Cada vez más proyectos se adaptan a la lucha contra el cambio climático
En Chequia crece el interés en realizar proyectos que reaccionan ante el cambio climático y la necesidad de proteger la naturaleza. Expertos coinciden en que, para lograr un cambio, hace falta adoptar una estrategia común y contar con un mayor apoyo por parte del Estado.
Cada vez más personas están pensando en cómo implementar ideas e innovaciones que luchen contra el cambio climático y protejan a las personas así como a la naturaleza.
El concurso Adapterra Awards, patrocinada por la fundación Nadace Partnerství, busca proporcionar el apoyo necesario y motivar a todos los interesados a que implementen sus ideas. La edición de este año acaba de iniciar y es apenas la tercera, pero sus organizadores estiman que la participación será aún más alta que en 2020, según afirma Martin Ander, de Nadace Partnerství.
“El número de proyectos crece. En la primera edición participaron 25 proyectos, el año pasado fueron ya 78. Y me parece muy bien que el aumento se registre en todos los sectores. Los proyectos los proponen y realizan ciudades, empresas, instituciones públicas y también personas particulares”.
El año pasado, el concurso lo ganó Lubor Křížek, quien creó un sistema de remansos en su terreno. Sobre un área de aproximadamente una hectárea, el invento le ha permitido retener grandes cantidades de agua y solucionar de esta manera el problema ocasionado por una fuente seca. El proyecto, que le costó unos 1500 euros, le brinda ahorros de cerca de 3000 euros anuales.
Su éxito ha generado interés, no solo por parte de sus vecinos, sino desde diferentes rincones más o menos lejanos de Chequia.
“Viajo por todo el país, a veces incluso 200 o 250 kilómetros. No es así todo el tiempo, la frecuencia crece cuando se publica un artículo o aparece información en internet o en televisión, por ejemplo. Después la gente me llama y me pide consejos”.
También las empresas han tomado mayor interés en soluciones inteligentes y ecológicas y crece el número de especialistas que ofrecen servicios en el área de adaptación al cambio climático. De acuerdo con Martin Ander, los arquitectos y proyectistas están siguiendo cada vez más las tendencias de cómo diseñar espacios públicos. Para retener el agua, estos deberían incluir espacios verdes, superficies no afirmadas o estanques de agua, por ejemplo.
Adapterra Awards busca proyectos inspirativos, centrados en soluciones para las ciudades, el sitio de trabajo, la vivienda o el paisaje. Como categoría especial figura Praga, que es también patrocinadora del proyecto. En el marco de la iniciativa se realizó en 2020 la revitalización de Stromovka, uno de los parques más extensos de la capital, por ejemplo.
La ciudad es uno de los entornos donde más se sienten los efectos del cambio climático, ya que el diseño de los edificios influye en la calidad de vida de las personas. De acuerdo con Ander, techos o fachadas verdes y sistemas de aire acondicionado especiales pueden ayudar a sobrellevar el impacto de las crecientes temperaturas y proteger a la población.
“La mayoría de los habitantes de la República Checa vive en ciudades. Las consecuencias del cambio climático, por ejemplo, las olas de calor o las sequías son muy peligrosas para grupos vulnerables como las personas mayores o los niños. Por eso los proyectos deberían centrarse principalmente en estos dos objetivos: la sombra y el agua. Mediante los proyectos, debemos asegurar que se pueda vivir en las ciudades, a pesar del calor. Y sin la sombra y el agua es imposible”.
El proteccionista Jiří Malík de la organización Živá voda coincide con Ander, pero sugiere que la atención se fije principalmente sobre el campo y el paisaje, que, al final, son las fuentes que suministran a las urbes.
“La labor principal debe hacerse en la naturaleza, porque las ciudades dependen del suministro de agua de los ríos y el agua potable de la naturaleza. Por lo que hace falta renovarlo. Es verdad que están surgiendo más y más actores que quieren proteger el paisaje, pero el problema es que el Estado aún no cuenta con un mecanismo eficiente para lograrlo”.
La falta de coordinación es, de acuerdo con expertos, posiblemente el mayor obstáculo. Ander y Malík afirman que existen diferentes categorías de subsidios, administrados, por ejemplo, por el Ministerio de Medio Ambiente o el Ministerio de Agricultura, pero sus agendas no se solapan.
Para que el sistema actual funcionara, tendrían que coordinarse entre sí decenas de miles de realizadores de proyectos, algo que no es posible, de acuerdo con Malík. El proteccionista destaca que el problema es demasiado grave y extenso.
“Se trata de un problema a largo plazo. Si queremos adaptar el paisaje al cambio climático, no es posible resolverlo con soluciones aisladas, como la construcción de presas o la interconexión de sistemas de agua. Estos pasos resuelven las consecuencias, pero no las causas. La causa es que el paisaje está seco: por causa del cambio climático y una mala gestión por nuestra parte. En las últimas décadas, o a lo mejor siglos, hemos desecado la naturaleza”.
De acuerdo con Malík, es clave entender que la naturaleza es de donde adquirimos los alimentos y el agua. Pero, además de esta función productiva, debemos apreciar también el aspecto no productivo: los ecosistemas, la biodiversidad o la capacidad de la tierra de retener agua. Y esta tendencia debería verse reflejada también en las subvenciones, para que los agricultores se sientan motivados a implementar proyectos que tengan por objetivo mejorar el estado de la tierra y del paisaje.