Un festival checo de música en plena Rumanía

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El festival de música Banát se distingue de las otras decenas de eventos similares de este verano por tener lugar fuera de Chequia, pero al mismo tiempo en un pueblo checo. Su escenario es la localidad rumana de Eibenthal, habitada por checos desde el siglo XIX.

Varios grupos checos, como Zrní, Ghost of You o Lekses tocaron el pasado fin de semana en el pueblo de Eibenthal. Dada la gran cantidad de festivales de verano que cada año tienen lugar en la República Checa, esto podría ser un dato sin interés, si no fuera porque Eibenthal es una aldea checa en el sudoeste de Rumanía, de apenas 300 habitantes, que sigue manteniendo su lengua e identidad en pleno siglo XXI.

El festival Banát, que toma su nombre de la región rumana donde se haya el pueblo, celebra este año su quinta edición y, ya consolidado, atrae cada año a unas 700 personas, casi todos ciudadanos checos deseosos de visitar este lugar tan exótico y tan nacional al mismo tiempo.

Uno de ellos es Vojtěch, procedente de Liberec.

El festival Banát,  foto: Pavel Novák,  ČRo
“Somos unos de los pocos que han venido cada año. Estamos aquí por quinta vez, venimos desde 2012. Lo que nos atrae son la atmósfera en general del festival, con su trasfondo de montañas, aldeas checas, tradiciones checas. Es algo difícil de encontrar en otra parte del mundo”.

Pero no solo se trata de una experiencia turística y cultural. Con su visita, los asistentes del festival Banát ayudan económicamente a los habitantes de Eibenthal, recuerda la novia de Vojtěch, Lenka.

“Creo que a la gente le resulta de gran ayuda que vengamos, que dejemos dinero aquí. Esta gente seguramente vivirá ahora un poco mejor, la vida es aquí bastante dura”.

El festival Banát,  foto: Pavel Novák,  ČRo
De hecho los habitantes de Eibenthal ofrecen a los visitantes puestos con productos caseros: miel local, mermelada, aguardiente de ciruelas, melones, limonada o pescado asado, por ejemplo, sin dejar de lado productos artesanales, como utensilios de cocina de madera. Los asistentes al festival se alojan también en viviendas locales y consumen en la taberna del pueblo.

Se trata por tanto de un aporte para ambos lados, subraya uno de los organizadores del festival, Štěpán Slaný.

“El principal objetivo del festival es ayudar a la gente de acá. En el pueblo hay un desempleo del 50%, y los sueldos son de 160 euros. El festival es una ocasión única para hacerse con dos o tres sueldos extra, y eso ayuda. Y por supuesto por otro lado nos lo pasamos muy bien juntos”.

El festival Banát,  foto: Pavel Novák,  ČRo
La sensación de hacer una buena acción, ayudando a la comunidad checa local a prosperar, hace que se genere una especie de lealtad hacia el festival, lo que hace más sencilla su organización, comenta Slaný.

“Viene aquí mucha gente de forma regular, año tras año, y ya saben a lo que vienen. Por eso para nosotros la organización es ahora más sencil la. No somos un festival organizado al cien por cien, intentamos que la gente se organice sola. Al principio hubo dolores como en cada parto, pero ahora en la quinta edición ya funciona perfectamente”.

En Rumanía desde el siglo XIX

Eibenthal,  foto: Pavel Novák,  ČRo
Los checos de la región del Banato se hallan en la zona desde la primera mitad del siglo XIX, cuando llegaron los primeros colonos y el territorio pertenecía al Imperio Austrohúngaro. En la actualidad la población de checos rumanos, llamados “pemi” por los locales, se ha reducido hasta los 3.900, según el censo de 2002.

La mayor parte de los pueblos checos se encuentran en el condado de Caraş-Severin, y solo seis municipios son de mayoría checa. Aun así gozan en Rumanía de la consideración de minoría oficial y disfrutan por tanto de representación en la Cámara de Diputados.

Uno de los habitantes de Eibenthal, Josef Nedvěd, aprecia muy positivamente la organización del festival.

“No nos molesta el ruido, porque ya nos hemos acostumbrado, y además por un par de días no tiene por qué molestar. Al contrario, nos interesa y vemos que estos días el pueblo realmente revive. Cuando ustedes no están somos solamente unos cuantos y el pueblo ya no tiene la influencia, o las vivencias, que teníamos cuando éramos solteros, o niños”.

A pesar de todo, el señor Nedvěd sigue amando la tierra que le vio nacer, prosigue.

Eibenthal,  foto: Pavel Novák,  ČRo
“Aquí estamos en casa, esa es la verdad. Aquí nacimos, aquí nos hemos acostumbrado a vivir y hemos conseguido lo que pudimos, no tenemos ninguna riqueza. Estamos contentos con lo que tenemos. No anhelamos hacernos ricos de alguna manera”.

Además de la contribución para la supervivencia del pueblo que supone cada año el festival Banát, la República Checa presta a los checos de Rumanía ayuda institucional. Por ejemplo, la escuela local cuenta de continuo con un profesor checo pagado por el Gobierno.