Un refugio nuclear con las puertas abiertas

Foto: Alžběta Němcová

En Praga continúan existiendo refugios nucleares de la época de la Guerra Fría. El de Folimanka puede ser visitado y además sigue siendo funcional.

Foto: Alžběta Němcová

En los años cincuenta, cuando parecía que una Tercera Guerra Mundial entre las democracias occidentales y el bloque comunista era inminente, también el Gobierno checoslovaco se apresuró a construir refugios subterráneos. Su propósito era proteger a la población civil, o al menos a una parte seleccionada de ella, de ataques nucleares, químicos, o simples bombardeos.

Foto: Alžběta Němcová
Uno de ellos es el de Folimanka, en Praga, que todavía se encuentra en buen estado técnico y sigue siendo mantenido. Se trata de una construcción a base de bloques de hormigón situada 20 metros bajo tierra. Cuenta con una entrada principal acorazada y dos salidas de emergencia. El encargado de situaciones de crisis del Ayuntamiento de Praga 2, Jan Mikeš, nos da más detalles.

“El refugio tiene 1.300 metros cuadrados de superficie, y en teoría está diseñado para acoger a 1.260 personas. Por la presión psicológica que supone este hacinamiento el refugio está planeado para funcionar a lo largo de solo tres días. En ese periodo deberían funcionar en la superficie equipos de emergencia que prepararían otros lugares de evacuación”.

Si el refugio se llenara, correspondería a cada persona poco más de un metro cuadrado, situación a la que se suma el incesante ruido de los sistemas de ventilación. Mikeš proporciona más información sobre su equipamiento técnico.

Foto: Alžběta Němcová
“Este refugio fue construido mediante tecnología minera, lo que significa que hay galerías, que están cubiertas de hormigón, y hay estancias. Hay una enfermería, hay habitaciones técnicas para el agregado eléctrico, para el sistema de ventilación, para el almacenamiento de diferentes dispositivos, filtros, etc. Los pozos siguen siendo funcionales, pero el refugio está conectado con la red de aguas convencional. Los pozos se usarían cuando dejara de haber suministro de agua. El agua de los pozos no es potable, se traería agua potable de fuera y la de los pozos se usaría para refrigerar, los inodoros, lavar y para cuestiones técnicas”.

El refugio fue construido entre los años 50 y 60, y desde ese momento fue administrado por el Ejército checoslovaco. En 1994 pasó a manos de la ciudad de Praga. El de Folimanka es uno de los más grandes de la capital checa y en caso de peligro podría ponerse en funcionamiento en 48 horas.

Mientras no suceda ninguna catástrofe que haga necesario su uso con la intención original, el refugio de Folimanka es usado para exposiciones del Ayuntamiento o recibe visitas guiadas de escuelas. Otros refugios de Praga también tienen usos alternativos, como servir de aparcamiento o de escenario para “escape rooms”.

Desde 2014 el refugio de Folimanka se halla abierto al público, y desde entonces ha recibido a más de 30.000 visitantes. La entrada es gratuita.

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