Arepas de Lyna, un oasis de comida deliciosa y saludable en el pintoresco barrio de Vinohrady
Comer rico y saludable no siempre es fácil en Praga. Arepas de Lyna da batalla con platos abundantes y nutritivos, que incluyen opciones veganas y libres de gluten. Hablamos con su creadora, quien nos revela el secreto para hacer las arepas perfectas.
Cuando Lyna Murillo llegó a Praga hace 26 años, con apenas una chaqueta de abrigo, lo primero que la tomó por sorpresa fue el frío que la abrazó al cruzar las puertas del aeropuerto.
Pero esa no sería la única sorpresa que le esperaba a esta venezolana oriunda de La Guaira. Poco se imaginaba que décadas más tarde terminaría creando un restaurante emblema en el exclusivo barrio de Vinohrady, en Praga. Todo comenzó con una pequeña iniciativa.
“Frente a Palladium creamos un kiosko en el que yo vendía cocos. Yo pelaba los cocos con un machete y la gente me veía hacerlo y era como un show. Y tenía a mi compañeras, Lourdes Medina, quien se dedicaba a vender empanadas”.
El proyecto poco tenía que ver con las razones que la trajeron a Chequia en primera instancia, un doctorado en Marketing Agrícola, pero sí tenía algo de relación a su experiencia como coordinadora de turismo, especializada en el circuito Budapest-Viena-Praga.
A la espera de que las condiciones en su país mejoraran para poder regresar tras su experiencia checa, Lyna se dio cuenta de que no podría ser feliz en Praga sin los detalles esenciales que la unen a Venezuela: el color, la alegría, el clima y la felicidad de la gente.
“Dije: ‘Bueno, me quedo un tiempo para esperar que esta situación se estabilice’. Y dije: ‘No puedo estar en Praga sin los colores, sin mi comida, sin mi alegría’. Y se me ocurrió hacer un huequito en un lugar en donde yo pueda ser yo”.
La experiencia como guía de turismo, en la que asegura haber sido una de las pioneras de los tours que hoy se conocen como “de los paraguas”, le sirvió para descubrir su capacidad de transmitir, sobre todo, alegría a los clientes y hacerlos disfrutar de una experiencia única.
Aquel kioskito que comenzó como un refugio cultural para ella, inspiró la creación de un local llamado La Arepería, en 2014. Lyna aportó asesoramiento al proyecto, pero no participó del negocio. Sin embargo, cuando el local cerró en 2016, no dudó en ponerse a trabajar para llenar el vacío que dejaba atrás el emprendimiento fallido.
Así, abrió su propio restaurante de arepas y empanadas en un pequeño local ubicado en la calle Vinohradská, en donde todos los productos eran veganos y libres de gluten. El éxito fue arrollador.
“El lugar nos quedó muy pequeño. La dueña nos dijo que nos teníamos que ir porque las filas eran muy largas y molestaban a los vecinos. Decidimos cerrar y resulta que en la misma calle justo estaba este local cuyo dueño era uno de nuestros clientes”.
Una vez tomada la decisión de mudarse a un local más grande, aparecieron los interrogantes: ¿De dónde sacarían los recursos para acondicionarlo? ¿Las recetas y la experiencia tendrían el mismo éxito en la nueva ubicación? Lyna asegura que dejó al destino responder estas preguntas, confiando en que los medios aparecerían de alguna manera.
“Mis amigos me trajeron sillas, mesas. Y también gracias al apoyo de mi amiga Lourdes Medina, poco a poco, logramos abrir el proyecto de venta de arepas y empanadas. Siempre con alegría. El principal objetivo era dar felicidad a la gente, porque me parecía que el checo, en general, era muy triste”.
Un local que se piensa entre todos
Además de la colaboración de los amigos, la comunidad local y, por supuesto, los clientes, jugaron un papel fundamental en el rediseño de las recetas y también del establecimiento. Un ejemplo de ello son las mesas que dan contra las ventanas: fue uno de los clientes quien sugirió que en esa parte del espacio, en donde antes había un pequeño balcón, se podía generar un lugar especial para los comensales. Así nacieron los ventanales que se observan al pasar por el frente del local y que llaman rápidamente la atención sobre la fachada.
Pero Lyna no solo está abierta a sugerencias de diseño. A tal punto es capaz de escuchar y atender las opiniones de su clientela que, aun siendo vegana, comprendió que necesitaría incorporar recetas con carne para satisfacer la demanda de quienes ingresaban al local buscando platos típicos de Venezuela.
Sin embargo, la dueña de la arepería solo podía aceptar este pedido si se cumplían dos condiciones: en primer lugar, la carne debía ser orgánica y las granjas debían asegurar que las condiciones de los animales criados fueran óptimas, dentro de las posibilidades. Y, en segunda instancia, no podía ser ella quien manipulara la carne, ya que, según afirma, esto la haría romper en llanto cada vez que debiera emplatar. Por esta razón, tuvo que conseguir a un cocinero capaz de cumplir con sus estándares y hasta elevarlos. Así fue como conoció al actual chef, Víctor, a quien ella llama “el alquimista”.
