Tócala de nuevo, Aladár

Aladár Lašanský
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Con más de cuatro décadas de experiencia como pianista profesional, desde los años noventa Aladár Lašanský engalana las noches de la emblemática cafetería Slavia con un amplio repertorio que incluye temas románticos, música de cine y hasta composiciones clásicas de Bach o Chopin. En diálogo con Radio Praga Internacional, este entrañable intérprete habla de su cálida relación con el público, de cómo llegó a realizar sus propias composiciones y hasta comparte la experiencia más potente que tuvo en la vida.

“Si realmente quieres tocar, no alcanza con saber las notas, también es necesario el contacto visual, ver dónde está sentado cada uno y con quién habla”.
Aladár Lašanský

Junto a su interior art-decó, el sugestivo cuadro El bebedor de absenta de Viktor Oliva, y sus increíbles vistas del Castillo y el Teatro Nacional, otro rasgo esencial de la emblemática cafetería Slavia es, sin lugar a dudas, la música de Aladár Lašanský. Desde la década del noventa, este magistral pianista viene mostrando su talento a todos aquellos que deciden hacer un alto en su día para probar, en una taza o en una copa, ni más ni menos que el sabor de Praga.

'El bebedor de absenta' de Viktor Oliva | Foto: Ondřej Tomšů,  Radio Prague International

“Como profesional, he estado tocando el piano desde 1969. Pero antes tocaba como aficionado, por ejemplo en Dixieland, en varias bandas, en distintas fiestas… es decir que la práctica que tuve fue bastante extensa: escuché y aprendí mucho, esa fue la base. Pero si realmente quieres tocar, no alcanza con saber las notas, también es necesario el contacto visual, ver dónde está sentada cada persona del público, cómo y con quién habla. Si, por ejemplo, veo que hay un grupo de alemanes o austríacos escuchándome, intentaré tocar algo de su país, se trata un poco de eso”.

Tócala de nuevo | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Además de engalanar las tardes y noches de la cafetería Slavia, Lašanský tocó también con regularidad en otros sitios emblemáticos de Praga como los hoteles Carlos IV y Alcron y la cafetería de la Virgen Negra. Pero cambien o no los escenarios, en sus presentaciones siempre se advierte una intensa y sutil conexión con el público. Él considera que una de las canciones que nunca falla es, por ejemplo, la de la película Doctor Zhivago. En efecto, Lašanský suele tocar temas populares y fácilmente reconocibles como la mayoría de las canciones de cine, aunque su formación musical también le permite incorporar varias sorpresas.

Aladár Lašanský,  el pianista de uno de los sitios más tradicionales de Praga | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Por supuesto, como me gradué en el Conservatorio Estatal, fui ampliando el repertorio a la música clásica que suele tener también mucho éxito. Es que el público no suele esperar que, de repente, empiece a tocar Bach o Chopin... así que se sorprenden gratamente”.

A lo largo de los años y teniendo en cuenta la impresionante fama de la cafetería Slavia, Lašanský asegura que supo tener entre su público a personas de casi todas las nacionalidades: italianos, franceses, japoneses, chinos, búlgaros, rumanos, colombianos, estadounidenses y venezolanos, entre muchos otros. Por supuesto, esa misma diversidad termina incidiendo en su actuación, ya que el contacto con tantos extranjeros también lo lleva a enriquecer su repertorio.

La esquina de la cafetería Slavia | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“También vienen muchos españoles y hasta argentinos. A mí me encanta el tango argentino, para mí es el baile más hermoso y temperamental, una manifestación total del amor es el tango”.

En efecto, uno de los tangos que Lašanský aprendió y que suele tocar regularmente en sus conciertos es La cumparsita, tema compuesto en 1916 por el uruguayo Gerardo Matos Rodríguez con letra de los argentinos Pascual Contursi y Enrique Pedro Maroni. Y a propósito de amor, tan profunda es la conexión de este pianista con su público que, alguna vez, incluso, logró resolver con su música nada menos que una discusión de pareja.

Slavia nocturno | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Sí, realmente pasó una vez, pero no fue aquí en Slavia, fue en el Hotel Palace. Una pareja fue a cenar allí, y mientras estaba tocando me di cuenta de que los dos, de repente, se habían puesto a discutir. Así que, por supuesto, elegí el repertorio correcto con canciones que transmitían sentimientos e historias de amor, al estilo de los Beatles y, de repente, comenzaron a verse bien. Yo de verdad digo que la música te hace acariciar el alma”.

Además de combinar en sus actuaciones música popular y temas clásicos, con el tiempo Lašanský también decidió componer sus propias canciones, algunas de las cuales fue incorporando también a su repertorio. Una de las más bellas se llama Pohádkový sen (El sueño de un cuento de hadas) y se trata de una composición que mantuvo muchos años guardada hasta que un buen día se animó a estrenarla.

“A decir verdad, estudié composición y la verdad que hay bastante competencia así que durante treinta años no escribí nada porque pensé que a nadie le importaría. Pero un día, de repente, se me ocurrió que realmente debía ponerme a escribir, porque por algo había estudiado tanto tiempo. Y no creerías cómo todo se almacena allí en el subconsciente. De repente, me senté al piano y empecé a escribir. Y luego compuse para clavicémbalo, para guitarra, para contrabajo, para órgano, piano... en mi subconsciente había de todo, y así fue como comencé a componer”.

Atardecer en el Slavia  | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

A pesar de acumular tanta experiencia, Aladár Lašanský asegura que lo mejor de su trabajo es que nunca sabe con certeza lo que le deparará el público en cada presentación. Incluso dice que es consciente de que mucha gente tiene la fantasía de que los músicos como él suelen abstraerse de todo para ganar concentración. Sin embargo, afirma que a él, al menos, le encanta que lo aplaudan, que le sonrían y que incluso se acerquen a saludarlo y agradecerle. Sin ir más lejos fue, tal como él mismo dice, un saludo que recibió hace mucho tiempo lo que hoy recuerda como la experiencia más fuerte de su vida.

“Una vez una pareja se puso a discutir y, entonces, elegí el repertorio correcto con canciones que transmitían sentimientos y, de repente, comenzaron a verse bien”.
Aladár Lašanský

“Una vez vino a tocar a Praga el excelente violinista Isaac Stern y un conocido de él organizó aquí una cena. Pero cuando me lo contaron, me dijeron también que estaba harto de la música y, por lo tanto, yo no debía tocar nada. En ese preciso momento me dieron ganas de desaparecer, pero de repente Isaac Stern entró y todos se pusieron de pie… ¿y a adónde crees que fue Isaac Stern? Hacia el músico, por supuesto. Vino a saludar a un colega. Fue una experiencia tan poderosa para mí que viniera a saludarme... Le pregunté en inglés qué podía tocar para él y, luego de ponernos de acuerdo, toqué Kaddish de Maurice Ravel. Los demás simplemente miraban. Fue una experiencia inolvidable porque él era un caballero que podía hacerme apenas un gesto con la mano o algo así, pero lo primero que hizo al llegar fue venir hasta el piano a verme, esa es mi experiencia más poderosa”.

El piano se escucha ya desde la entrada de la cafetería | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Otro gran recuerdo que atesora Aladár Lašanský es haber tenido entre el público nada menos que a Ennio Morricone, un artista al que admira profundamente, tal vez sin tener del todo claro que sus presentaciones suelen generar una emoción parecida a la de la música de Cinema Paradiso en la escena final de los besos censurados.

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