Patinar en la naturaleza en Praga: Unos pocos días mágicos que ilusionan a los checos todo el año
A medida que Praga se recupera de la semana más fría de este invierno, sus habitantes disfrutan de los últimos momentos para patinar en estanques, lagos y ríos congelados. En esta crónica, nos ponemos los patines y les invitamos a deslizarse con nosotros en una actividad tan romántica como checa, que, lamentablemente, solo se puede disfrutar unos pocos días al año. Además, os compartimos consejos para realizar esta actividad de forma segura.
Aunque no tan común en los últimos años debido al calentamiento global, el patinaje sobre hielo en la naturaleza urbana de Praga es un pasatiempo que, a día de hoy, varios siguen practicando cuando se presenta la posibilidad. Cuando las temperaturas descienden bajo 0°C, llega el momento de sacar los patines. Uno de los lugares más apropiados para disfrutar de esta actividad, a apenas 15 minutos del centro de la ciudad, es en el parque Real de Stromovka, donde los numerosos estanques de distintos tamaños, rodeados de árboles y superficies verdes, lo convierten en un lugar ideal para sumergirse en la frágil belleza del invierno. Allí mismo disfrutó de la actividad y por primera vez en el año Martin, un checo cuya experiencia con el patinaje sobre hielo en exteriores se remonta a su niñez, según nos contó.
“Bueno, mi experiencia viene sobretodo de la infancia. Teníamos una casa de campo y cerca había varios estanques. Se puede decir que yo crecí en esos estanques checos. Íbamos allí los fines de semana todas las mañanas con mi padre para jugar al hockey y patinar. El patinaje sobre hielo está vinculado a algunos de los mejores momentos de mi infancia”.
Fuera de la ciudad y más cerca de las montañas, donde las temperaturas todavía pueden bajar a muchos grados bajo cero, el patinaje sobre hielo puede cobrar otras dimensiones, afirmó nuestro compañero de RPI Jiří.
“De pequeño íbamos a patinar a Štvanice, en Praga. Allí aprendí a patinar, y cuando me mudé de esa ciudad, iba a los estanques, que no tienen ni punto de comparación con las pistas cubiertas de patinaje, porque allí puedes patinar también por la noche, con las estrellas… es simplemente genial”.
A pesar de ser un deporte indudablemente romántico, al practicarse en la naturaleza, tiene ciertos peligros. Ya que no podemos influir en las condiciones que permiten esta actividad, debemos convertirnos primero en observadores y asegurarnos de que las circunstancias sean las correctas. Para ello, los expertos recomiendan seguir la regla del 5x5. Idealmente, para determinar que el hielo sobre el que queremos patinar es lo suficientemente grueso y por lo tanto seguro, las temperaturas no deberían superar los -5°C durante 5 días. Aun así, muchas veces es difícil hacer un seguimiento preciso, o puede ser que las temperaturas nocturnas bajen tanto que formen un hielo seguro a pesar de que durante el día las temperaturas superen los -5°C mencionados. Para tales casos, Martin comparte algunos de sus consejos para determinar si el hielo es o no seguro.
“Bueno, definitivamente es necesario observar las temperaturas… a veces puede ser que las temperaturas nocturnas bajen tanto que incluso si por el día hace más calor, se mantenga el hielo. También es bueno ver si donde quiero ir a patinar hay otra gente patinando y tratar de ver cómo de grueso es el hielo. Personalmente no patinaría en cualquier lugar si no conociera un poco las circunstancias”.
Otro método objetivo para determinar la seguridad es haciendo un agujero en el hielo donde se quiera patinar y medir su grosor. Para estar completamente seguros, universalmente se toman 15cm de grosor como referencia. Si no tenemos una herramienta apropiada a mano, como sería un taladro, Martin comparte algunos otros factores importantes.
“El sol también puede influir bastante, si está muy fuerte, puede diluir el hielo aunque la temperatura sea bajo cero. Otro indicador de que el hielo no es seguro es si se escucha que se está agrietando, significa que el hielo es fino y podría romperse. Y la regla universal es no acercarse mucho a los bordes, allí el hielo siempre es más fino. A unos pocos metros de donde estamos ahora un chico estaba caminando por el borde y el hielo se rompió”.
Sus consejos para determinar la seguridad del hielo los dio también Adela, una joven estudiante que empezó a patinar sobre hielo en exteriores con tan solo 3 años.
“Según mi opinión, cuánto más blanca esté la superficie helada, mejor. Por los bordes es peligroso, lo mejor es no caminar o solo arrastrarse allí. Creo que hoy vinimos por última vez para patinar, porque las temperaturas deberían aumentar estos días”.
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Igual que Martin, Adela también tiene conectado el patinaje sobre hielo a momentos felices de la infancia, y comparte que el lugar donde más solía patinar de pequeña se encuentra en otro punto de la ciudad.
“Desde que era niña, patinábamos en Podolí, quizá desde los tres años, puede que incluso antes. Siempre había una franja helada del río Moldava, así que allí patinábamos con mis padres”.
Adela recordó también las historias que le comentaba su abuela, que de joven patinaba por el río Moldava desde Podolí hasta el centro de Praga, en lo que debió ser un trayecto mágico en una de las ciudades más bonitas del mundo.
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