Todo el español de América en un diccionario checo
Luego de veinte años de trabajo Jiří Černý, reconocido profesor de la Universidad Palacký de Olomouc, publicó su monumental diccionario de americanismos en tres tomos de más de mil páginas.
A veces el esfuerzo tiene recompensa. El monumental “Diccionario de americanismos español-checo” que le demandó a su autor veinte años de dedicación exclusiva nació, como se dice en algunos países, con un pan bajo el brazo: es que algunas semanas atrás, la Unión Checa de Intérpretes y Traductores (Jednota tlumočníků a překladatelů, JTP) que cada año distingue al mejor diccionario editado en Chequia y Eslovaquia, le otorgó nada menos que el primer premio de 2019.
Alguien podrá imaginar que el responsable de semejante diccionario es una especie de ratón de biblioteca que casi no se comunica con nadie. Sin embargo, el lingüista Jiří Černý no solo es uno de los profesores más queridos y respetados de la Universidad Palacký de Olomouc sino que, además, está convencido de que este diccionario es fruto de las relaciones que fue construyendo con profesores, colegas y alumnos, en los distintos espacios que pudo ir compartiendo con latinoamericanos en una época donde no era nada sencillo poder hacerlo.
“La primera idea surgió cuando empecé a estudiar español aquí en 1955 porque nuestro profesor Eugen Spálený, que nació en Brasil, hablaba el portugués brasileño y el español americano, digamos. Y nos habló muchas veces sobre América latina y era muy interesante. Nosotros no esperábamos en los años 50 que algún día podríamos ver a un español vivo o incluso a un latino o a un brasileño pero yo tuve buena suerte y cuando terminé mis estudios en 1959 apareció la posibilidad de trabajar como profesor del checo en Mariánské Lázně: fue en un curso de extranjeros que estudiaban checo durante un año para después poder estudiar en las escuelas superiores nuestras”.El profesor Černý agradece una y otra vez esa oportunidad y hasta recuerda perfectamente cada una de las nacionalidades de aquel grupo de alumnos, entre los cuales había un mexicano, un cubano, dos bolivianos y tres brasileños. Y, más de diez años después, esa suerte se volvió a repetir ya que, en el año 1968, Černý pudo salir a estudiar a Portugal y, un año más tarde, a Madrid, donde estuvo alojado en el Colegio Mayor de Nuestra Señora de Guadalupe destinado a latinos. Entonces, con la excepción de un estudiante español de Granada y un japonés, se trataba nuevamente de un grupo de latinos que le brindaban otra extraordinaria ocasión para oír el español americano de países como México, Colombia o Cuba cada vez que se juntaban en una mesa grande durante el desayuno, el almuerzo y la cena.
Hoy, a la hora de poner en palabras lo que siente por esos países, Černý destaca su notable historia, la belleza de sus regiones naturales, lo amigable de su atmósfera que hace que los checos que viven o vivieron en Latinoamérica puedan sentirse como en casa. Pero también aclara que hay algo que aún no puede explicar.Lo cierto es que esas experiencias, y acaso esa pregunta que tal vez hoy se sigue haciendo, fueron la causa de que, a finales de los años 90, Černý comenzara a pensar y preparar un diccionario que, en su opinión, debía cumplir con tres fases: la primera y más mecánica pero que exigió mucho tiempo era agrupar algunos diccionarios de base, por ejemplo un diccionario de mexicanismos, otro de colombianismos y algunos dedicados a la jerga, al sociolecto, a las formas del español un poco extrañas pero típicas para algunos países, como es el caso del cocoliche en Argentina.
Černý revela, aun sorprendido, que llegaron a trabajar con 34 diccionarios diferentes y luego, durante la segunda fase, él y los estudiantes que colaboraron en el proyecto se ocuparon de adjuntarle a cada palabra un equivalente checo.
Luego venía la tercera fase, la más difícil: reunir todo el material para desplegar los múltiples significados de una palabra como “chiva” que es una de las que más trabajo les exigió y la que primero recuerda Černý. El diccionario le dedica varias páginas para explicar y traducir cada una de las acepciones que tiene en los distintos países: “barba” en Argentina, “autobús” en Colombia y “bicicleta” en Cuba, solo por nombrar algunas.
Entre todos esos diccionarios que le sirvieron, como decía Newton, para sentarse sobre hombros de gigantes, uno de sus preferidos es el de Josef Dubský de 1977 que, según Černý, muchos critican pero todos copian. En su opinión, lo critican porque ya tiene sus años y la lengua está en constante evolución, aunque hay que tener en cuenta que en esa época casi no había computadoras.
