Tomáš Remsa, entre el amor a Venezuela y la fuerza de superación
A partir de un viaje de turismo que solo iba a durar diez días, decidió quedarse a vivir en Venezuela, enamorado de la alegría de su gente y el buen clima. Sin embargo, los problemas políticos lo llevaron a regresar a Chequia en 2018 y asegura que, al principio, se sentía un extranjero en su propio país. A fuerza de trabajo y disciplina, el entrenador físico Tomáš Remsa logró salir adelante y desarrollarse en Praga, aunque hoy se considera más venezolano que checo.
Como si se tratara de una verdadera historia de película, el entrenador checo Tomáš Remsa viajó unos diez días por turismo a Venezuela y se terminó quedando 27 años. Y aunque reconoce que le llevó un tiempo acomodarse, eso significa que pasó allí la etapa más extensa de su vida, a tal punto que hoy no duda en decir que se considera más venezolano que checo.
“Al principio me quedé en Venezuela por necesidad porque no tenía otra opción: me robaron pasaportes, documentos, el dinero, todo y me quedé sin nada y estuve mucho tiempo buscando una salida y fue un poco complicado pero finalmente cuando tuve la posibilidad de regresar me di cuenta de que no quería regresar a Europa porque me sentía bien donde estaba y me quedé”.
Lo cierto es que una vez que logró sobreponerse a las consecuencias de ese robo, comenzó a vivir en Venezuela lo que él mismo define como una de las etapas más felices de su vida. Entre otros factores, porque le encanta el clima tropical y el trato mucho más directo y cercano de los latinos. En cuanto al ámbito laboral, empezó a ganarse la vida como guía de turismo, trabajando sobre todo para grupos de checos que visitaban distintos puntos turísticos de aquel país como Isla Margarita. Y, al mismo tiempo, decidió ocuparse también de poner en práctica aquello que había estudiado en República Checa.
“Yo siempre hacía deporte desde niño y decidí dirigirme por ese lado y estudié después de la revolución del año 1989 en Palestra, una de las primeras escuelas para entrenadores aquí en República Checa. Lo hice sobre todo como curiosidad y nunca pensé que alguna vez me dedicaría a eso como una profesión, pero en Venezuela cambiaron las cosas y mis pensamientos y empecé a trabajar como entrenador en los gimnasios de Venezuela”.
Local en Venezuela, extranjero en su país
“Viví en mi propio país como un extranjero, realizaba distintos trabajos en construcción donde me pagaban solo cien coronas por hora”.
Otro cambio drástico tuvo que ver con las condiciones políticas y sociales en Venezuela porque, tal como él mismo cuenta, aquella excelente calidad de vida que había logrado construir empezó a caerse a pedazos. Explica que él trató de hacer todo lo posible para resistir y quedarse más tiempo en ese país en el que se sentía tan a gusto, pero ya en el año 2015 se dio cuenta de que no le quedaba más remedio que regresar. Sin embargo, tuvo que volver a enfrentar, entonces, distintas dificultades burocráticas, a tal punto que recién logró volver a Praga tres años después, en 2018.
“Bueno, el regreso no fue fácil porque mi pasaporte estaba vencido y no tenía los documentos actualizados, ni tenía tampoco suficiente dinero, así que al regresar tuve que ir buscando todo de cero: actualizar los documentos me llevó como tres meses y entonces viví en mi propio país como un extranjero. Realizaba distintos trabajos en construcción donde me pagaban solo cien coronas (cuatro euros) por hora y recién cambió la cosa cuando conseguí recuperar mis documentos y la nacionalidad como tal”.
Aunque parezca increíble, a esas circunstancias tan adversas hay que sumar otra relacionada con la lengua: como durante su larga estadía en Venezuela casi no había hablado nada de checo, asegura que sus propios compatriotas empezaron a mirarlo con desconfianza porque le notaban un acento raro al hablar. No obstante, a fuerza de trabajo y con esa misma disciplina y compromiso que él intenta transmitir en sus clases de gimnasia logró salir adelante y sentirse un poco más cómodo, aunque todavía le sigue costando mucho atravesar los inviernos checos.
Checos y latinos en movimiento
Cuenta Tomáš que él trabaja como entrenador en gimnasios y no en parques porque se dio cuenta de que la mayoría de los checos solo ejercitan al aire libre durante el verano, pero cuando empieza a hacer frío solo tienen voluntad para ir al gimnasio. De hecho, su experiencia como entrenador físico en Chequia lo llevó a desmentir un prejuicio que ha escuchado con bastante frecuencia y él mismo pensaba que era cierto: que los latinos son menos constantes que los checos a la hora de hacer actividad física.
“Cuando por fin regresé a mi profesión de entrenador pensé que los checos eran diferentes de la gente latina, que eran más responsables y estaban más dispuestos a seguir un rutina y me sorprendió que mucha gente es incluso más irresponsable en lo que respecta a la rutina de ejercicios, cumplir la dieta y los entrenamientos, y fue una sorpresa para mí darme cuenta de que los latinos son más responsables en ese sentido”.
En la actualidad, Tomáš se dedica a realizar entrenamientos personalizados pero también grupales, ofreciendo en varios gimnasios de Praga clases de bodypump y otros tipos de técnicas funcionales. Por otro lado, su experiencia de vida en Venezuela le permite tener muchos clientes hispanos gracias a su excelente dominio del idioma. Asegura que, en sus clases, suele retar bastante a los checos por mostrarse desganados o demasiados serios y hasta les pide que aprendan a ser un poquito más latinos.
“Les aburre el entrenamiento por sí solo y las máquinas y buscan siempre estar con más personas y más gente, entonces practican mucho entrenamiento funcional, crossfit, clases de Les Mills, clases en donde haya más personas, porque yo creo que se retan entre ellos mismos y piensan que cuando hay más gente se pueden quizás esconder, porque el checo no toma bien las críticas de cualquier tipo y mientras se esconde en la multitud piensa que puede pasar más desapercibido y se siente más cómodo así”.
“A los venezolanos les gusta verse bien, mientras que los checos ejercitan más que todo por la salud”.
Por otro lado, valora Tomáš Remsa de sus compatriotas el hecho de que, a partir de la Revolución de Terciopelo, la sociedad checa registrara un cambio muy grande respecto al cuidado del cuerpo. En ese sentido, también nota una diferencia bastante importante entre checos y latinos, o, mejor dicho, venezolanos.
A los venezolanos les gusta verse bien, ver su cuerpo bien, y se dirigen más por la estética, mientras que los checos lo hacen más que todo por la salud y tal vez no les importa tanto cómo se ven porque, por ejemplo, muchos de los ejercicios grupales y funcionales que realizan no les proporcionan buen cuerpo sino cierta actividad física que les permite quemar algunas calorías y mantenerse, según su punto de vista, saludables y entonces ahí hay una gran diferencia”.
Aunque está muy contento con su desarrollo personal en Praga y siente que ya dejó atrás el desafío de volver a adaptarse a su propio entorno, Tomáš Remsa no tiene ninguna duda: en cuanto pueda y mejore la situación allá, su plan es volver a vivir a Venezuela, esa tierra que visitó en plan turístico y, sin embargo, se terminó convirtiendo en parte imprescindible de su identidad.