Pájaros tropicales en el Obradoiro, o el retorno de un oficio perdido
La Latin Art Gallery de Praga presenta la colección ‘Pájaros en el Obradoiro’, una serie de obras realizadas en cuero siguiendo la ancestral técnica del guadamecil. Su autor, el colombiano Nelson Callejas, es uno de los responsables de la reintroducción del oficio de guadamecilero en España.
Estos son pieles especialmente trabajadas y coloreadas mediante labores tales como la incisión, el repujado, el moldeado o el esmaltado, que conforman el conocimiento ancestral del oficio de guadamecilero, que se remonta como mínimo al siglo VIII en Al-andalus. Su primer rasgo peculiar es el uso de un tipo de curtido diferente al de la marroquinería clásica, como explica Callejas.
“Es piel especialmente curtida con esencias vegetales, sobre todo taninos, quinas… Se lleva la piel a la condición más vegetal posible, y natural. No se usa por ejemplo el cromo, que es la piel que se usa para cinturones o zapatos, sino que es una piel especialmente preparada para este oficio. La piel puede ser de carnero o de res”.
Estos trabajos en cuero se usaban para forrar cofres, muebles y altares, o incluso tapizar suelos.Los guadameciles de la Península Ibérica gozaron de gran fama y prestigio, especialmente a partir del siglo XI, y ya en el Renacimiento la técnica se extendió a otros países europeos y por supuesto, a las colonias españolas en ultramar.
Así, mientras el oficio de guadamacilero se fue extinguiendo en España, sobrevivió en algunos puntos de Latinoamérica. Nelson Callejas tuvo la suerte de heredar el oficio y la interesante iniciativa de tratar de renovarlo y lanzarlo a los circuitos artísticos, como comenta.
“Viene ya de la familia. Mi abuelo empezó a trabajar el oficio. Después es transmitido a mi padre y posteriormente yo tomo ese oficio considerado artesanal, a veces artístico, y hago un planteamiento en la Universidad como una propuesta desde el punto de vista de la cueroplastia. Y ahí se va desarrollando. Después vengo a España y planteo también la misma propuesta en una tesis en un máster en la Universidad de Santiago de Compostela”.
La conexión con España le valió a Callejas más tarde la labor, junto a artesanos como Ramón García Romero, de reintroducir en el país esta profesión prácticamente desaparecida.“Conocí a un artista que trabajaba con una cámara y ha recopilado 26 oficios perdidos en España. Uno de ellos es el guadamecil. El Ministerio de Cultura español empezó a determinar que esos oficios deberían reengancharse culturalmente en el país, porque se dieron cuenta que en toda Latinoamérica estaban, entonces fueron invitando personas. De ahí que desde el año 1999 o 2000 me empiecen a invitar para que dé talleres y charlas. Y otra vez, en este momento, en Andalucía, después de haber dos talleres de guadameciles hay actualmente unos 18 o más”.
Aunque de técnica ancestral, los motivos de los guadameciles de Callejas se alejan de lo que durante siglos se ha representado sobre cuero, actualizando así este oficio milenario. Pájaros y vegetación de intensa coloración, se integran con edificios y objetos, en una especie de comunión nada forzada, de arte y naturaleza.
La importancia de la flora y la fauna en el trabajo de Callejas, así como de su denso cromatismo, es el resultado de su propio entorno, un producto, por tanto del “genius loci” latinoamericano.
“La naturaleza latinoamericana, el entorno nuestro, es demasiado exuberante. Tienes en cualquier sitio lechosas, naranjas, café, lo que tú quieras. Como está ahora así de pronto llueve, como no llueve y llueve más tarde a la hora. Tú ves que si ese árbol está ahí el otro viene después. Allá en cualquier momento pasa cualquier cosa. Y a eso ya estamos acostumbrados. Y eso sucede en el arte, en la cultura, en la política… en todas las partes de la realidad cotidiana. Cuando uno viene aquí, y yo observo la belleza que ustedes tienen en la naturaleza, es toda ordenadita”.
La posición central de la naturaleza en la obra de Callejas, su fascinación por observarla, viene además dada por la peculiar historia de su pueblo natal, Villa de la Mesa de Juan Díaz, cuna de la ilustración en el el virreinato de Nueva Granada, como nos cuenta.“Alrededor mío, en el sitio donde yo viví, en mi hábitat, inicialmente había, por decirte, 87 especies de colibrís. Allí empezó lo que se denominó en la época de la colonia la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, y eso marcó definitivamente mucha cultura de Colombia, porque allí empezaron los primeros científicos, los primeros artistas, a surgir. Y esto nace en el pueblo donde yo nací, que queda cerca de Santafé de Bogotá. Eso marca muchísimo, porque el entorno que se vivía en ese lugar es de relación del hombre con la naturaleza”.
Las aves de colores en la apagada y lluviosa Galicia son, de esta manera, una inyección de Latinoamérica en el viejo mundo. Como golondrinas que vuelven en primavera, los pájaros de Callejas traen consigo los guadameciles españoles pero transformados tras su estancia en América.
“Ahora estos pájaros digo que los llevo al Obradoiro por eso que sucedió en España de empezar a rescatar los oficios perdidos que se encontraban en latinoamérica y llevarlos otra vez a España. Y con mucha razón ahora en esta época de recesión. Pero ya los oficios que España nos llevó, que sembró allá, nosotros se los entregamos como García Márquez con sus ‘Cien Años de Soledad’, con estructuras muy clásicas de literatura, pero ya enriquecidas por una magia, un realismo mágico, un surrealismo muy tropical”.
La exposición ‘Pájaros en el Obradoiro’ permanecerá en la Latin Art Gallery de Praga hasta el 25 de julio.