“Que después de 25 años la gente todavía se levante, exija y proteste, me parece casi milagroso”
Los cineastas Valerio Mendoza y Jorge Sánchez comparten con nosotros su punto de vista único sobre la migración, los cambios y los nuevos inicios a través de su película documental “Volver a volver”, que se presenta en Praga dentro del festival One World.
La película Volver a volver sigue el proceso migratorio de una familia venezolana en busca de estabilidad y prosperidad. En ella, los directores, Valerio Mendoza, de origen venezolano, y el español Jorge Sánchez, siguen a cuatro integrantes de una familia que emigró a la República Checa a través de un programa de repatriación implementado por el gobierno hace un par de años, el cual incluyó alojamiento, un vuelo de ida y asistencia financiera por algunos meses.
A lo largo del filme, observamos cómo la familia enfrenta y supera el desafío de asimilarse a una cultura completamente distinta a la suya. Pero más allá de la adaptación cultural, el documental también muestra el reto, especialmente para los padres, de tener que empezar de cero. La producción de este filme tomó más de seis años, tiempo en el que los directores lograron familiarizarse con los personajes e incluso formar vínculos con ellos. Probablemente, esta cercanía es lo que permite que la película capture con autenticidad el desarrollo personal de los protagonistas, lo que genera, a su vez, una conexión emocional con la audiencia. El director Valerio Mendoza destaca este proceso para Radio Praga Internacional.
"Es un tipo de documental muy específico porque es de largo seguimiento. Nosotros pasamos seis años, básicamente, trabajando con esta familia. Entonces, quizás, a título personal, lo que más me gustó de todo el proceso fue el desarrollo y crecimiento de esa relación con los personajes. Un día son unos perfectos desconocidos para ti, te sientas en un café para hablar y, poco a poco, se va generando una relación de confianza mutua. Nos fueron abriendo su vida y dejándonos entrar en su espacio privado, en su historia familiar. Y es un proceso que nunca terminó: hasta el último día de grabación sentíamos que conectábamos más. Creo que eso fue muy especial a nivel humano. Como cineastas, siempre estamos tratando de entender cómo piensan y sienten las personas para poder contar sus historias. Esta fue una oportunidad de oro”.
Aunque Volver a volver no es una crítica política explícita al régimen de Nicolás Maduro, que asumió el poder en Venezuela en 2013 y que detenta hasta la fecha, su presencia es inevitable en la historia. Es, después de todo, la razón por la que la familia Toro Sykora se ve obligada a dejar atrás todo lo que conoce para migrar a Chequia. Sin embargo, este no es el típico documental sobre migrantes o refugiados políticos; más que eso, es una trayectoria emocional en la que la audiencia crece y enfrenta el desafío de la migración junto a la familia.
A pesar de no centrarse en la política, los directores buscan generar conciencia sobre la volatilidad de los sistemas políticos y cómo estos pueden cambiar drásticamente en cualquier momento, opina Mendoza.
"Esta película no deja de ser una película sobre inmigración, y creo que los documentales sobre migrantes están, hasta cierto punto, estereotipados. Cuando a alguien le dices ‘esto es una película de inmigrantes’, ya se imagina algo predecible. Nosotros queríamos que esta no fuera cualquier película de inmigrantes. Por eso, nos parecía importante adentrarnos en los personajes al máximo posible y permitir que la audiencia también se sumergiera en su mundo. Si al final del filme la gente siente que los conoce, que son como su madre, su tío, su amigo, entonces nos sentiremos satisfechos. Y si también genera mayor conciencia sobre lo que ocurre en Venezuela y cómo esa realidad podría reflejarse en cualquier otro país, aún mejor”.
El documental logra retratar con sutileza la travesía emocional de los personajes, en particular la de Edgar, el padre de familia. A través de él, el espectador puede notar con mayor claridad los efectos psicológicos del proceso migratorio, especialmente cuando no hay otra opción. La familia Toro Sykora es solo una entre los 7.89 millones de venezolanos que se han visto forzados a huir de la violencia política y la crisis económica, dejando atrás todo lo que conocen, incluso a sus familiares.
Jorge Sánchez resalta la complejidad del personaje de Edgar:
"La familia es muy entrañable, les tenemos mucho cariño a los cuatro. Pero nos llamaba mucho la atención el personaje de Edgar porque tenía muchas capas. Nos dimos cuenta de los efectos reales y psicológicos del proceso migratorio. No se trata solo de mudarse a otro país y empezar de cero, sino de lo que significa hacerlo a los 50 años. ¿Qué implica perder el estatus social? Pasar de ser clase media a tener que reconstruirlo todo desde el inicio”.
Aun así, como todo latinoamericano, y especialmente como venezolano, Edgar se mantiene positivo y resiliente y así lo describe Mendoza.
"El optimismo siempre está ahí. Esa idea de que hay que persistir, persistir, persistir, porque las cosas buenas van a llegar. A pesar de todo, tienes que sentarte a comer con tu familia y hacer que, al menos, las cosas parezcan estar bien. Aunque por dentro la procesión siga".
En definitiva, Volver a volver no es solo una historia de migración, sino una historia de resistencia, adaptación y humanidad.
Otro tema importante que observamos a través de la película es el programa de repatriación checo, que, para los Sykoras, como para algunos otros venezolanos, representó una oportunidad para escapar de la situación en Venezuela. Chequia no es el único país de Europa que cuenta con un programa de repatriación, pero sí es diferente a otros. El gobierno checo ofrece diversas ayudas financieras, y Valerio y Jorge explican en el documental lo beneficioso que ha sido este programa, especialmente para los descendientes directos de checos en todo el mundo, pero aún más para los venezolanos, quienes ven en él una oportunidad de seguridad y estabilidad, como lo detalla Mendoza.
