¿Sabemos lo que vestimos?

Foto: www.usilitonanas.cz
0:00
/
0:00

Las empresas de confección que operan en Chequia no se interesan por las condiciones laborales en las fábricas textiles de Asia, Turquía o México, donde se produce la ropa que venden. Una campaña lanzada por la Sociedad para Comercio Justo (Společnost pro Fair Trade) quiere cambiarlo, apelando a los consumidores, así como a los legisladores.

Foto: www.usilitonanas.cz
Trabajan doce horas diarias en espacios sin ventilación donde la temperatura asciende a los 35 grados centígrados. No utilizan equipos de protección. Muchas veces sufren acosos de parte de sus empleadores, no tienen acceso al agua potable y al servicio durante la jornada laboral. Y ello por un salario mínimo que apenas cubre sus necesidades básicas.

Estas son muchas veces las condiciones laborales de los obreros en los países en vías de desarrollo que fabrican las camisetas o sábanas para las tiendas checas, explica Michaela Rychtecká, de la Sociedad para Comercio Justo, que el año pasado visitó varias plantas textiles en Dhaka, capital de Bangladesh. El objetivo de la campaña, que ahora coordina en Chequia, es obligar a las empresas de confección de marca a tomar responsabilidades.

Michaela Rychtecká,  foto: www.monamie.cz

“Actualmente la responsabilidad por las condiciones de trabajo es de las fábricas, que son pequeñas, enfrentan una gran competencia, y dependen de las empresas de marca que dictan las condiciones tratando de bajar el precio y adelantar las fechas de suministro lo cual conduce a horas extras obligatorias que no son pagadas a los obreros”.

Según Rychtecká, las compañías occidentales deberían estipular los estándars de la producción y publicar la lista exacta de todos sus proveedores, lo cual permitiría a las ONGs realizar auditorías independientes en las fábricas. Hoy la legislación prescribe solamente indicar el país de producción y la composición de la prenda de vestir.

Por otro lado, la campaña de la Sociedad para Comercio Justo recurre al consumidor checo para que empiece a interesarse por el origen de lo que viste y compre productos con un sello de comercio justo, agrega Michaela Rychtecká.

Foto: www.usilitonanas.cz
“El aporte para el cliente será ecológico: sabrá que en el cultivo del algodón para su camiseta no se usaron tantos pesticidas. Y a la vez ético: comprará algo que fue fabricado en condiciones laborales aceptables, que en su confección no trabajaron niños. En el momento en que los consumidores empiecen a exigirlo, las empresas que cumplen este criterio ganarán más y serán más competitivas frente a las demás que no lo respetan”.

La Sociedad para Comercio Justo se dirigió a 114 empresas de confección en Chequia para averiguar de qué manera controlan las condiciones laborales en las plantas que producen la ropa para su marca. Sólo 21 compañías respondieron en el sondeo, de ellas ocho fabrican su producción en territorio checo. Únicamente la firma Levi Strauss ofrece en su página web información sobre todos sus proveedores.

Sobre la situación alarmante en la industria textil ha advertido este miércoles un desfile de moda en la Plaza de la Libertad de Brno donde las modelos lucieron vestidos de bolsas de plástico o de tejido metálico.