La otra crítica, con la que él está de acuerdo aunque tampoco le resta valor al trabajo en su conjunto, es que incorporaba relativamente pocos americanismos: más que los demás diccionarios pero aun así pocos. Ese es, entonces, uno de los grandes aportes de este nuevo diccionario. Ahora bien, ¿de qué hablamos exactamente cuando hablamos de americanismos?
“Porque hay por lo menos dos opiniones diferentes. Una de ellas, cuyos representantes son, por ejemplo, los miembros de la Real Academia española consideran como americanismos solamente aquella expresión o frase que no se conoce en España. Es decir, no entran como americanismos según esta opinión palabras como "tabaco”, “canoa” o “tomate” que son de origen americano pero son conocidas en España. La otra posibilidad que yo prefiero es considerar como americanismos todas las expresiones y frases que nacieron en América”.Por supuesto, solo con observar la magnitud de los tres tomos de este diccionario, está claro que se adoptó el segundo criterio. Sobre todo porque Černý tuvo en cuenta que, al empezar a usarse muchas de estas expresiones en España, algunos dejaron de considerarlas americanismos.
Ahora bien, no deja de llamar la atención que, en tiempos de internet y la búsqueda constante de la inmediatez, salga un diccionario así. Y, al respecto, Černý parece tener bastante claras las ventajas y desventajas de su creación. Asegura que algunos diccionarios online son buenos y explica que, entre esos diccionarios que le sirvieron de base, el primero con el que empezó a trabajar fue el de la Real Academia Española, que le resultó accesible, fácil de encontrar y muy útil porque incluye también fraseología. Además considera que para los traductores son muy convenientes los diccionarios monolingües, a tal punto que no está tan seguro de que uno bilingüe como éste resulte indispensable para su trabajo. Asimismo, es consciente de que su obra le ahorra un trabajo considerable al traductor teniendo en cuenta que le ofrece unas quince o veinte definiciones checas posibles.
“Y, además, lo que es más importante todavía, creo, es que nuestro diccionario puede servir a los checos que no conocen el español porque tiene muchas informaciones útiles sobre flora, fauna, sobre las etnias indígenas, sobre su modo de vivir, la astronomía, mitología, cosas así que es difícil de encontrar en otras fuentes”.
Es notable que, a pesar de la extensión de este diccionario y el minucioso y prolongado trabajo que le exigió tanto a su autor principal como a su grupo de colaboradores, Černý acaba de publicar también un libro de memorias que se llama “Jak šel život”, “Cómo fue la vida”, que presentará en sociedad el próximo 9 de octubre. A diferencia del diccionario que le demandó veinte años, Černý escribió este libro en ocho meses, gracias a un programa de la Universidad de Palacký que le ofrece a sus profesores la posibilidad de publicar esta clase de libros. Y cuenta que, a medida que lo escribía, Černý se preguntaba si un libro de memorias le puede llegar a interesar a alguien fuera de uno mismo. Sin embargo, fue su hija la que logró convencerlo porque siempre estuvo muy interesada en sus antepasados y, cuando escuchó algunas de las historias que terminaría incorporando en el libro, le dijo que era absolutamente necesario escribirlo.Es así que, a los ochenta y tres años de edad, luego de haber publicado un diccionario y un libro de memorias, Černý continúa trabajando sin descanso, como suele sucederle a la gente apasionada. Y cada vez que habla parece estar reflexionando sobre cuestiones vinculadas con su trabajo y el lenguaje en general, a tal punto que, en una sola frase, logra resumir buena parte de la historia de las lenguas extranjeras en Chequia.
“Aquí entre las guerras la lengua extranjera número uno fue el francés; luego vinieron los alemanes y la lengua número uno era el alemán; después de la guerra la lengua número uno fue el ruso, ahora después de la revolución de terciopelo es el inglés y algunos dicen que sería bueno prepararse para el chino también”.
Aunque el español tal vez no logró alcanzar todavía el primer lugar del podio de las lenguas extranjeras en Chequia, Černý considera que ha venido creciendo sostenidamente el interés de los checos por aprenderlo, a diferencia de otros idiomas como, por ejemplo, el francés. En todo caso, es muy probable que el flamante diccionario de americanismos de Černý contribuya a mantener ese interés en los más altos índices.