Una senadora checa propone premiar a los matrimonios "fieles" que duren más de 50 años
La senadora checa Daniela Kovářová presentó un proyecto para entregar medallas a matrimonios "tradicionales" que duren 50, 60 o 70 años. La idea causó gran polémica.
Según la Oficina de Estadísticas Checa, el número de casamientos se ha incrementado en el país, a comparación del año pasado. La temporada ya cuenta con 21.300 parejas que dieron el “sí”, a las que se contraponen 10.400 que optaron por el “ya no más” y firmaron el acta de divorcio. ¿Tal vez estas parejas no se separarían y durarían hasta 50 años juntas si se les entregara una medalla de bronce?
Así parece creerlo la senadora checa Daniela Kovářová, quien ha presentado un proyecto para entregar distinciones a los matrimonios “tradicionales” y “fieles” que duren, como mínimo, cinco décadas.
La exministra de Justicia ha pensado su plan en detalle y propone que las parejas que se mantengan juntas por medio siglo reciban una medalla de bronce, mientras que aquellas que duren 60 años serían reconocidas con una distinción de plata. Para los matrimonios de 70 años o más, por supuesto, no cabría otro premio que el oro.
La idea de Kovářová apunta a premiar los “valores tradicionales”, basados en una pareja compuesta por un hombre y una mujer. A pesar de que la discusión parece pertenecer a una época pasada, no han faltado representantes que ven con buenos ojos estas imágenes en blanco y negro, como es el caso del senador del partido democristiano Jiří Čunek.
En declaraciones con la Radio Checa, el funcionario destacó que la familia tradicional es nada menos que la base del Estado checo.
“La unidad básica del Estado es la familia, es decir, un hombre, una mujer y sus hijos. Es la única unidad que puede reproducirse a sí misma y, por lo tanto, puede sostener el Estado y la nación. Si se lo ve desde el punto de vista económico, este modelo familiar es el más ventajoso para el Estado, y el Estado no tiene en este momento un instrumento real para apoyar este modelo”.
Ubicada en la vereda ideológica opuesta, la senadora del Partido Pirata Adéla Šípová considera que estas conclusiones son meramente discriminatorias, ya que van en contra de otros modelos de familia, no formados únicamente por un hombre, una mujer y sus hijos.
“Las parejas casadas son solo un subconjunto de las familias que existen en nuestro país. Hay muchas parejas que son fieles, esta condición no depende de la orientación sexual. Si privilegiamos a un solo grupo de familias, sería una bofetada a esas otras familias. Como abogada, no estoy de acuerdo con la definición de familia como ‘un hombre, una mujer y un niño’. Eso no está consagrado en nuestro ordenamiento jurídico. Las familias pueden tener muchas formas: una abuela que cuida a un nieto, familias monoparentales o parejas sin hijos. Todas las diferentes formas de familias deben ser defendidas, porque todas forman la base del Estado”.
La propuesta de Kovářová, exministra de Justicia, va completamente a contramano de una iniciativa presentada en junio de este año que buscaba el apoyo del parlamento para legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Sin embargo, la senadora no se encuentra sola en su postura, ya que, además de otros diputados asociados con la iglesia, el propio presidente Miloš Zeman había anticipado que vetaría una ley semejante.
Según la senadora Šípová, las familias no tienen necesidad de recibir medallas para tener una vida mejor, sino condiciones que aseguren su bienestar.
“Lo que necesitan las familias no son premios sino buenas condiciones para que se desarrollen de acuerdo a sus necesidades, capacidades y deseos. Hay muchas cosas que debemos abordar, como la situación económica de las familias checas, los problemas que tienen los padres solteros, la violencia doméstica o los problemas de las minorías, incluidas las de la comunidad LGBT. Estoy un poco desconcertada por el hecho de que el Senado dedique tiempo a discutir la fidelidad de las personas”.
A pesar de ser un Estado laico y con una fuerte tradición de lucha por la libertad, los esfuerzos de Chequia por respetar los derechos de toda su sociedad parecen, todavía, no tener premio.