RunCzech, el puente de Carlo
Aunque llegó por azar a Praga en 1993, hoy Carlo Capalbo siente que, en la infancia, hubo algunas señales que anticiparon su unión con la capital checa. En esta entrevista, el creador de la exitosa marca RunCzech, recuerda además su fuerte vínculo con los inolvidables atletas Emil Zátopek y Dana Zátopková.
El italiano Carlo Capalbo vive en Chequia hace un cuarto de siglo y se define como un hombre de negocios que, en determinado momento, se dio cuenta de que necesitaba hacer algo más. Luego de estudiar en Inglaterra y vivir en Milán, Róterdam y otras ciudades del mundo, llegó a Chequia en 1993, un momento especial en el que el país, debido al cambio rotundo que había traído la Revolución de Terciopelo, ofrecía grandes oportunidades para cumplir los más ambiciosos proyectos.
“Quería crear algún tipo de valor y luego de trabajar en una compañía llegué de casualidad a este país justo cuando estaba viviendo una especie de sueño americano y entonces pensé en darle un mayor sentido a mi vida. Desde siempre amo los deportes, fui un deportista de equipo, jugaba fútbol o vóley, y entendí que el deporte siempre sirve para mejorar la comunidad. Claro, alguien podría decirme que mi comunidad está en Nápoles. Pero no, tu comunidad es donde vives”.
Capalbo explica que lo que tenía en mente era crear un tipo de evento capaz de organizar grandes maratones y, aunque reconoce que él no hacía distancias tan largas, su propia experiencia como corredor le dio muchas ideas. Asegura que el gran secreto del éxito de la marca RunCzech fue la pasión y energía con que encaró cada etapa del proyecto. Desde hace algunos años, las multitudinarias maratones organizadas por esta compañía hicieron famoso, en algún punto, a su fundador ya que, según él mismo cuenta, salir a correr es, en la actualidad, una de las actividades más populares en República Checa.
“A veces me veo saludando a la gente y firmando autógrafos en la calle pero no por mí sino porque, en los últimos tiempos, empezaron a correr 1.400.000 personas”.
Aunque el propio Carlo Capalbo afirma que llegó a Praga de casualidad, reconoce que, ya desde niño, tuvo algunas experiencias que hoy considera casi como pequeñas señales de que su destino estaría muy ligado a la capital checa, una ciudad que, en efecto, se convirtió en parte fundamental de su vida.
“Mi padre era miembro del Partido Comunista en Italia y, en 1968, cuando yo tenía diez años, renunció por la invasión soviética de Praga. Creo que ese fue mi primer contacto con la ciudad. Además, mi abuelo era partisano así que mi familia estaba involucrada en la lucha política. Pero, además, sin ningún motivo aparente, yo llamaba a mi madre “maminka” cuando era joven”.
Pero ya en Praga afirma que hubo un momento fundamental sin el cual posiblemente no habría podido cumplir su proyecto: cuando tuvo la suerte de encontrarse con los atletas Emil Zátopek y Dana Zátopková que, además de ser una pareja inseparable, tenían la particularidad de haber nacido el mismo día: el 19 de septiembre de 1922. Emil Zátopek es considerado uno de los mejores corredores de fondo de la historia pero Dana brillaba también en el lanzamiento de jabalina. Lo cierto es que la experiencia de haberlos conocido marcó un antes y un después no solo en la relación de Carlo Capalbo con Chequia sino también en su propia vida.
“Recuerdo que mi mamá lo llamaba a Emil “la locomotora humana”, por ese entonces yo era un niño pero me acuerdo de eso. Así que cuando llegué a Praga se me ocurrió conocerlo, llamé a su puerta y pasé seis horas hablando con él y su mujer Dana y, desde entonces, se convirtieron en mi familia adoptiva”.
Mientras hablaba con él, Capalbo no podía dejar de pensar que esa persona había conseguido la mayor gesta en la historia del atletismo en los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952, cuando en menos de una semana, además de obtener las medallas de oro en cinco mil y diez mil metros, ganó también la maratón. Sin embargo, lo mejor de todo vendría cuando, en medio de la conversación, Zátopek le dibujó a Capalbo en una servilleta el circuito de lo que sería la primera carrera en Praga. Aun emocionado, cuenta que desde que Emil Zátopek murió en el año 2000, su esposa Dana lo invitaba, junto a otras personas, una vez por mes a comer bizcocho aunque, en realidad, siempre terminaban tomando licor moravo.
“Entonces le pedía consejos a aquella en quien yo confiaba. ¿En quién iba a confiar si no en una de las personas más grandiosas que conocí en toda mi vida? Incluso cuando no tuvo el reconocimiento suficiente porque ella no dejaba de ser la mujer de Zátopek. Por supuesto Emil era Emil, pero Emil, sin ella, jamás hubiera llegado a ser todo lo que fue”.
Hasta su muerte, en marzo del año pasado, Dana Zátopková tuvo un rol muy importante como madrina de las maratones, además de multiplicar exponencialmente la cantidad de corredores que participaron en aquellos primeros eventos en 1995. Las carreras no solo se realizan en Praga sino también en otras ciudades como Olomouc, České Budějovice, Karlovy Vary y Ústí nad Labem.
Carlo Capalbo, por su parte, conoció las minas de uranio donde Emil Zátopek fue desterrado luego de que, en 1968, lo expulsaran del Partido Comunista por apoyar la Primavera de Praga.
“Él pidió permiso para poder regresar a Praga y, para volver y poder trabajar en un archivo en un sótano, tuvo que firmar un papel diciendo que no estaba de acuerdo con Carta 77”.
Capalbo tiene la sensación de que esa firma totalmente forzada hizo que muchos checos dejaran de valorarlo, al menos, durante un tiempo. Es cierto que, en la actualidad, Zátopek vuelve a tener todo el reconocimiento que se merece, casi de la mano del notable desarrollo de las maratones en Chequia. De hecho, Capalbo destaca que, como consecuencia de todo esto, lo que pasó es que incluso la imagen de una ciudad muy famosa como Praga terminó incorporando nuevos atributos.
“Va cambiando un poco la imagen de Praga fuera del país. Quizá antes solo asociaban Praga al Puente de Carlos y ahora, gracias al éxito de estas maratones, tiene una imagen más asociada a lo cool y a lo activo, incluso eso salió publicado en el New York Times, y creo que es algo importante”.
En definitiva, Carlo Capalbo considera que, desde hace unos años, muchos extranjeros llegan a Praga no solo para visitar el Puente de Carlos sino también para combinar el turismo con su pasión por correr. Y si bien la actual situación con la pandemia detuvo casi todos los eventos, el fundador de RunCzech recomienda a quienes aún no lo hayan hecho llamar a un amigo y salir a correr juntos porque esa, en su opinión, es una excelente forma de atravesar la crisis.