque los agentes ejecutivos les han quitado todo, incluso las llaves de sus casas”.

Las personas de la generación media y joven adoptan una postura diferente frente a los acontecimientos de hace 30 años y el posterior desarrollo, debido a que entonces no habían nacido todavía o eran pequeños, como por ejemplo David Bretšnajdr, alcalde de un pueblo de Bohemia Occidental.

”No puedo opinar mucho sobre la Revolución, porque en ese entonces era muy joven, era alumno de la escuela básica. Lo que sí puedo comentar es qué pasó después, cómo siguió el desarrollo en este país desde entonces. Y debo decir que la República Checa dio un gran paso hacia adelante, tanto desde el punto de vista de la aplicación de las tecnologías como en muchos otros sectores. Por ejemplo, en lo que respecta al sector científico la República Checa tiene gran renombre”.

También la maestra Markéta Čučíková pertenece a la generación que no recuerda los tiempos de la Revolución de Terciopelo y sólo escuchó hablar de ellos en la escuela, así como a sus padres y abuelos.

”En vista de que soy relativamente joven, puedo mencionar sólo lo que me ha contado mi abuela de aquellos tiempos. Decía que durante el comunismo no había tantas cosas en las tiendas, la oferta era escasa. Por otro lado, las personas tenían trabajo y querían trabajar. Tenían donde vivir, las jóvenes familias recibían buenos préstamos. A su vez, actualmente hay una gran oferta en el mercado, si queremos, todo lo tenemos cerca, pero, desde mi punto de vista, tomando en cuenta dónde trabajo, no me gusta que haya tanta burocracia, tanto papeleo. Para una cosa hay que llenar varios papeles, lo que es un obstáculo en mi trabajo”.

“Considero que fuimos demasiado ‘terciopelados’, que muchas injusticias no fueron enmendadas”.

Pasados 30 años desde la Revolución de Terciopelo, la economista Jindra Čížková considera que todavía quedan por hacer muchas cosas, aunque añade que se produjeron cambios muy positivos durante las últimas décadas.

”Habría que cambiar a las personas que dirigen el país, porque todo el tiempo están allí las mismas. Pero esos 30 años nos dieron mucho positivo también, en primer lugar la libertad, la posibilidad de viajar a cualquier lugar y cuando a uno le da la gana. Yo veo sólo cosas positivas. Pero si tuviéramos un Gobierno normal, funcional, integrado por personas inteligentes, que piensan, podríamos estar mucho más adelante todavía”.

Comparando la vida durante el régimen comunista con la situación actual en la República Checa, la mayoría de las personas encuestadas por Radio Praga Internacional coincidió en que ahora se vive mejor, como lo documentan también las palabras del técnico jubilado Jaroslav Tejkal.

”Al rememorar los últimos 30 años, considero que fuimos demasiado ‘terciopelados’, que muchas injusticias no fueron enmendadas. Pero a pesar de las depravaciones de otro tipo de las que somos testigos, llevo ahora una buena vida y estoy muy conforme aquí”.

Para Miroslav Richter lo fundamental es que el comunismo terminó hace 30 años y todo lo demás, como dice, lo considera positivo.

”Creo que la mayor ventaja es que el comunismo se ha acabado. Y a mi parecer desde entonces todos los cambios fueron positivos. Pero la gente no sabe vivir en democracia, por lo que muchas personas se merecerían un régimen totalitario”.

“La mayor ventaja es que el comunismo se ha acabado”.

Karel Stoupa afirma que, aunque está relativamente contento de cómo se vive actualmente, lo que no le gusta es la política, o más bien algunos políticos.

“Me parece que la política no es justa para con todos, además es caótica, al menos desde mi punto de vista como persona común y corriente. No sé qué pensar porque las autoridades dicen que debemos comportarnos así y asá, pero ellos se comportan de manera totalmente distinta. Lo único que se puede hacer, creo, es cambiarlos a todos y entregar las riendas a personas jóvenes. No hay que dejar allí esas antiguas estructuras políticas”.

La maestra Markéta Čučíková dice que actualmente se ofrecen amplias posibilidades en la vida y en el trabajo, por lo que no comprende en absoluto por qué el trato entre las personas es ahora tan malo, según indicó.

”En general creo que la época actual está degenerada. Las personas son malas unas con las otras, se envidian cosas. Antes también había esas cosas, pero no de forma tan abierta como ahora, todo era más disimulado. Antaño había más respeto entre la gente, lo que se ve también en las películas de esa época, donde las personas se saludaban, se decían algo bonito, sonreían. ¿Y ahora qué? ¿Encuentran acaso a una persona que les sonría así sin más? No, no la encontrarán. Y eso es lamentable”.

David Bretšnajdr resumió que estaba convencido de que ahora se vive mejor que antes, sobre todo por el amplio desarrollo en todos los sectores, incluido el cultural, educativo y social, y lo positivo que esto conlleva para los ciudadanos. A la vez apuntó que quedan cosas por mejorar todavía, pero que lo fundamental es que tenemos libertad y democracia.