Rafael Kubelík, uno de los grandes propagadores de la música clásica checa

Rafael Kubelík, foto: Týdeník Rozhlas

Rafael Kubelík, director de orquesta, violinista y compositor, es uno de los grandes nombres del salón de la fama de la música clásica checa e internacional. Abandonó su país tras la llegada de los comunistas en 1948 y en 1990 dos orquestas checas y una eslovaca protagonizaron el Concierto del Entendimiento nacional para celebrar el triunfo de la democracia.

an Kubelík,  foto: Free domain
Se puede decir que Rafael Kubelík heredó su amor por la música por vía sanguínea. Su padre Jan Kubelík fue un virtuoso del violín de fama internacional que supo de manera sutil y amable traspasar a su hijo la pasión por la música.

Después de egresar del Conservatorio de Praga, Rafael Kubelík solía tocar con su padre, le acompañaba tocando el piano.

Con menos de 30 años de edad, Rafael Kubelík fue nombrado director del Teatro Municipal de la ciudad de Brno y tiempo después se le confío la dirección artística de la Orquesta Filarmónica Checa.

La Primavera de Praga 70 años después

Rafael Kubelík fue una persona como muchas inquietudes en lo referente a su profesión. Después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1946 organizó la primera edición del Festival de Música Clásica la Primavera de Praga, que inauguró y clausuró personalmente al frente de la Orquesta Filarmónica Checa.

El festival surgió para recordar la paz conseguida, y como obra clave para el concierto de inauguración fue escogido el Poema Sinfónico Mi Patria de Federico Smetana, que acompaña el inicio del evento ya desde hace 70 años.

La llegada de los comunistas al poder en Checoslovaquia en 1948 representó un duro golpe para los demócratas. Rafael Kubelík comprendió que bajo el dictado del Kremlin no podría permanecer en su país y decidió emigrar.

Se fue de su país, pero guardó en su corazón a su nación

Dijo adiós a su país, pero no a su nación que siempre guardó en su corazón. Viajó a Gran Bretaña, lugar en el que su talento pronto encontró la repercusión adecuada. De 1950 a 1953 encabezó la Orquesta Sinfónica de Chicago.

Rafael Kubelík,  foto: Týdeník Rozhlas
Gracias al espectacular éxito de su escenificación de la ópera Káťa Kabanová, de Leoš Janáček, fue nombrado en 1955 director de la Ópera Covent Garden, de Londres, donde llevó a escena, entre otras, óperas checas como ‘Jenufa’, de Leoš Janáček, y ‘La Novia Vendida’, de Federico Smetana.

Estelar fue el papel de Rafael Kubelík al frente de la Ópera Metropolitana de Nueva York. Dirigió también otras grandes orquestas de fama mundial como, por ejemplo la de la Ópera Estatal de Hamburgo y actuó en las mejores salas de concierto del planeta.

La crítica internacional no economizó elogios y reconocimientos. El estilo de Rafael Kubelík fue catalogado de perfecto equilibrio entre el sentimiento y la razón que se veía fortalecido con un profundo dominio y entrega total a la música.

Un gran propagador de la música checa

Foto: Altus
Fue uno de los grandes propagadores de la música checa por el mundo, dedicando un lugar especial a Federico Smetana y a Leoš Janáček. De éste último podemos mencionar por ejemplo Sinfonietta.

El violín, el piano, la dirección de orquesta fueron actividades en las que Rafael Kubelík se sintió muy cómodo, pero sus cronistas aseguran que aún mejor se sentía componiendo.

Su estado de salud empeoró en los años 80 y optó por retirarse. Se mudó a la cálida California y se entregó por completo a la composición.

La noticia de la derrota del comunismo en Checoslovaquia en 1989 funcionó en Kubelík como una especie de vigorizante. En 1990 Rafael Kubelík viajó a Praga y dirigió lo que se llamó el Concierto del Entendimiento Mutuo.

El apartamento de Rafael Kubelík en Lucerna / Suiza,  foto: Petr Veber,  Radiodifusión Checa
Bajo su batuta y al aire libre la Orquesta Filarmónica Checa, la Orquesta Filarmónica Estatal de Brno y la Orquesta Filarmónica Eslovaca, interpretaron Mi Patria, de Federico Smetana.

Rafael Kubelík falleció el 11 de agosto de 1996 en la ciudad suiza de Lucerna. Sus restos mortales descansan en el Cementerio de los Próceres de la Patria en Praga.

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