Marianela Núñez: “Vivir de lo que uno ama es un privilegio”
La primera bailarina de la Royal Opera House, Marianela Núñez, bailó por primera vez en Chequia en el Teatro Nacional de Brno, interpretando, junto a Reece Clarke, el Pas de deux de Chaikovski. Antes de la función, las dos estrellas conversaron sobre su enorme pasión por la danza con Radio Praga Internacional.
“Llega un momento en que ya no es un personaje, cuando ‘you are a ballerina’”.
Marianela Núñez
Los aficionados al ballet pudieron festejar este sábado en el Teatro Janáček de Brno la oportunidad de disfrutar del arte de la mundialmente reconocida Marianela Núñez junto a su pareja Reece Clarke. En el marco de una noche dedicada al gigante de la coreografía George Balanchine, del que los dos bailarines se consideran grandes amantes, Núñez y Clarke interpretaron el famoso Pas de deux de Chaikovski, originalmente compuesto para El lago de los cisnes.
“Hace mucho que estaba tratando, o los dos estábamos tratando, de hacer funcionar mi calendario, mis fechas, para venir acá a bailar con la compañía. Siempre es un poco complicado, pero esta vez lo pudimos lograr. Como decíamos ayer a la noche, espero que sea la primera de muchas oportunidades. Ojalá también pudiera hacer un ballet de tres actos. Estamos viendo. Espero que se dé, estamos trabajando para que suceda”.
El sueño hecho realidad
Oriunda de Buenos Aires, a los 15 años se sumó a la Escuela Real de Ballet y a los 16 años ya formaba parte de la compañía londinense. El año pasado, cumplió 25 años en la misma, desempeñando el papel de la primera bailarina desde hace más de 20 años y formando un legado excepcional.
“Siempre uno quiere lograr cosas nuevas, me quiero seguir superando y crecer y crecer”.
Marianela Núñez
“Cuando una comienza, se pone el tutú y se pone la corona, una trata de ser una bailarina. Pero llega un momento en que ya no es un personaje, cuando ‘you are a ballerina’. Pero eso son, obviamente, años de trabajo, años de gente ayudándome a desarrollar mi talento, a sacar lo mejor del talento que uno tiene, esta carrera no la puedo hacer sola. Caí en un lugar como es el Royal Ballet, que es el lugar indicado, justamente, para que me nutran como bailarina, como artista”.
Marianela soñaba con convertirse en una bailarina de ballet desde los tres años. Según confiesa, siempre ha pensado en la compañía de la Royal Opera House como el lugar indicado para hacer sus sueños realidad. La razón se debe tanto al repertorio que incluye obras de tales coreógrafos como Frederick Ashton, Kenneth MacMillan, John Cranko o Wayne McGregor, además del mencionado George Balanchine. “Aquí uno baila lo mejor de lo mejor”, resume Marianela. Junto a Reece Clarke concuerdan en que, además, la institución les brinda la sensación de ser parte de algo mayor y hermoso con mucha tradición.
“El legado de la compañía es muy importante para mí. Tenemos artistas increíbles en esta generación, sí, pero también en las generaciones anteriores. Manon, Romeo… Obras que representamos hoy surgieron de las generaciones pasadas. Algunos de estos artistas siguen colaborando, nos entrenan y nos pasan su conocimiento. Es tanto la historia como mirar hacia el futuro. Hay un balance que veo como muy especial”.
El gran maestro Balanchine
Hablando del legado de las generaciones pasadas, confiesa Marianela que le habría encantado poder conocer a Balanchine, cuyas obras considera atemporales. Además, valora mucho el amor que sentía Balanchine por las mujeres y que se manifiesta en sus coreografías de tal forma que hacen sentirse a la propia bailarina hermosa, dice. Interpretar sus coreografías, como sucedió en Brno, es para ella una gran responsabilidad pero también un desafío desde el punto de vista físico, ya que sus obras son muy exigentes.
“Siempre uno quiere lograr cosas nuevas, me quiero seguir superando y crecer y crecer. Pero hay momentos así, me empiezo a poner nerviosa por la función de la noche, me tomo un segundo para pensar que estoy viviendo el sueño que siempre quise de chiquita y cuánto amo lo que hago, cuánto amo mi profesión, cuánto amo la danza, lo bien que me hace, y que soy una afortunada (y me emociono decirlo) de poder hacer lo que amo. Vivir de lo que uno ama es un privilegio de la vida”.
“Hay que parar y confiar en que si uno lo dio todo, trabaja, lo hace con amor, las cosas se dan”.
Marianela Núñez
Junto a Reece Clarke también interpretan otra coreografía de Balanchine llamada Diamonds que, de nuevo, trabaja con la música de Chaikovski, esta vez la Sinfonía número 3. A pesar de que los dos ya han ascendido a la cima de lo que es el ballet actual, nunca se rinden perfeccionando sus capacidades y no solamente las físicas, como explica Reece.
“Ya representar una de estas piezas por una vez es un honor. Pero cuando uno puede volver a los papeles, especialmente las obras increíbles que hacemos como MacMillan o Ashton, puede implementar las experiencias de la vida en una próxima interpretación, lo cual es increíble. No es sólo repetir, sino crecer como persona, mejorar el papel. Es increíble ver este crecimiento, la interpretación y el entendimiento”.
Jiří Kylián, Dios de la danza
Hablando sobre los gigantes que marcan el repertorio de la Royal Opera House, Marianela admite que un gran nombre de la coreografía mundial le falta en su día a día en Londres: Jiří Kylián, uno de los artistas checos más destacados a nivel mundial, autor de más de 80 coreografías, condecorado por la Academia de Bellas Artes en París, al cual la bailarina porteña llama dios.
“El señor es un dios, un dios de la danza. Su trabajo lo dice todo, creo. No lo conozco personalmente, solo lo encontré una vez cuando vino a dirigirnos en los ensayos de Sinfonietta. Me doy cuenta por su trabajo, por su sensibilidad, por su inteligencia, que es un ser especial, es un ser de otro planeta. Poder trabajar con él sería impresionante. Me encantaría verlo en el estudio, como trabaja. Es un ser, un artista especial”.
Conversando en el Teatro Janáček, Marianela también reveló que sentía que tenía un largo camino por delante perfeccionándose como artista. A su vez, sigue soñando y tejiendo planes como, por ejemplo, un día ser directora de una compañía y devolver a la danza todo lo que le brindó. También, dice, le encantaría que alguna vez algún coreógrafo creara para ella una obra completa, un ballet de dos o tres actos. “Pero, sobre todo, seguir bailando por mucho tiempo y seguir mejorando”, resume.
“A veces uno, sobre todo en el mundo en que vivimos, las cosas las quiere rápido, las quiere ya y la vida no es así. Uno puede tener sueños, proyectos, cosas que uno quiere pero no es sobre llegar a este punto, es, justamente, el recorrido. Lo que me llevo es el recorrido. No es que sea todo fácil. Lleva muchísimo trabajo, muchísima paciencia, muchísimo amor, entender los vaivenes de la vida y no querer apurarse. Es fácil compararse con los demás y hay que parar y confiar en que si uno lo dio todo, trabaja, lo hace con amor, las cosas se dan”.
En cuanto a los planes para un futuro más cercano, revela la pareja de bailarines que les espera un 2024 muy exigente y ambicioso, tal y como les gusta. Actualmente, se les puede ver bailar obras como Manon, El lago de los cisnes, una función dedicada a MacMillan o Cuento de invierno.