De noche, bajo el puente

Astor
0:00
/
0:00

Václav Šíma vive hace casi veinte años debajo del puente de Hlávka en Holešovice. En esta entrevista el más experimentado guía de Pragulic habla del valor que le da al dinero, de su trabajo mostrando la Praga oculta y, sobre todo, de la entrañable relación que lo une a su perro Astor.

El billete de un millón nunca existió en Checoslovaquia,  el billete de la foto es una broma  de la corona de cien | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Mientras mira su billete de un millón de coronas checoslovacas, asegura que en el pasado fue millonario. Václav Šíma, un hombre sin hogar que vive bajo el puente de Hlávka en Praga 7, cuenta que, al volver de su exilio en Canadá en 1991, fundó una empresa con la que se hizo rico. Sin embargo, recuerda que en el año 2006 tomó la decisión de convertirse en vagabundo y eligió instalarse en ese sitio tan particular de su amado barrio de Holešovice, donde había pasado gran parte de su infancia junto a sus abuelos. En la actualidad, desde varios puntos de la zona y durante todo el año, puede verse el jardín repleto de tazas y flores que él mismo cuida con tanto esmero.

El jardín de Václav | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Lo hago como decoración, yo mismo salgo a caminar y encuentro todas esas cosas en los alrededores de Praga, cerca de los contenedores de basura. La gente deja esas cosas ahí como si nada o, a veces, me las traen. Yo vengo de un pueblo y en casa de mi abuela era costumbre poner cerámicas antiguas en las vallas de los jardines. Las colgaban ahí junto al gnomo que estaba siempre en el centro del espacio. Bueno, yo quise hacer una decoración parecida, en verano planto flores en el jardín para hacer que el ambiente sea agradable”.

El mejor amigo del hombre

Otro elemento fundamental del espacio en el que vive Václav es la presencia constante de Astor, un perro guardián con una mirada muy cálida que está por cumplir quince años de edad. Cada vez que habla de él, Václav sonríe y recuerda que, para poder recordarlo con facilidad, le puso ese nombre por una marca de cigarrillos con licencia estadounidense que importaban unos colegas ucranianos con los que trabajaba.

Václav Šíma | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Lo compré cuando tenía 60 años. Ya no quería un perro porque tenerlo implica asumir una gran responsabilidad por mucho tiempo. No es una relación que solo tengo hoy y, mañana, cuando me canso, puedo hacerla a un lado. Me acuerdo de que un día fui al mercado de Holešovice, y allí había un muchacho que vendía tres cachorros, nadie quería comprarlos y él deseaba sacárselos de encima”

Compadecido por la situación de los perritos, cuenta Václav que, en ese entonces, le dio al vendedor unas seiscientas coronas por los tres animales, aunque luego vendió a dos de ellos y se quedó con el más cachorrito porque asegura que sintió, desde el primer momento, una conexión muy especial con él. Recuerda incluso que los otros dos, al ser más grandes, querían apartarlo de la cuenca con comida que él les preparaba y, por lo tanto, él tenía que ayudarlo, en algún punto, a hacerse respetar

“Tomé a mi perro en brazos, él miró hacia arriba y fue amor para siempre”.

Václav Šíma

“Al final lo tomé en brazos, él miró hacia arriba y fue amor para siempre. Es muy compañero, incluso ahora que ya está viejo es muy compañero. Además lo entrené y se convirtió en un perro guardián. Una vez me salvó la vida porque por acá había un borracho y se sabe que un borracho siempre puede hacer cosas insólitas que no debería. En este caso, me quería matar con un arma, me rompió el brazo y la cabeza, y Astor me salvó”.

Así como su perro lo protegió aquella vez, Václav también suele ayudar a mucha gente que se encuentra en problemas, en algunas de las ocasiones en las que sale a descansar a su exclusivo jardín con vista directa al Moldava. De hecho, recibió de la municipalidad de Praga 7 una condecoración por haber salvado a varias personas que intentaban quitarse la vida en la zona del puente. A base de buena conducta, Václav se volvió muy querido entre sus vecinos. Ellos lo conocen hace ya muchos años y saben que él siempre mantiene en orden el lugar y hasta logra resolver los típicos conflictos entre borrachos. Václav opina que lo peor de vivir en la calle no es tanto la situación en sí, sino el hecho de tener que lidiar con gente conflictiva que, por culpa del alcohol, nunca se sabe cómo puede llegar a reaccionar.

“Debido a que están acostumbrados al hecho de no tener hogar, viven de una manera diferente. Yo vivo aquí desde hace mucho tiempo, y me conocen además por varias entrevistas y programas de tele. El último salió en la televisión checa y se llama Slumdog Millionaire, como la película india que ganó un Oscar”.

Honest guide

Además de otros trabajos temporarios en el área de limpieza, Václav es el guía más experimentado del plantel de Pragulic, una empresa que tuvo la interesante idea de contratar a personas sin casa para brindarles un trabajo como guía de turismo. Por supuesto, no se trata de un guía convencional. En efecto, su tarea es mostrar todo aquello que se les suele ocultar a los turistas: la prostitución, el tráfico de drogas, las peleas callejeras y, por supuesto, los circuitos, recursos y ayudas que suelen encontrar las personas que, como él, viven en la calle.

“Hago muchos paseos con Pragulic y además trabajo en una organización con estudiantes de escuelas internacionales de ciudades como Ámsterdam. En general suelen ser escuelas caras, a las que van hijos de padres ricos y gracias a ellos yo también aprendo cosas interesantes como que, en Arabia, no hay personas sin casa, lo cual es como un triunfo. También estuve guiando, hace más o menos cinco años, a una ex Miss Venezuela. Era una mujer muy hermosa”.

“El dinero hace la vida más fácil, pero no lo es todo”.

Václav Šíma

Otro aspecto interesante de esos paseos que realiza Václav es que la última parada de su recorrido suele ser su propia morada debajo del puente. Es decir que, en ese momento, los visitantes tienen la posibilidad de ver, de un modo muy práctico, todo lo que él les ha contado durante el paseo. Aunque siempre se las arregla para estar limpio, contar con comida y cigarrillos, Václav dice con orgullo que él no se ve en la necesidad de mendigar como quizás sí les sucede a otras personas sin hogar que no logran conseguir trabajo. Por otro lado, revela que el dinero para él no es ni tan valioso ni tampoco tan inútil como suelen decir las personas extremistas.

“El dinero es para mí algo que puede ayudar a resolver algunas cosas. Y no precisamente las cuestiones más importantes. Cuando te enfermas, por ejemplo, puedes pagar un buen tratamiento, pero ni siquiera contratando al mejor médico tienes la garantía de que te curará. A lo sumo puedes prolongar tu vida uno o dos años. Así que lo bueno del dinero es que te evita pasar hambre o tener que recoger las colillas de los cigarrillos si eres fumador. El dinero hace la vida más fácil, tal vez más animada, pero no lo es todo”.

Gran lector de literatura checa y orgulloso de su parecido físico con Bohumil Hrabal, concluye Václav que lo más fascinante que tenemos no es el dinero, sino nuestra propia mente. Eso que él llama “el ordenador”. Asegura que, a veces, le gustaría borrar algunos recuerdos desagradables y, por el contrario, traer a la conciencia otros de la infancia que quizás ha olvidado. De todos modos, agradece que, cada tanto y casi de milagro, esas escenas del pasado se manifiesten como un relámpago para hacerlo feliz. Al menos, por un instante.