Vladimír Pinta, el gran saxofonista callejero checo que se enamoró del español
Vladimír Pinta toca desde hace décadas en el centro histórico de Praga y es uno de los músicos callejeros más aplaudidos y queridos por los turistas. En esta charla, nos cuenta por qué decidió aprender a tocar el saxofón y cómo fue que llegó a componer un tema de salsa que incluso se animó a cantar en español.
Además del reloj astronómico, la cerveza y la iglesia de Týn, muchos de los turistas que, desde hace décadas, vienen de visita y quedan deslumbrados por la belleza del centro de Praga seguramente se detuvieron un buen rato a escuchar a Vladimír Pinta, un legendario músico callejero que cuenta con un notable repertorio que va de Glenn Miller a Frank Sinatra pasando por el Ave María o Volare, aunque también incluye canciones propias. Y si bien hoy todo el mundo lo reconoce por el saxofón, en realidad Pinta comenzó tocando otro instrumento que, en su momento, era un poco más accesible.
“El trombón, que también es un instrumento de viento y yo lo conozco más o menos bien, pero la verdad que no es algo que ame tocar”.
“Porque el jazz es libertad y por ejemplo en la época soviética, que a mí me tocó vivir, no había nada de eso”.
Lo que sí ama es, por el contrario, el saxofón, un instrumento en el que se empezó a interesar luego de ver la película Con faldas y a lo loco, concretamente la escena en la que el personaje de Marilyn Monroe revelaba que las mujeres se derriten al escuchar el saxo. Pinta tocó mucho tiempo en bares y tabernas que le ofrecían tal vez mayor comodidad, pero muy pronto se dio cuenta de que lo que disfrutaba verdaderamente era tocar en la calle, aprovechando su magnífico escenario para bailar, interactuar con la gente y demostrar al máximo ese carisma con el que realmente logra hipnotizar al público, porque el centro de Praga le permite a Pinta experimentar una forma de libertad que él asocia también a su género musical favorito.
“Porque el jazz es libertad y por ejemplo en la época soviética, que a mí me tocó vivir, no había nada de eso”.
Lo que más le gusta a Vladimír Pinta de tocar en la calle es la posibilidad de manejar sus horarios. En la actualidad, es reconocido como uno de los músicos callejeros más emblemáticos de Praga, a tal punto que tiene su propio público que lo busca, sobre todo, en la Plaza Franz Kafka frente a la iglesia de San Nicolás, donde suele tocar los lunes, jueves y algunos fines de semana. Y cuando lo encuentran, muchos turistas suelen modificar incluso su itinerario para disfrutar un poco más de su música. Sin embargo, Pinta no siempre pudo vivir de su pasión por el saxo ya que, durante casi treinta años, se dedicó a educar niños y jóvenes en un reformatorio.
“Siempre se me dio bien mantener a los niños bajo control y tenía mis trucos, y a veces hacíamos reuniones y ellos disfrutaban, y cuando era necesario sabíamos cómo hacer para calmarlos. En su mayoría eran gitanos y debían esforzarse mucho”.
Además del jazz, a Pinta le gusta también la música latinoamericana. En la República Dominicana, donde estuvo en dos oportunidades, escuchó por ejemplo mucha salsa y merengue. Tanto le gustaron esos ritmos que decidió componer Corazón equivocado, una canción que, aunque tiene letra original checa, fue grabada por él mismo en español.
“Por un lado, me gustan mucho las canciones españolas y el idioma en sí y además mi hijo estudió un tiempo en España gracias a una beca Erasmus”.
Arraigada en esa gran tradición musical latinoamericana que suele combinar melodías alegres y pegadizas con letras un poco tristes, Corazón equivocado es una notable canción de desamor y despecho que puede escucharse, por ejemplo, en YouTube, al igual que muchos otros temas de su repertorio que acumulan miles de reproducciones y comentarios elogiosos.
“Me gusta el estilo español, la forma de ser, la gente, por ejemplo, de Santiago de Compostela, cómo te tratan en todos lados. Es decir, que me gustan mucho las canciones que hacen y, en general, los españoles”.
Además de Santiago de Compostela, Pinta conoce también Valencia. Y no solo se dedica a la música, ya que tiene publicado En el mercado de viento checo (V tržním českém vichru), un libro de textos breves sobre distintas costumbres y símbolos en los que satiriza, entre otros temas, a los políticos, la música tecno y, por supuesto, a los invasores.