Un monumento a pilotos checoslovacos erigido en Países Bajos gracias a una colecta local
Un nuevo monumento en el norte de Países Bajos conmemora las vidas de seis pilotos checoslovacos que fallecieron en 1942 tras el ataque de un caza de la Luftwaffe. Fue erigido gracias a contribuciones de entusiastas neerlandeses.
Una guardia de honor, coronas de flores, discursos y reverencias. En un campo a las orillas del pueblo de Middenmeer al norte de Países Bajos se alza una columna de color azul y blanco con un avión rojo en la cima y una placa. Marca el sitio donde, en abril de 1942, cayó el avión Z8838 311 de la escuadrilla de bombardeo checoslovaca.
Josef Kalenský, Karel Kodeš, Karel Rychnovský, Jan Peprníček, Josef Hrdina y Josef Politzer fallecieron cumpliendo una misión para la Real Fuerza Aérea británica. Todos tenían entre 21 y 30 años.
Su historia se conoce entre los habitantes de Middenmeer desde hace décadas. Willy De Bruin nació en el pueblo casi terminada la guerra. Según recuerda, sus hermanos le contaban que, cada vez que araban el campo, encontraban en la tierra pedazos del avión.
Los seis integrantes del vuelo, cuatro eran checos y dos eslovacos, habían recibido la tarea de bombardear una fábrica de armas en la ciudad alemana de Essen. El avión se estrelló después de dos horas y media de vuelo, tiempo que no sería suficiente para llegar hasta Essen y volver a la costa neerlandesa. No obstante, tampoco se encontraron las bombas que el avión llevaba para realizar el bombardeo.
El historiador aficionado Mark Hakvoort ofreció a la Radio Checa una posible explicación.
“Creemos que a lo mejor soltaron las bombas cuando fueron atacados por el caza nocturno para ganar velocidad y posiblemente huir, pero ya era demasiado tarde. Los alemanes tenían radares nocturnos y contra un caza con dos cañones de veinte milímetros no tenían ninguna oportunidad. Solo estaban equipados con pequeñas ametralladoras y eso era como tirar bolas de papel contra el avión”.
Hace tres años, Hakvoort y sus amigos fundaron una asociación que se encarga de cuidar la memoria de los pilotos. El historiador busca y verifica información. Y mientras que afirma que se trata de un pasatiempo apasionante, es también uno bastante exigente. Se ha propuesto identificar veinte sitios similares en los alrededores del pueblo pero no más, para no sacrificar días y noches enteras.
El monumento a los pilotos checoslovacos y otros similares han sido construidos gracias a una colecta realizada entre los granjeros en cuyos campos se estrellaron los aviones. Contribuyeron asimismo algunas asociaciones y fundaciones del país.
El interés a la hora de honrar la memoria de los soldados caídos ha cautivado a la embajadora checa en Países Bajos, Kateřina Sequensová.
“Lo que me parece interesante en este tipo de eventos y me sorprende agradablemente es la dedicación de los neerlandeses a este tema, la manera en la que conmemoran constantemente los eventos. Los ciudadanos, al igual que los soldados, expresan su gratitud por la lucha de nuestros soldados por la libertad de todos”.
Para la alcaldesa Rian van Dam, cuidar el monumento a los pilotos que fallecieron en Países Bajos es algo automático y poco importa que hayan sido extranjeros.
“Imagínense que se trata de un hombre joven que ha huido de su casa para unirse a la lucha. Se subió a un avión y murió en un país, cuya tierra nunca pisó, y cuya gente nunca conoció. Nunca recorrió las calles que sobrevoló. Y todo eso por la libertad. Tenemos que recordar siempre que la libertad no es algo dado”.
Los cuerpos fueron enterrados en Países Bajos durante la guerra. No obstante, el fuselaje y algunos fragmentos de restos humanos quedaron en la tierra hasta 2004, cuando los excavaron expertos del Gobierno. El motor del avión fue hallado en una profundidad de cinco metros. Una vez terminadas la obras, los pilotos recibieron un nuevo funeral en el cementerio militar de Bergen op Zoom en el sur del país.
Hubo un segundo avión de bombardeo checoslovaco que se estrelló en territorio neerlandés durante la guerra. Los restos fueron recuperados cerca de la localidad de Niuewe Niedorp apenas en primavera de este año. Cuando los expertos terminen de estudiarlos, también estos pilotos checoslovacos recibirán su propio monumento.