Sergio Pitol: La huella praguense del hombre de los regresos

Sergio Pitol, foto: archivo de gob.mx

En una tertulia llamada 'La huella praguense de Sergio Pitol' que tuvo lugar este lunes en la Universidad Carolina, se recordaron los grandes méritos de este escritor que ejerció la función de embajador de México en Checoslovaquia.

Sergio Pitol,  foto: archivo de gob.mx

'El viaje' sería tal vez la mejor palabra para describir la esencia de la vida de Sergio Pitol. Puede que la lectura de Julio Verne, autor de libros de aventuras, le hubiera abierto este mundo de experiencias infinitas que a uno se le abren cuando se pone a recorrer las más distintas partes del mundo.

Foto: Dominika Bernáthová
Ansioso por comprender la literatura y consciente de la necesidad de conocerla de la manera más extensa posible, en 1961 anunció a su familia que se iba a Europa.

Posteriormente recorrió como miembro del Servicio Exterior Mexicano los más variados países del mundo, empezando por China y terminando en Checoslovaquia, donde ejerció entre los años 1983 y 1989 la función de embajador de México.

El país que vivía bajo el dominio de la Unión Soviética pasaba en aquel entonces por el período que se suele llamar de 'normalización'. Esta palabra se refiere al intento de congelar a la sociedad civil y mantenerla bajo el control del régimen omnipresente.

Dicha tendencia se sentía también en el campo académico. El Centro de Estudios Iberoamericanos, establecido en 1967 y dirigido por el profesor Josef Polišenský, luchaba constantemente por su supervivencia. Tanto el historiador Polišenský como el profesor de literatura Oldřich Bělič enfrentaban dificultades a la hora de ejercer sus funciones de manera independiente y eso se reflejó en el desarrollo de este centro de estudios.

Foto: Dominika Bernáthová
Sin embargo, como recordó el profesor Josef Opatrný, actual director del Centro de Estudios Iberoamericanos, Sergio Pitol no vaciló en ponerse a apoyar a los académicos en su esfuerzo de promover estudios iberoamericanos en Checoslovaquia.

“Sergio Pitol, no sé si fue informado sobre estas cosas (la existencia y las dificultades del Centro de Estudios Iberoamericanos), entró pronto después de su llegada. Fue una de sus primeras visitas, quizá antes de entregar las credenciales en el Castillo de Praga, cuando entró en un contacto íntimo con el profesor Polišenský y aceptó, y esto es importante, su invitación de venir al seminario. Repetidamente visitó al centro, presentando sus charlas sobre la cultura no solamente mexicana”.

Pitol se centraba mucho en sus actividades en la promoción de la cultura hispanoamericana en general, y esto fue algo muy poco común en la Checoslovaquia de los años 80.

Como subrayó Opatrný, en este sentido el desempeño del embajador mexicano fue clave para la defensa de la existencia de los Estudios Iberoamericanos en la Universidad Carolina en Praga y en todo el país.

Pitol se atrevió incluso a entregar la Orden del Águila Azteca, el más alto reconocimiento que el gobierno mexicano otorga a las personas que contribuyeron al desarrollo de las relaciones entre México y otros países, al profesor Josef Polišenský, quien vivía marginado por las autoridades comunistas, sigue Opatrný.

Foto: Dominika Bernáthová
“Este fue el primer momento oficial, cuando Polišenský, fue presentado en esta sociedad de las personas, digamos representantes de las autoridades checoslovacas, como uno de los próceres de la nueva disciplina. Entonces fue México y Sergio Pitol quienes apreciaron a Polišenský y los resultados de sus actividades en este tiempo. Por eso, el embajador merece no solo la gratitud de Polišenský, sino de sus alumnos y seguidores y de toda la comunidad de los iberoamericanistas checos. Los pocos que tuvimos la experiencia con las charlas de Sergio Pitol hace casi cuatro décadas las recordamos como una verdadera señal del mejor porvenir de Polišenský y de Estudios Iberoamericanos”.

En la tertulia participó también Hedvika Vydrová, destacada especialista checa en la literatura latinoamericana, quién describió la peculiar manera en que conoció a Sergio Pitol, o sea, a su obra.

“De repente, un día de mayo de 1982 me llega un paquete pequeño. Lo abro y hay un libro titulado 'El tañido de una flauta' publicado en México en 1972. En aquel momento, aquí obtener un libro extranjero era un milagro. Incluso a mí me parece algo inventado, una ficción, cuando lo cuento. Había una dedicatoria: Para Hedvika Vydrová por su simpatía y por su interés en nuestra literatura. Sergio Pitol, mayo de 1982”.

Pavel Štěpánek,  foto: NoJin / CC BY-SA 4.0 / Wikipedia
El libro llegó gracias al profesor Pavel Štěpánek, otro destacado académico especializado en la historia del arte, quien estaba en México donde había conocido a Sergio Pitol antes de su misión diplomática en Checoslovaquia.

Cuando este llegó a Checoslovaquia, los dos académicos checos, Vydrová y Štěpánek, se reunieron con él en un café, recuerda Vydrová.

“Me di cuenta inmediatamente de su formación acerca de la cultura e historia checa. Pero no solamente eso, también de una cierta sensibilidad no sé si innata o adquirida por sus misiones diplomáticas y por su vagabundeo por el mundo entero, por lo que estaba pasando aquí. Inmediatamente estableció relaciones y lazos, pero haciéndolo de una manera en la que no se podía objetar nada (o sea que las autoridades comunistas no podían objetar nada)”.

Gracias al apoyo de Pitol, Hedvika Vydrová pudo viajar a México y participar en eventos culturales de gran importancia a pesar de su difícil situación ante las autoridades checoslovacas. Y así podríamos continuar con muchas más personas que pudieron desarrollar sus actividades académicas con la ayuda de Sergio Pitol.

La misión diplomática de Pitol acabó en 1989. Sin embargo, su obra sigue presente en Chequia hasta hoy en día también gracias a Anna Tkáčová, quien tradujo su libro El Arte de la Fuga al checo. Según sus palabras, el escritor, a pesar de su edad y de estar ya muy enfermo, agradeció mucho la traducción publicada en 2010.

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