Radegast, el dios eslavo y símbolo de las montañas Beskides
Hace 90 años fue desvelada una estatua dedicada a Radegast en uno de los caminos más concurridos de la cresta de los Beskides, diseñada por el escultor Albín Polášek.
Nativo de la ciudad de Frenštát pod Radhoštěm, situada en la cordillera de los Beskides en Moravia, Albín Polášek empezó a trabajar en la obra en 1924 en Estados Unidos, donde entonces radicaba. El escultor creó numerosas variantes, de las que, finalmente, surgió en su taller en Praga el aspecto definitivo del dios pagano, con un cuerpo masculino, un rostro con rasgos de león y un casco de toro con cuernos. En la mano derecha, Radegast sujeta un cuerno de abundancia y en la izquierda un hacha.
Erigida a poco más de un kilómetro de la popular y pintoresca zona de Pustevny, la estatua de hormigón y piedra de gravilla fue revelada el 5 de julio de 1931. La obra mide 320 cm, pesa 1.4 toneladas y fue donada por compatriotas checos asentados en Estados Unidos.
No obstante, el clima de la cresta resultó siendo demasiado violento para el Radegast original, dañado también por un relámpago, por lo que hoy los turistas pueden apreciar una copia de la estatua de Polášek. Esta fue esculpida por Jan Sobek z Leskovce, quien utilizó granito natural, capaz de hacer frente a las condiciones extremas de las montañas. La estatua de Polášek adorna hoy en día el vestíbulo del Ayuntamiento de Frenštát pod Radhoštěm.
Las leyendas de Radegast
Radegast, el dios eslavo de la cosecha, la abundancia, la hospitalidad, pero también del sol y el fuego, fue un gran amante de la buena comida y la bebida, según cuentan las leyendas. Disfrazado, a menudo a se relacionaba con personas comunes y las dejaba que le sirvieran. Cuando quedaba satisfecho con sus cuidados, las recompensaba generosamente.
Radegast fue venerado originalmente por las tribus eslavas del Báltico, no obstante, su hogar ha sido desde el inicio de los tiempos el monte de Radhošť (1129 m.s.n.m.) en los Beskides de Moravia-Silesia. Supuestamente se encontraba en la cima de la montaña un ídolo suyo, derrumbado posteriormente por órdenes de Constantino y Metodio, los famosos misioneros que llegaron desde Tesalonica a las tierras checas para cristianizarlas y alfabetizarlas.