Pavlína Konečná: “Empecé a estudiar español por las telenovelas”

Pavlína Konečná, foto: archivo personal

Cuando la televisión checa empezó a transmitir telenovelas como la mexicana Esmeralda o la argentina Muñeca brava, Pavlína Konečná decidió estudiar español. Ahora que ya empezó a dar clases de ese idioma, nos cuenta cuáles fueron sus principales dificultades, qué condiciones ofrece Chequia para las personas ciegas y cómo a veces mucha gente se hace falsas ideas sobre lo que significa no ver.

Aunque Pavlína Konečná asegura que en República Checa se suele enseñar sobre todo el español peninsular, algo en su manera de expresarse parece tener más que ver con el habla latinoamericana. Y, tal como ella misma cuenta, no solo existió ese contacto a través de la televisión sino que además fue el punto de partida de su interés en este idioma.

“Bueno, yo empecé a interesarme por el español cuando tenía unos trece años cuando aquí en República Checa empezaron a emitirse las típicas telenovelas latinoamericanas y a mi me encantaban las canciones, y una vez le pregunté a una amiga en qué idioma se cantaban esas canciones y ella me dijo que estaban en español y yo me acuerdo que ahí dije que quería aprender ese idioma y pues así empezó todo”.

Pavlína Konečná,  foto: archivo personal

Tal como demuestra la propia Pavlína Konečná al hablar, se trató de una decisión clara con la que realmente se vio comprometida, a tal punto que si bien pasaron ya varios años aun recuerda perfectamente cuáles eran en concreto esos programas.

“Sí, me acuerdo perfectamente: una se llamaba Esmeralda, era sobre una chica ciega y me gustó mucho porque también era mi mundo, y la otra se llamaba Muñeca brava y fue protagonizada por Natalia Oreiro que es una actriz y cantante uruguaya que se mudó a Buenos Aires”.

Konečná aclara que la actriz Natalia Oreiro es aún más famosa en Rusia aunque en República Checa tuvo una etapa de mucho esplendor en la que todas las chicas la admiraban. Ella lo atribuye a que tenía algo que para la mayoría de los checos era muy novedoso o hasta incluso exótico: el hecho de que fuera una persona tan alegre. Por otro lado, en comparación al menos con el checo, el español es un idioma relativamente fácil, tal vez porque se lee más o menos como se escribe. Pero, aun así, Konečná reconoce que tuvo algunas dificultades para dominarlo.

Historias de la vida,  telenovela Esmeralda,  foto: Wikimedia Commons,  public domain

“Lo que más me costó aprender fue el subjuntivo porque en checo no lo usamos y comprender cómo funciona el gerundio y todos esos tiempos verbales que en checo no se utilizan tanto, también la concordancia de los tiempos verbales y cosas de este tipo creo que nos costaron un poquito a todos”.

Luego de armar una base sólida en el idioma, siguió estudiando otros cuatro años en Teiresiás, un centro de apoyo para estudiantes de la Universidad de Masaryk en Brno donde pudo contar con muy buenos profesores particulares. Y si bien no terminó la carrera universitaria, su nivel de español le permitió aprobar un examen internacional que certifica su dominio del idioma y, por ende, empezar a trabajar como profesora en una empresa social fundada por una organización para ciegos.

Konečná viajó varias veces a España y tiene amigos hispanoparlantes en las redes sociales, que usa con frecuencia. Aclara que utiliza un ordenador normal con un programa que le va leyendo todos los textos que aparecen en pantalla. Y cuando se le pregunta qué condiciones ofrece Chequia para personas que no pueden ver su respuesta es muy positiva.

“Yo creo que estamos muy bien en ese sentido: hay mucha accesibilidad y creo que una persona ciega aquí puede vivir perfectamente, y creo que la organización de ciegos checos hizo mucho en este sentido”.

Agrega que, a pesar de ser un país chico, República Checa cuenta, por ejemplo, con dos escuelas de perros guía, lo cual no sucede en muchos otros lugares. Por otro lado, asegura que la tecnología es un aliado importante: en su teléfono móvil el lector de pantalla viene de fábrica, pero además usa con frecuencia una aplicación muy útil que funciona con la cámara del móvil y, mediante dos tipos de sonidos, le permite saber si las luces del lugar en que se encuentra están apagadas o encendidas. También le resuelve muchos problemas la aplicación Be my eyes.

“Es una plataforma donde colaboran personas ciegas y voluntarios que ven, cualquier persona puede convertirse en un voluntario de esta aplicación y consiste en hacer una videollamada anónima y se puede utilizar cuando necesito comprobar algo que no puedo ver como la fecha de caducidad de un producto, entonces yo hago una llamada y cualquier persona que está libre me puede ayudar o guiar a través del video”.

Por otro lado, es cierto que las múltiples ventajas que otorga el desarrollo de las tecnologías no siempre van de la mano con la conducta de algunas personas que, a veces, por falta de conocimiento, cometen algunos errores al encontrarse con una persona ciega en la calle o incluso en la propia representación que se arman sobre lo que significa no ver.

“Yo podría adentrarme en el tema y hablar durante mucho tiempo o también podría decir solo una cosa en general que después llevaría a las otras cosas: yo diría no pensar que el ciego es o un superhéroe o un superpobre, imagen que se da muchas veces en los medios y no es así: una persona ciega puede llevar una vida como cualquier persona, más o menos exitosa, más o menos triste, más o menos alegre solamente que la persona no ve”.

Konečná afirma que, muchas veces, para dejar de estar equivocado en algo alcanza con interesarse en el tema y hacer algunas preguntas. Y dice que no viene mal recordar que, así como las personas que ven pueden ser muy distintas entre sí, el error más frecuente que cometen algunos es creer que los ciegos comparten necesariamente las mismas características.