Una virguería geométrica: la capilla de Santini en Mladotice
En la pequeña localidad de Mladotice, cerca de Pilsen, encontramos una pequeña joya escondida: la capilla de la Virgen María, una de las obras menos conocidas del eminente arquitecto barroco Jan Blažej Santini Aichel.
No obstante su mayor singularidad es la capilla de la Virgen María, un pequeño edificio barroco que se alza en el jardín de una de las viviendas. A pesar de su inusual ubicación, se trata de un tesoro monumental, obra del arquitecto checo de origen italiano Jan Blažej Santini Aichel.
Pocas poblaciones de este tamaño pueden presumir de contar con un patrimonio artístico de este calibre, y menos todavía de merecérselo tanto. La capilla no solamente está perfectamente mantenida a día de hoy, sino que su pervivencia es fruto de la voluntad colectiva de sus habitantes, comenta nuestra guía, Irena Bukačová.“La construcción fue realizada como capilla privada del abad del monasterio cisterciense de Plasy, Eugen Tyttl. Fue el primer encargo de Santini para él, y por eso quería mostrar al máximo lo bueno que era. Tras la disolución del monasterio de Plasy la capilla debería haber sido derrumbada, pero los aldeanos locales, aunque eran gente simple de campo, sabían que la capilla era una obra notable. Por ello hicieron un esfuerzo común y la compraron. Así pues desde finales del siglo XVIII la capilla es propiedad municipal”.
En concreto el pueblo se hizo con la capilla por 110 florines austrohúngaros, aproximadamente el sueldo anual de un obrero no cualificado. La conservación que Mladotice ha hecho de la capilla no se reduce solo al edificio, sino a todo lo relacionado con él, añade Bukačová.“La capilla de Mladotice fue construida entre 1708 y 1710. Fue bendecida en septiembre de 1710 en la festividad de la Virgen María. Se conserva incluso un libro conmemorativo donde se inscribían los clérigos que oficiaban aquí o estaban presentes de alguna manera. La capilla fue originalmente concebida como edificio privado”.
El número del Diablo, oculto en las dimensiones del edificio
Su creador, Jan Blažej Santini-Aichel, fue un arquitecto nacido en Praga pero de padres italianos. Una parálisis parcial le impidió hacerse cargo del taller de pedrería de su padre, aunque aun así aprendió el oficio. Estudió también pintura y gracias a sus estancias en Italia se familiarizó con las obras de los grandes maestros, siendo influido sobre todo por Francesco Borromini, uno de los arquitectos más excéntricos de su época.Conocido en la actualidad por combinar de forma bastante acertada elementos góticos y barrocos, Santini tomó de Borromini sobre todo el uso de formas estrelladas y el simbolismo de sus trabajos. Esta seña de identidad es reconocible en la capilla, cuya planta en forma de estrella de seis puntas es una referencia de temática mariana. Se trata además de hecho de la primera capilla dedicada a la Virgen María en las tierras checas.
El rasgo más genial, sin embargo, tiene que ver con las dimensiones del edificio, nos revela Bukačová.
“Por dentro es igual de grande que por fuera, lo que parece improbable, porque el perímetro interior y exterior no deberían ser iguales. Pero dentro hay unos extremos puntiagudos que lo consiguen. Es una especie de virguería geométrica”.El truco se consigue gracias en parte al grosor de las paredes, que en las puntas de la estrella es de tan solo algunos centímetros, lo que sin embargo no afecta a la robustez de la construcción. Un grupo de estudiantes alemanes midió recientemente el perímetro con visores láser y descubrieron que la diferencia entre el interno y el externo era de tan solo cuatro centímetros.
Las medidas de la capilla esconden además, como en una especie de broma o juego de numerología, una sorpresa que da que pensar, nos explica el alcalde de Mladotice, Zdeněk Slach.“El perímetro resultó medir 39 metros con 51 centímetros. Calculé cuánto es eso en la medida de entonces, el codo praguense, que se corresponde a 59,3 centímetros. Al dividirlo por esta cifra me di cuenta de que la capilla tiene de perímetro 66,6 codos. Aparecen pues tres seises. No sé si esto es intencionado, pero no creo en las casualidades”.
El principio de una larga amistad
La alusión satánica, posiblemente una broma de juventud, es quizás el único rasgo de inmadurez que apreciamos en la capilla. El edificio es una de las obras más tempranas de Santini y la primera por encargo del monasterio de Plasy, pero por su calidad e ingenio apunta a un gran desarrollo posterior. La obra es considerada precursora del que sería uno de los mayores logros de Santini, la iglesia de peregrinación de Mariánská Týnice, algo que se aprecia en algunas de sus características, apunta Bukačová.
“Tiene una especie de pequeña linterna en la que hay una estrella y arriba la paloma del Espíritu Santo. La bóveda no tiene ninguna armadura, es lo que se llama un tejado italiano. Las tejas se hallan solo sobre la argamasa. Es típico de Italia, donde se sigue haciendo hasta hoy”.Otra de las grandes sorpresas que albergaba la capilla llegó en 2008, durante unas obras de restauración, cuando tras los lienzos que decoran el altar mayor fue encontrado un texto que documenta los detalles en la construcción del edificio y quiénes participaron en ella.
“Pone quién construyó la capilla, quién la diseñó y quién la decoró. La lista estaba esperando trescientos años a que alguien se dedicara a la capilla y la encontrara. Está escrita en latín y dice: ‘Esta capilla la ideó y dibujó Santini de Malá Strana, en Praga, la construyó Matyáš Kučera, joven procedente de Naznějov, monasterio subordinado al de Plasy, albañil y aparejador, al que el abad Tyttl enseñó en persona el arte arquitectónico’”.
La capilla fue pintada después por el austriaco Jakub Pink, mientras que Petr Brandl contribuyó con un cuadro de la Sagrada Familia que no se conserva en la actualidad. Era un grupo de jóvenes y prometedores profesionales. Santini estaba entonces en la treintena, Tyttl acababa de cumplir los 40, y Kučera tenía 24 años. Al parecer la experiencia creó lazos de amistad entre ellos. La colaboración se extendió en los años posteriores a otras obras, nos cuenta Bukačová.“Se trata de algo único en Europa. Pocas veces se descubre realmente después de 300 años quién es el constructor o el pintor. Tyttl, Santini, Kučera, Pink y Brandl trabajaron juntos después en Plasy y otras obras durante los siguientes 20 años. Es como si se hubiera formado una pandilla de jóvenes. Y salió bien, construyeron algo único, una obra no muy grande pero extraordinaria en su inventiva y admirable en sus soluciones”.
Precisamente la mencionada restauración de 2008 fue la única necesaria en los 300 años de historia de la construcción. Santini proyectó a lo largo de su vida casi un centenar de edificios religiosos, palaciegos y comerciales, demostrando con ello grandes conocimientos de matemáticas, geometría y numerología.