Tribus germanas deformaban cráneos a niñas recién nacidas

Esquema del sepulcro de Kamýk

Napoleón dirigió en 1805 la victoriosa batalla de Austerlitz, en Moravia del Sur, desde la colina de Zurán. El célebre francés no sospechaba que la colina es el sepulcro de un noble de la tribu germana de los langobardos.En esta edición les invitamos a rastrear otras huellas de la presencia de tribus germanas en Bohemia y Moravia, donde permanecieron casi 600 años. El actual territorio checo fue en los primeros siglos de nuestra era una zona de contacto entre los germanos y el Imperio Romano.

Un jinete huye con una hermosa joven de una temible bruja. Cuando la arpía está a punto de alcanzar a los fugitivos, la muchacha tira hacia atrás un peine. El peine se transforma en un tupido bosque que detiene a la bruja. La pareja se salva.

Los checos consideramos este cuento de hadas nuestro patrimonio, pero no es así. El motivo del peine mágico se lo debemos a los germanos que vivieron en el actual territorio checo hasta el siglo VI de nuestra era. Después llegaron los eslavos, antecesores de los checos actuales.

El peine tenía para los germanos un significado especial. Cada uno de ellos lo llevaba siempre consigo en un estuche porque creía que le protegía ante el peligro y los espíritus malignos.

Los germanos no se separaban de su peine ni después de la muerte. Los arqueólogos hallaron este objeto en muchas sepulturas en las necrópolis germanas en Bohemia ya que solía formar parte del ajuar funerario de los difuntos

Las tribus germanas de los marcómanos y de los quados entraron en las tierras habitadas hoy por los checos entre los años nueve y seis antes de nuestra era.

Los marcómanos se establecieron en Bohemia y los quados en Moravia, parte oriental de la República Checa.

Los germanos preferían las llanuras a orillas de los ríos. Jamás penetraron en las montañas. Los arqueólogos descubrieron el mayor número de sus asentamientos en Bohemia Central y en la cuenca del río Ohre, al noroeste.

Los germanos poblaron en Bohemia las tierras más fértiles. En los alrededores de Praga, a orillas del río Elba, los arqueólogos topan a cada paso con las huellas de sus asentamientos.

En la necrópolis de Záluzí, en la ciudad de Celákovice, al este de Praga, han sido exploradas decenas de sepulturas. Un singular hallazgo es el de una tumba de un guerrero germano con su caballo.

Además de espadas, lanzas y restos de escudos de madera, en las sepulturas masculinas se hallaron hebillas de cinturones de hierro y de bronce.

Los germanos creían en el poder mágico de los cinturones en los que residía, supuestamente, su vigor. Es curioso que la misma creencia aparece posteriormente en los cuentos de hadas y leyendas de los eslavos. Por ejemplo, el legendario bandolero moravo Ondrás recibió de una bruja un cinturón mágico que lo protegía ante las balas de los enemigos.

De las sepulturas femeninas del yacimiento de Záluzí los arqueólogos obtuvieron hebillas doradas, llaves, peines, pinzas, cuentas de vidrio y cadenillas.Entre los hallazgos destacaba una moneda del Imperio de Bizancio, llamada solidus, transformada en colgante.

Los germanos utilizaban raramente las monedas en el intercambio comercial. Las utilizaban como colgantes o solían colocarlas en la boca de los difuntos puesto que creían, al igual que los griegos, que un barquero mítico pasaba las sombras de los fallecidos en su barca al reino de la muerte y cobraba por el servicio.

En las sepulturas de Záluzí, yacimiento situado a unos 20 kilómetros al este de Praga, los arqueólogos hallaron las muestras de una singular práctica de los germanos centroeuropeos:la deformación artificial del cráneo.

En el territorio checo se hallaron 13 casos de la deformación del cráneo que los germanos practicaban a recién nacidos de sexo femenino. Los flexibles huesos se ataban en la frente y en la nuca con vendas.Los historiadores explican que los germanos tomaron esta costumbre de la tribu nómada de los hunos, que irrumpió en Europa Central en el siglo IV de nuestra era, procedente de Asia.

En la actualidad se conocen en Bohemia un centenar de necrópolis germanas. En las sepulturas de personas de alto estatus social se conservaron, lamentablemente, sólo restos de su rico ajuar funerario porque fueron saqueadas por ladrones que se llevaron los objetos lujosos.

Fue saqueada incluso la más interesante tumba germana de la primera mitad del siglo VI de nuestra era, descubierta en el pueblo de Kamýk, al oeste de Praga. Los arqueólogos encontraron una cámara funeraria de grandes dimensiones en la que estaban sepultadas dos personas. En un recinto separado estaban enterrados dos caballos.

En otros yacimientos formaban parte del ajuar funerario los perros que acompañaron a su dueño al otro mundo.

Entre las piezas descubiertas en los asentamientos germanos en Bohemia hay también algunas decoradas con la cruz gamada o esvástica. Es un símbolo muy antiguo, de representación esquemática del sol. Hitler adoptó la esvástica como símbolo del Partido Nazi, transformando el anterior símbolo del sol en el signo de la muerte.

Además, los nazis tergiversaron la historia para abonar su tesis propagandística sobre la superioridad de la raza germana. Presentaban a los germanos como creadores de la cultura europea. Es un mito, como ponen en evidencia también los hallazgos arqueológicos del territorio checo.

Antes de que llegaran los germanos, el territorio checo había estado habitado por los celtas. Éstos vivían en opulentas ciudades llamadas oppida, poseían una producción artesanal muy avanzada, acuñaban monedas, comerciaban.

Los germanos llegaron a Europa Central desde el norte de Europa, empujados por el hambre. Su nivel económico era inferior al de los celtas.

El uso abusivo que los nazis hicieron de la historia de los germanos causó, por otro lado, que los arqueólogos e historiadores checos subestimaran durante decenas de años la presencia de las tribus germanas en nuestro territorio. Excavaciones más intensas no empezaron a realizarse hasta los años 80 del siglo pasado. Sus resultados se exhiben en el fuerte de la ciudad de Celákovice, en una interesante muestra, denominada "Los últimos germanos en Bohemia".