Las revelaciones de la numismática checa: desde el origen del dólar hasta la tradición checa de nunca ponerse de acuerdo
La rica historia de la numismática en tierras checas revela desde el origen del dólar hasta monedas casi legendarias. Además, pone en relieve una tradición que ha marcado el destino del país: la voluntad de no ponerse de acuerdo. Zdeněk Petráň, máximo experto en la materia, nos lleva a recorrer esta historia.
La historia de la moneda en Chequia y sus predecesores es tan antigua como la historia misma de Europa central. Desde los primeros denarios acuñados en el siglo X hasta las valiosas monedas de cinco coronas de la primera República Checoslovaca, cada una cuenta una parte única de la identidad nacional.
El inicio de la numismática checa: de Carlos IV a la época moderna
Aunque muchos atribuyen al emperador Carlos IV ser el primer coleccionista de monedas en tierras checas, Zdeněk Petráň, el máximo experto checo en este campo, disipa la idea. Según relató en declaraciones a la Radio Checa, Carlos IV, aunque en contacto con personalidades de la época, prefería coleccionar reliquias de santos.
“Se sabe que Carlos IV mantuvo contacto con personalidades del Renacimiento, entre ellas, el poeta italiano Petrarca, quien supuestamente le ofreció al emperador una pequeña colección de monedas antiguas como regalo, porque pensó que le gustaría. Pero, al parecer, el soberano no estaba interesado, ya que prefería coleccionar huesos de santos. Sin embargo, hay otros reyes de Bohemia que sí apreciaban las monedas, como Rodolfo II o Maximiliano II. En aquella época, se consideraba de buena educación empezar a coleccionar algún tipo de monedas, pero Carlos IV no siguió la tendencia”.
Fue en épocas posteriores cuando otros monarcas, como Rodolfo II y Maximiliano II, tomaron el coleccionismo de monedas como una afición, siguiendo una moda aristocrática que alcanzó su apogeo en el siglo XVI.
La colección de monedas pronto trascendió a círculos más amplios, y en 1919, se fundó la Sociedad Numismática Checoslovaca en Praga, siendo la primera organización de este tipo con una estructura organizativa sólida. La sociedad atrajo no solo a coleccionistas locales, sino también internacionales. Su sucesora, la Sociedad Numismática Checa, continúa activa hasta hoy bajo la dirección de Petráň, quien ha liderado su filial en Praga por 26 años.
Un viaje por las monedas: del denario al tálero y el dólar
La tradición de acuñar monedas en las tierras checas comenzó con el príncipe Boleslav I, quien en el año 966 hizo acuñar el primer denario de plata. Este fue el punto de partida de una rica tradición que, con el paso de los siglos, continuó con la introducción de la primera moneda de oro al norte de los Alpes, el florín, durante el reinado de Juan de Luxemburgo, en 1325.
Uno de los hitos más importantes de la numismática checa es el nacimiento del tálero, que no solo dejó una marca en Europa, sino en todo el mundo.
“El dólar o tollar tiene su origen en la pequeña ciudad de Jáchymov, en los Montes Metálicos. Los condes de Schlick hicieron acuñar allí una pesada moneda de plata en el siglo XVI. En referencia al nombre del lugar, estas monedas se denominaban monedas de plata de Joachimsthal. Este término se acortó a Thaler y fue utilizado en toda Europa. De allí, precisamente, la palabra dólar”.
La corona checa y los intentos fallidos de cambio
Con la llegada del siglo XX y el nacimiento de la primera República Checoslovaca, el país se encontró en una encrucijada monetaria. Tras la disolución del Imperio Austrohúngaro, la joven república quería deshacerse de la corona austríaca, que había sido la moneda oficial desde 1892. Sin embargo, aunque se barajaron muchos nombres para la nueva moneda —desde groschen, denario, y hasta franco checoslovaco o león, en referencia al escudo checo—, no se llegó a un consenso.
Curiosamente, como explica Petráň, se acuñaron monedas sin especificar el nombre de la divisa para evitar la necesidad de reemplazarlas en caso de que se decidiera una nueva denominación. Tal fue el caso de la moneda de una corona.
“Se acuñó de tal forma que aparecía el número uno, pero no la indicación de la moneda. Esto se hizo para evitar tener que sustituir de repente todas las monedas cuando se acordó un nuevo nombre. Esta solución provisional de la década de 1920 se mantuvo hasta 1993, año en que se disolvió Checoslovaquia”.
Las joyas de la numismática checa: las monedas más raras
Si bien la historia de las monedas checas es rica y variada, algunas piezas destacan por su rareza y valor. Como señala Petráň, la moneda más valiosa para los coleccionistas es la de cinco coronas, de 1924.
“Nuestra moneda más rara sigue siendo la de cinco coronas de 1924, cuyo valor para los coleccionistas es de varios cientos de miles de coronas. Algunas monedas no se acuñaron oficialmente en determinados años, sino solo de forma experimental y en cantidades muy pequeñas. Solo existen unas pocas docenas de ejemplares de la moneda de cinco coronas de hace 100 años, lo que naturalmente hace subir su precio en el mercado de coleccionistas. Otras piezas raras son la moneda de diez coronas de 1933 y la de cinco coronas de 1937, que se comercializan por varias decenas de miles de coronas. Sin embargo, también existe el riesgo de que estas monedas sean falsificadas”.
La numismática como ciencia y pasatiempo
El coleccionismo de monedas, si bien es un hobby para muchos, es también una ciencia rigurosa que estudia no sólo la moneda como objeto, sino su historia y contexto cultural.
A lo largo de su carrera, Petráň ha desarrollado un profundo conocimiento en la numismática antigua, una rama en la que las monedas romanas, con sus detallados retratos, han sido uno de los focos principales de su atención. Gracias a la cantidad de monedas que se acuñaron en la antigüedad, todavía hoy es posible adquirir ejemplares a precios relativamente accesibles, lo que permite a los coleccionistas iniciarse en esta fascinante disciplina sin necesidad de hacer grandes inversiones.
La Sociedad Numismática y su papel en la actualidad
La Sociedad Numismática Checa, heredera de la sociedad fundada en 1919, sigue desempeñando un papel crucial en el mundo del coleccionismo. No solo asesora a los coleccionistas para evitar fraudes, sino que también publica catálogos y organiza conferencias para mantener viva la tradición numismática. Además, la sociedad mantiene una estrecha colaboración con el monasterio de Strahov en Praga, que alberga una importante colección de monedas históricas.