“Yo le digo ‘el alquimista’. Yo, como no como carne, me costaba mucho hacer preparaciones con carne y él ama todo ese proceso y se nota. Me lo dicen los clientes que se nota el cambio, sobre todo en la carne y el pollo. En el montaje, en la preparación, en el cariño”.
Una de las más grandes transformaciones por las que pasó el restaurante sucedió durante la pandemia generada por el COVID-19. Previamente, el local contaba con música en vivo y se encontraba abierto hasta altas horas de la madrugada. Lyna solo ofrecía su menú en español e invitaba a los clientes a comunicarse en este idioma. Pero la crisis generada por el encierro y el cese de actividades de todo tipo hizo que, de alguna manera, la dueña del local se conectara aún más con la comunidad que la rodea y el barrio. Así, se acercó a sus vecinos y entendió que, para los checos, tanto despliegue de alegría podía ser abrumador. Al escuchar sus opiniones, entendió que lo mejor era respetar los gustos y costumbres del país y adaptarse.
“La comunidad checa, la comunidad de expats de todos lados: Australia, Estados Unidos, Italia, los colombianos, los mismos venezolanos; nos apoyaron muchísimo. Yo me había quedado sola, con dos o tres personas que podían venir a trabajar, y ellos venían, nos traían flores, agua, comida, nos mandaban mensajes por Wolt, que, en ese momento, éramos unos de los pocos que teníamos este método de delivery y por allí nos mandaban ‘¡Sí, pueden, Lyna! Te queremos, ¡vamos!’. Pasó el covid y pensamos que ese favor teníamos que darlo de vuelta”.
A Lyna y a su equipo les pareció correcto que era importante mantener la esencia del lugar, pero algunos cambios eran indispensables.
“Decidimos comenzar a cerrar a las nueve de la noche. Respetar a los vecinos para que puedan dormir. No más música en vivo y que ellos sean los que decidan qué es lo que quieren en este lugar. Ahora, este es un lugar familiar”.
Al sabor, ¡salud!
Si el menú también ha quedado a cargo de los gustos del cliente, se podría afirmar que los habituales del restaurante tienen muy buen paladar. La carta ofrece una variedad de arepas, bowls, tequeños, empanadas, cachapas, postres, jugos frescos y cerveza venezolana entre otras delicias.
A pesar de que el cliente es rey, Lyna se las ingenia para que, como comenta ella misma, la gente coma rico y, sin darse cuenta, saludable.
“Lo más importante de este lugar es que puedas comer saludable sin que te des cuenta. Tenemos una arepa que se llama ‘la arepa con todo’, y esa arepa se creó porque yo necesitaba que la gente comiera verduras, ensalada, tomate, pepino, remolacha, que pareciera que la gente no le gusta la remolacha. Entonces, ¿qué hice? La carne que tanto les gusta a ustedes, carne orgánica, por supuesto, y el pollito orgánico, están presente, pero por dentro, hay remolacha y todas estas cosas buenas. Esta es una de las arepas que más comen”.
Las recetas de Lyna provienen de su región, La Guaria, aunque muchas de las opciones, que incluían pescado, quedaron descartadas porque, según la emprendedora, no se puede disfrutar de estos sabores sin un entorno de sol y mar.
Todas sus creaciones se han volcado en una serie de manuales que le llevaron tiempo y dedicación. Su idea consistió en elaborar preparaciones “como las de mamá”, pero más saludables. Por esta razón, los jugos prácticamente no llevan azúcar y algunos postres clásicos, como el tres leches y los churros, fueron modificados para bajar sus contenidos calóricos.
El caso de los churros en particular es sencillamente asombroso, ya que se convirtió en uno de los grandes favoritos entre los clientes y se elaboran sin aceite. ¿Magia? Tal vez un poco, pero, sobre todo, mucha dedicación.
Solo resta saber cuáles son los pasos, la receta, el secreto para elaborar la mejor arepa. Es fácil saber que la masa de esta preparación se realiza con harina de maíz Pan y existen decenas de videos tutoriales disponibles en internet. Pero, según Lyna, lo más importante es algo en lo que pocos piensan a la hora de poner manos a la obra.
“Es la energía que tú tengas en tus manos lo que va a dar el sabor a esa arepa. Entonces, ojo cuando me compres a mí o a los locales de productos latinos Mi Tierra o Cosechas el paquete de harina Pan; no es solamente hacer la arepa, porque vas a decir ‘¡No me queda como en Arepas de Lyna!’. Mi amor, tienes que darle energía, bailar, ponerte musiquita, la que te guste. A mí me gustan mucho los tambores, así que esa es mi energía para cocinar. ¡Y la alegría!”.
En caso de que no quede clara cuál es la receta, vale la pena recordar que aquel frío inicial que recibió a Lyna en su llegada Chequia lejos estuvo de apagar su llama interna y que, si bien los ingredientes son esenciales para crear un plato, lo fundamental es lo que esa preparación transmite. Buena energía, felicidad, disfrute, son siempre condimentos recomendables.