"Pero esto va más allá porque, digamos, hay todo un apoyo práctico y económico para las familias. No solo se cubren los pasajes, el hospedaje y el apoyo financiero, sino que hay un equilibrio muy frágil. Como dice Jorge, estas familias, sin este programa, quizás no habrían podido salir de Venezuela, o, como comentan los personajes en la película, les habría tocado emigrar literalmente a pie hacia países de la región, como Colombia, Brasil, Perú o Ecuador. Estos países, por la naturaleza latinoamericana, pueden estar bien hoy, pero mañana nadie sabe. Entonces, el programa les brinda una oportunidad de oro: comenzar de cero en un lugar con garantías, pero no deja de ser duro comenzar de cero".
Los Sykora pudieron migrar a Chequia gracias a este programa debido a que el padre de Jerina, Jan Sykora, es de origen checo. Jan emigró a Venezuela en 1957, irónicamente, en un intento por alejarse del régimen comunista que aún regía Checoslovaquia en esa época. De esta ironía nace el título del filme Volver a volver, como explica Jorge.
“Es una reflexión sobre el aspecto cíclico de la historia, ¿no? También es un toque de atención para nosotros, para los europeos o los países donde no enfrentamos estos problemas, para recordarnos que la democracia y la estabilidad que tenemos no debemos tomarlas como algo eterno. Todo puede irse en cualquier momento. Las cosas pueden empeorar".
Los creadores resaltaron además la resiliencia de los venezolanos, que a pesar de estar tan lejos de casa, siguen conectados con sus raíces culturales y continúan luchando con la esperanza de que la situación sociopolítica en su país mejore. Para la mayoría, volver a Venezuela no es una opción, ni siquiera para una visita rápida. Afortunadamente, no es el caso de Valerio, quien recientemente visitó su país para ver a sus padres y amigos, y comparte con la audiencia la cruda realidad de vivir en Venezuela bajo el régimen de Maduro.
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"Hubo un momento en que toda la población venezolana, en promedio, perdía seis o siete kilos al año. De repente, mi mamá me mandaba fotos de un vecino o un tío y me costaba reconocerlos, de lo flacos que estaban. Cuando estuve allí y utilicé el transporte público, el metro de Caracas, recordé cómo lo usaba a diario cuando vivía en allí. Era mi vida como estudiante, y aún siendo adulto, aunque tenía coche, seguía utilizando el metro. Pero ahora, al verlo, sentí que estaba en un lugar apocalíptico: no había luz, los vagones estaban con las puertas abiertas, y siempre había retrasos. El problema más grave es la criminalidad y la inseguridad; aunque en los últimos tres o cuatro años ha mejorado un poco. Pero los problemas fundamentales siguen allí. Hay escasez de productos, aunque ya no es tan grave como antes. Ahora los anaqueles tienen comida, pero es inaccesible para el 80-90% de la población. La gente sigue saliendo de Venezuela porque realmente no hay futuro".
A pesar de todo, Valerio anhela volver a Venezuela cada vez que puede. A pesar de la difícil situación, mantiene una visión positiva de la gente.
"Para mí, volver a Venezuela es un sentimiento muy encontrado, porque, por un lado, siento mucha tristeza y mucha rabia. Es duro ver que lo que te cuentan las personas que están allí o lo que lees en las noticias, y eso te duele profundamente. Pero, por otro lado, es reencontrarme con gente a la que quiero mucho. Es volver a encontrarme con esos paisajes, esas comidas, esos colores, esos olores que forman parte de mi identidad. Y eso también me llena mucho. Además, lo que me impresiona es ver todos los días ejemplos de personas con un ánimo y un ímpetu extraordinarios. Como se dice en Venezuela, ‘de pa'lante es pa' allá’. Veía a la gente, no solo a nivel político, sino también a nivel de subsistencia económica, que no se rinde. Si no pueden trabajar en una cosa, pues trabajan en la otra, pero siguen adelante, buscando la forma de traer pan a su casa. Y eso es algo muy bonito, ¿no? Dentro de tanta tragedia, hay muchas cosas hermosas, y esas son las que te llenan. Así que siempre hay esa mezcla de sentimientos".
Cuando se trata del futuro político de Venezuela, Valerio se mantiene positivo.
"La verdad es que es muy complicado. Cuando analizas todo lo que está pasando, las variables que están en juego, lo ves como algo trancado, porque en Venezuela hay una dictadura, una autocracia cerrada, y hay un montón de gente con mucho poder y sin escrúpulos, dispuestos a mancharse las manos de sangre y violar los derechos humanos con tal de mantenerse en el poder. Entonces, es una situación muy compleja, y es difícil imaginar una salida. Lo que todos deseamos, y lo que yo deseo sin duda, es una salida pacífica, una salida que no implique más sangre, más sufrimiento, más muertes, etcétera. Pero, personalmente, no pierdo la esperanza del todo. Si algo me ha impresionado en todos estos años en Venezuela, es cómo la gente no se cansa. Este es un conflicto que tiene, por lo menos, 25 años, y a pesar de todo, de las represiones, de los encarcelamientos, de las nuevas leyes que restringen aún más el espacio público y los derechos de las personas, la gente sigue saliendo a protestar. Sigue buscando formas de no dejarse pisotear por completo. Eso para mí es impresionante y conmovedor ".
El documental Volver a volver se estrena este 17 de marzo a las 6 p.m. en el cine Lucerna. Forma parte del festival One World. Habrá una segunda proyección el 20 de marzo en Světozor a las 6:30 p.m. Los directores estarán presentes en ambas presentaciones.