El curioso castillo con ascensor de Litoměřice
Visitado por Carlos IV y sede de varios monarcas de la historia checa, el castillo de la hermosa ciudad de Litoměřice estuvo mucho tiempo en ruinas. No obstante, diez años atrás, una enorme reconstrucción le adjuntó una moderna estructura que marca un fuerte contraste con su origen antiguo e incluye confortables espacios para exposiciones y conferencias.
Si bien considera que suele gustar a casi todos los turistas, el guía Adam Husák reconoce que la ciudad de Litoměřice es una especie de joya desconocida porque, al día de hoy, muchos checos nunca la han visitado. Sin embargo, la ciudad cuenta con una gran relevancia histórica a tal punto que la primera mención a su castillo, que combina elementos franceses y centroeuropeos, se remonta al año 1359.
“En efecto, la construcción de este castillo comenzó a finales del siglo XIII. Originalmente era más bien un palacio destinado a que el monarca se quedara aquí para inspeccionar la ciudad porque Litoměřice fue, en su momento, la segunda ciudad más importante después de Praga”.
“Litoměřice fue, en su momento, la segunda ciudad más importante después de Praga”.
Esa enorme importancia que Litoměřice tenía en la Edad Media se debía, sobre todo, a su condición de ciudad de paso entre Alemania y Praga, lo cual la convirtió en un bastión estratégico. Verdadero santuario de la actividad vitivinícola checa, a pesar de que durante mucho tiempo estuvo relegado, el castillo de Litoměřice reúne muchas particularidades y está protegido como monumento cultural desde el año 1964.
“Originalmente este edificio ni siquiera estaba terminado y se encontraba fuera de las murallas de la ciudad. Recién se terminó de construir en la época de Carlos IV cuando, además, se ampliaron los límites de la ciudad. Así fue que aquel palacio se convirtió en un castillo y, de hecho, los restos de las murallas originales son todavía visibles alrededor del centro de la ciudad. A Carlos IV, que se quedó por lo menos en dos ocasiones en la ciudad, le gustaba Litoměřice y concedió a su gente el derecho a cultivar uva”.
En la actualidad, luego de haber atravesado una minuciosa reconstrucción, el palacio principal del complejo se convirtió en un centro turístico y multifuncional en el que continuamente tienen lugar distintas exposiciones, conferencias y congresos que dan cuenta, por ejemplo, de la vitivinicultura checa, de la historia de la cerveza local y hasta de las joyas de los monarcas, algunos de los cuales, dicho sea de paso, están muy vinculados a este castillo.
“En este castillo han residido varios monarcas a lo largo de la historia. Entre ellos podemos nombrar al rey Otakar II de Bohemia, a Segismundo de Luxemburgo, que era el hijo de Carlos IV, y Vladislao II de Jagellón, que donó el complejo a la ciudad. En el patio y el edificio que está a la derecha vivían originalmente las personas que lo cuidaban. Así que él se lo dio a la población local, es decir, a los ciudadanos, que podían hacer con él lo que quisieran. De hecho, aquí tenían en su momento ganado, almacenes y hasta elaboraban cerveza”.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el complejo se fue deteriorando. No solo por el intenso uso de que era objeto, sino también por un incendio que tuvo lugar en el año 1655. Ya en el siglo XIX, el palacio interno se transformó en una cervecería y el castillo permaneció durante mucho tiempo alejado del interés de los historiadores. Hasta que, a comienzos de la década del setenta, una investigación liderada por el ingeniero, conservacionista e historiador del arte checo Jan Muk permitió descubrir en su interior, los restos de una antigua capilla que, junto a la mampostería perimetral de piedra arenisca, es uno de los pocos elementos originales que aún se conservan.
“Esa mampostería perimetral original es de un metro y medio a tres metros de espesor, también se conserva un arco ojival, un típico arco ojival gótico que funcionaba como portal de entrada. Y en esa capilla se dice que rezó Carlos IV. Se trata de la capilla original y ahí es actualmente donde tiene lugar la exposición de las joyas de la corona checa. El sótano también sigue en pie y hay un baño original que, lamentablemente, ahora está tapiado”.
Cuenta Adam Husák que todo lo demás era una zona semiderruida que tuvo que reconstruirse con la ayuda de muchos documentos y especialistas de distintos rubros. Luego, con la llegada del comunismo, intentaron construir un centro comunitario, pero antes tuvieron que hacer algunos arreglos más que nada externos y superficiales. Ya en los años ochenta el palacio se cubrió con un tejado gótico y, a finales de esa misma década, todas las actividades de reparación quedaron interrumpidas. Hace recién una década tuvo lugar, entonces, la última gran reconstrucción que requirió más de seis millones de euros de fondos de subvención europeos y casi medio millón por parte de la misma ciudad de Litoměřice.
“La reconstrucción tuvo lugar entre los años 2007 y 2011. Desde entonces, el edificio ha tenido esta forma y, de hecho, se trata del único castillo checo que cuenta con un ascensor”.
Ese curioso contraste entre lo antiguo y lo moderno se plasma también en las propias actividades que tienen lugar en este sitio. Porque lejos de tratarse de un mero castillo decorativo que solo da cuenta de la historia, el de Litoměřice funciona más bien como un centro histórico cultural que, además de mostrar el pasado, también se ha convertido en un centro de actividades muy vital y conectado con el presente. Esa particularidad que bien puede resumirse con la idea de que se trata de un castillo con ascensor atrae, tal como cuenta Adam Husák, a turistas locales y también extranjeros.
“Tenemos muchos turistas de todo el país y muchos también de Alemania. Pero la verdad es que los guías ofrecemos el tour solo en checo y para los hablantes de alemán e inglés repartimos unas hojitas que contienen un texto con la misma información que decimos nosotros. Dicho esto, yo, por ejemplo, he intentado dar el tour en inglés, pero la verdad es que la mitad de las cosas no he sido capaz de decirlas a pesar de que tengo bastante habilidad como angloparlante, porque tenemos que dar cuenta de muchos términos específicos, así que fue todo un reto”.
“En este castillo han residido varios monarcas a lo largo de la historia”.
Aunque hace solo un año que se incorporó al plantel estable de guías del castillo, hace tiempo que Adam Husák viene colaborando en muchas de sus actividades y asegura que le fascina su trabajo. Y a todos nuestros oyentes que estén pensando en viajar a Chequia, les recomienda no dejar de visitar, aunque sea un día, esta ciudad que, además del castillo, cuenta con otros edificios interesantes como, por ejemplo, la Casa del Cáliz.
“La Casa del Cáliz, que está en la plaza, es la mayor atracción de Litoměřice a tal punto que se convirtió en el logotipo de la ciudad. Se trata de algo muy singular. Fue utilizada para reunir a unas once autoridades de la ciudad que subían por las altas escaleras de caracol hasta la cúpula, que tiene una estructura de madera recubierta de cobre. Once personas sentadas allí en lo alto de la cúpula discutían sobre el futuro de la ciudad y hoy se utiliza como un mirador y una gran atracción turística”.
Además de estar ubicada en una de las plazas más grandes del país, la Casa del Cáliz ofrece una vista espectacular. No solo de la parte antigua de la ciudad, sino también de Pokratice, un moderno pueblo conectado a Litoměřice. Es decir que, desde esa emblemática casa puede verse el mismo contraste de épocas que se encuentra también en el castillo de Litoměřice que no deja de destacarse ni siquiera en uno de los países del mundo con mayor cantidad de castillos.