El Palacio de Ferias de Praga provocó la envidia de Le Corbusier
Veletržní palác, el Palacio de Ferias de Praga, fue en su día la obra más grande de su tipo en el mundo. Hoy alberga colecciones de arte moderno como sede de la Galería Nacional.
El veloz desarrollo de la industria despertó la necesidad de que Checoslovaquia estableciera un espacio para lucir sus inventos. El Palacio de Ferias construido en estilo funcionalista fue inaugurado en 1928 como regalo a la República Checoslovaca por su décimo aniversario. En poco tiempo se convirtió en un lugar muy popular entre los praguenses, explica la arquitecta Radomíra Sedláková.
“Incluso se llegó a pensar en construir toda una ciudad de ferias. Se planeaba construir un segundo palacio de exposiciones, un edificio de oficinas, un hotel, e incluso se pensó comunicarla con su propia línea de ferrocarril, ya que pasaba una línea férrea cerca. Pero resultó que los planes eran estupendos, pero la cartera no se llenaba sola. Así que el primer palacio de ferias sigue siendo el último palacio de ferias”.
El mensaje cifrado de Le Corbusier
El edificio funcionalista fue uno de los primeros de su clase en Europa. Su particularidad impresionó a muchos arquitectos de todo el mundo, incluso al maestro suizo-francés Le Corbusier, uno de los exponentes de la arquitectura moderna más importantes. Aunque su elogio se hallaba escondido entre líneas, explica Sedláková.
“Se dice que Le Corbusier condenó la obra diciendo: esto es un edificio, no es arquitectura. Pero si uno lee toda la descripción de su estancia aquí y sus discusiones, se da cuenta de que en realidad lo que tenía era una envidia desoladora, porque decía: ‘¿Cómo es posible que ustedes estén construyendo aquí edificios como este y yo esté construyendo villas familiares?’ Estaba muy ansioso por llevar a cabo una obra similar. En pocos años empezó a construir grandes edificios. No le culpo, mucha gente sentiría envidia por entonces”.
Las primeras décadas del Palacio de Ferias se caracterizaron por una vida social bulliciosa, protagonizada especialmente por las ferias y exposiciones. El edificio albergó también una sala de cine para 650 personas que por entonces era el más moderno de Checoslovaquia. Había varios restaurantes, bufés, una sala de billar y un café con terraza con vistas a Praga.
Pero en 1939, el palacio se convirtió en un escenario lúgubre. Los nazis reunían en el Gran Vestíbulo a los judíos antes de transportarlos a los campos de concentración. Más tarde se dieron cuenta de que no era el lugar más adecuado para sus planes y los trasladaron a un edificio vecino con mayor facilidad para llegar a la estación de trenes Praga-Bubny.
De centro cultural a depósito de papeles
Tras la Segunda Guerra Mundial, el régimen comunista suprimió las actividades feriales y las trasladó a Brno, prosigue la arquitecta.
“El Palacio de Ferias se transformó en un edificio administrativo con depósitos de muestras de pequeñas y grandes empresas, diversas agencias de publicidad, redacciones de revistas y oficinas administrativas de empresas dedicadas al comercio exterior. No funcionó bien, porque el edificio se construyó para ferias, así que surgieron varias ampliaciones y reformas, por supuesto, con materiales rápidos y baratos”.
Este hecho contribuyó negativamente a las fatales consecuencias del incendio, que afectó al edificio en 1974 y del que se salvó solamente la construcción de la obra. La demolición no era una opción, porque el edificio estaba protegido. Las autoridades consideraron convertirlo en un instituto de proyectos, un hospital, residencias de estudiantes o en el Museo del Movimiento Obrero Revolucionario. Pero la idea más conveniente llegó por parte de la empresa Stavoprojekt Liberec, que asumió la tarea por su cuenta sin ningún encargo oficial, explica Radomíra Sedláková.
“La empresa presentó la idea de establecer aquí una galería de arte contemporáneo y resultó que la Galería Nacional mostró interés por adquirir el Palacio de Ferias. En 1978 lo consiguió, dos años más tarde se confirmó definitivamente y comenzó la reconstrucción para establecer en el edificio la Galería Nacional”.
La reconstrucción se prolongó hasta 1995, cuando se inauguraron tres plantas de exhibiciones. La cuarta planta se abrió en el año 2000. El espacio más particular del edificio es la Sala Pequeña (Malá Dvorana), una galería de cinco pisos que termina con una claraboya que ilumina el espacio. Muchos visitantes quedan impresionados por el espacio, afirma Radomíra Sedláková.
“Una vez nos visitó un señor y resultó que era el dueño de un hospital psiquiátrico en Suiza y nos dijo que quería alquilar esta sala. Dijo que era un espacio tan generoso y de proporciones tan perfectas que puede ayudar a la gente a relajarse. Nadie diseñaría un espacio así hoy en día. Cuando lo miras, da la sensación como si fueran las cubiertas de un barco invertidas dentro de la casa”.
Una de las particularidades del edificio es que no dispone de ningún ángulo recto, salvo en las partes que se añadieron después. El motivo es el terreno irregular - para que el edificio parezca regular en un plano irregular, su forma simplemente tiene que ser irregular. La atemporal arquitectura del Palacio de Ferias sigue asombrando a los arquitectos dedicados a la arquitectura del siglo XX.
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