Wallenstein amaba a su caballo de raza hispana
Del inescrupuloso, arrogante y ambicioso jefe militar del siglo 17, Alberto de Wallenstein, suele decirse que no quería a nadie sino a sí mismo. Parece que no es del todo verdad. Wallenstein quería sin duda a su caballo favorito al que puso el nombre español de "El Más Querido". El Más Querido no faltó a ninguna de las grandes batallas de la Guerra de los Treinta Años y cuando cayó en combate en Lützen, Wallenstein lo mandó disecar para que aún después de muerto le hiciera compañía en su espléndido palacio en Praga. El Más Querido se ha conservado hasta hoy día, siendo uno de los animales disecados más antiguos del mundo.
Un año después Wallenstein fue nombrado generalísimo de las tropas imperiales. Sus posesiones en el nordeste de Bohemia obtuvieron el estatuto de ducado, y el duque de Wallenstein tenía el privilegio de acuñar moneda y otorgar títulos nobiliarios.
Wallenstein soñó siempre con tener caballos de su propia yeguada. Llegó a fundarla precisamente en su ducado, en un feudo situado cerca de su capital, la ciudad de Jicín. Wallenstein se aficionó principalmente a los caballos de la vieja raza hispana, potentes, ágiles, valientes y elegantes.El Más Querido, caballo favorito de Wallenstein, procedía con la mayor probabilidad de la nueva yeguada, ubicada cerca de Jicín, en el feudo de Smrkovice. Además de los caballos españoles, la yeguada recibía regularmente aporte de nueva sangre de animales procedentes de Nápoles, Mantua, Holstein y Dinamarca, así como de caballos berberiscos y turcos.
Cuando Wallenstein fue asesinado en 1634, con la yeguada se quedó el propio emperador Fernando II por considerar que su nivel era mejor que el de la yeguada imperial de Kladruby, fundada por Rodolfo II.
Durante la estancia de Wallenstein en Jicín, El Más Querido estaba en la nueva sede del duque. En Praga permanecía con su dueño en el lujoso palacio de Wallenstein del que formaban parte amplios jardines, una piscina para el baño de los caballos y una caballeriza con 37 departamentos.
En el Archivo Real de Estocolmo se conservan tres planos de los departamentos de los caballos en la caballeriza del palacio de Wallenstein, que en 1650 solicitó la corte real sueca, supuestamente por representar la caballeriza una extraordinaria obra arquitectónica.La caballeriza destacaba por sus espaciosos boxes. En cada departamento había un nicho decorado de cuya parte superior sobresalía una cabeza de león con una argolla metálica a la que se ataba el caballo. Debajo del nicho había instalado un cesto de alambre para el heno. Cada caballo tenía en el box su retrato. Lo tenía también El Más Querido, caballo favorito de Wallenstein. El retrato se exhibe hoy en día en el castillo de Frýdlant, en Bohemia del Norte.
En la sombría mañana del 16 de noviembre de 1632 se enfrentaron en las inmediaciones de Lützen, una pequeña aldea cercana a Leipzig, en Alemania, el ejército protestante del rey sueco Gustavo Adolfo y las tropas imperiales católicas bajo el mando de Alberto de Wallenstein.
La batalla, la más encarnizada de la Guerra de los Treinta Años, no tuvo un ganador. Cayó el monarca sueco Gustavo Adolfo, Wallenstein resultó gravemente herido en el muslo, su caballo favorito El Más Querido no sobrevivió, siendo abatido al atardecer por el fuego enemigo.Impulsado por el sentimiento de gratitud hacia el magnífico caballo que le había salvado la vida en varias ocasiones, Wallenstein decidió que el animal muerto sería disecado de suerte que conservara la apariencia que tenía cuando estaba vivo. Por eso invitó a Praga a los taxidermistas de permanecería al lado de su dueño, en el suntoso palacio del barrio de Malá Strana.
Wallenstein, que deseaba ceñir la corona del Reino Checo, mantenía negociaciones secretas con los suecos y sus aliados del bando protestante. El emperador Fernando II de Austria descubrió la traición de Wallenstein y bajo sus órdenes el jefe militar fue asesinado en febrero de 1634 en la ciudad checa de Cheb.
La fabulosa fortuna de Wallenstein, estimada en 9 millones 300 mil florines, fue confiscada. Se la repartieron los siete generales más fieles al emperador Fernando II. Al monarca se mantuvo fiel también el primo de Wallenstein, Maximiliano, a quien el emperador donó el suntuoso palacio praguense del jefe militar asesinado.Tras mudarse Maximiliano a la sede del asesinado Wallenstein, meditó mucho tiempo cómo arreglaría el palacio para que éste no recordara demasiado ostensivamente a su anterior dueño. Afortunadamente para la posteridad, Maximiliano decidió dejar intactos los objetos relacionados con Wallenstein.
De esta manera se conservaron no sólo el caballo disecado"El Más Querido", sino también dos sillas de montar, botas, espuelas y una espada fabricada en Toledo en los años 30 del siglo XVII. Eran los pertrechos de Wallenstein y de su caballo en las campañas militares.
El corcel disecado de Wallenstein resistió a los avatares históricos. En el siglo XX resistió sin sufrir ni un rasguño las dos guerras mundiales. Llegaron, sin embargo, los años 50, y en el palacio de Wallenstein se instaló un Ministerio. El caballo personal de Wallenstein, trasladado sin protección alguna a un recinto en el que trajinaban los burócratas, pasó tres duras décadas.
Sus arneses fueron hurtados, la piel, cubierta de polvo, presentaba desgarrones. La salvación para "El Más Querido" fue su restauración parcial y su instalación en el Museo Regional de Cheb, en 1978.
Recientemente, el caballo favorito de Wallenstein volvió a ser reparado por los taxidermistas del Museo Nacional de Praga. Éstos opinan que después de restaurado, "El Más Querido" podrá desafiar el tiempo más de 300 años.