Kofola: “¡Si la amas, no lo dudes!”
Kofola surgió en los años 60 como la variante checa de la Coca-Cola. Sobre todo para las generaciones de los años 70 y 80, Kofola es uno de los símbolos felices de su niñez.
Los paladares checos conocieron el sabor de la Coca-Cola a finales de la Segunda Guerra Mundial con la llegada de los soldados estadounidenses. Circulan historias de que los soldados cambiaban latas de esta bebida “exótica” por cerveza de Pilsen.
Durante el régimen comunista, Coca-Cola y Pepsi eran, prácticamente, inalcanzables. Aunque Coca-Cola se empezó a fabricar en Checoslovaquia en 1968 y Pepsi en 1973, la mayoría de la populación o no tenía acceso a estos refrescos o no se los podía permitir. Se vendían solamente en Tuzex, el único lugar del país donde se podían comprar productos importados y solo se admitían divisas o vales especiales, o en restaurantes de lujo. También su precio correspondía a la situación vigente, una Coca-Cola pequeña se vendía por unas 4,50 coronas checoslovacas, mientras que medio litro de cerveza valía 1,70.
La Coca-Cola fue para los ciudadanos checoslovacos como un sueño, sobre todo para la juventud, que crecía con refrescos de frambuesa o limón nacionales. Hasta que la jefatura comunista ordenó fabricar una alternativa socialista de las bebidas imperialistas en el año 1960, la Kofola, basada en cafeína e ingredientes locales, o como mucho importados de países aliados. De estos tiempos se acuerda también el actual propietario de la compañía Kofola, Jannis Samaras, que destaca que los ingredientes locales desempeñan un papel muy importante también en la actualidad.
“Yo nací en 1971, así que a mí la Kofola me la ponían casi en el biberón. Era una bebida que me compraba por menos de una corona con un canapé en la cantina. Cada vez ponemos más énfasis en los ingredientes naturales y en la salud. Hemos invertido mucho dinero en la marca de “freshbars” Ugo. Nos esforzamos en que nuestros productos se fabriquen de ingredientes locales”.
El responsable de la fabricación de la alternativa socialista de Coca-Cola era Zdeněk Blažek, director del Instituto de Investigación de Plantas Medicinales. Blažek eligió colaborar con el farmacéutico Jaroslav Knap, que se encargaba de hacer tinturas vegetales en la ciudad de Opava. El procedimiento estaba claro: Blažek inventaría la receta y Knap la convertiría en una bebida. Y así fue. Blažek mezcló un sirope ácido y dulce, cuya base eran sirope de frambuesas, hojas de zarza, fresa, frambuesa, canela, regaliz, caramelo, extractos de manzana, cereza y grosella, piel de naranja y otros ingredientes. La receta conlleva 14 ingredientes en total y, actualmente, su contenido exacto lo conocen solo cinco personas.
El sirope hecho por Blažek obtuvo el nombre de “kofo” y era la base de la nueva bebida Kofokola. El nombre, sin embargo, era muy largo y había complicaciones por el uso de la marca “kola”, de ahí surgió el nombre Kofola.
Explica Samaras que la compañía mantiene esa receta original hasta el día de hoy, aunque la competencia ofrece, por ejemplo, versiones “light” que concuerdan con las tendencias del mercado.
“Nosotros decimos abiertamente que no ofrecemos versiones “light”. Por lo general, una persona no consume solo una bebida. Durante el día uno pasa por distintas fases y a veces le dan ganas de beber Kofola y otras veces no. Y cuando le parece que ha tenido suficiente, bebe agua u otra cosa que no le dé la sensación que vaya a engordar. Lo más importante es que las personas mantengan su sentido común”.
La primera Kofola se embotelló en 1960 y pronto se convirtió en una bebida muy popular. Durante los años 60 se conseguían producir hasta 180 millones de litros anualmente. No obstante, no siempre fue fácil conseguir la cafeína que se importaba a cambio de divisas. En aquella época, en la ciudad de Praga había solo un tostadero de café en el barrio industrial de Vysočany. A los expertos se les ocurrió introducir en la chimenea del tostadero una caja que retenía el hollín, que contenía grandes cantidades de cafeína, que luego extraían para la bebida por un procedimiento químico.
El sirope kofo se mezclaba una vez al año para toda la temporada en la ya mencionada ciudad de Opava. Por eso, su sabor podía variar entre los años, según el tiempo y el grado de madurez de las frutas. La mezcla se repartía posteriormente entre 20 fábricas que la convertían en bebida, añadiendo agua y dióxido de carbono. La calidad, sin embargo, también variaba según las proporciones de los tres principales ingredientes. También se podía dar la situación en la que las botellas con Kofola explotaran en los mostradores expuestos al sol debido a una cantidad excesiva de dióxido de carbono.
La bebida pasó por sus momentos más difíciles después de la transición a la democracia en 1989 en Checoslovaquia. El mercado local lo coparon finalmente Coca-Cola y Pepsi, prohibidas durante tanto tiempo. De los 180 millones de litros anuales, la producción bajó a unos 26 millones de litros en 1996. Dos años más tarde se empezó a interesar por el negocio el importador de naranjas y fabricante de refrescos de origen griego radicado en Chequia Kostas Samaras, padre del director actual, Jannis Samaras. Éste comentó para la Radio Checa, cómo surgió la idea de comprar Kofola.
“Era una mezcla de casualidad y destino. Mi papá era agrónomo. En 1990 pensó que las prioridades cambiarían. Entonces decidió partir de su origen griego e importar naranjas de Grecia. No le iba bien. Tanto los hortelanos checos como los griegos le robaban. Pero después empezó a mejorar. Papá se dedicaba a la fruta y verdura y la fabricación de refrescos me la dejó a mí. No termino de entenderlo, yo tenía solo 20 años. Al final llegamos a ser un fabricante de bebidas bastante grande. Y en esa época quebró Nealko Olomouc, compañía a la que le compramos una pequeña empresa de refrescos. Era el fabricante de Kofola, que lo hacía muy mal. Así que agarramos la oportunidad”.
Con la familia Samaras, Kofola consiguió restaurar su popularidad entre los consumidores. El éxito se debe también a la campaña de publicidad, graciosa y nostálgica inventada hace 20 años, que se puede observar en los anuncios de la televisión hasta el día de hoy. Difícilmente encontraríamos a un checo que no conozca el eslogan “¡Si la amas, no lo dudes!”. El triunfo de la familia Samaras también se puede observar en el hecho de que Jannis Samaras fue el primer rostro que se podía observar en la cubierta de la versión checa de la revista Forbes, dedicada a los negocios y la economía.
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