Kris Juggling, el arte en una esfera de cristal
El ilusionista polaco Kris Juggling asegura que le debe a Praga la decisión de vivir del arte contra cualquier obstáculo. Gran admirador del saxofonista checo Vladimír Pinta, sus asombrosos trucos con una esfera de vidrio en pleno centro de la capital checa suelen convocar grandes rondas de espectadores.
Kris Juggling es el seudónimo de un artista callejero afincado en Chequia que realiza trucos de magia y pruebas de equilibrio con una esfera de cristal. Cuenta que empezó a explorar esa vocación hace exactamente una década cuando tenía diecisiete años, a partir de una propuesta de un amigo que hace shows con fuego. Actualmente, está de novio con una checa que también es artista callejera, aunque, en su caso, música. A pesar de que suelen viajar mucho, ambos viven en Praga, ciudad a la que él llegó por primera vez en 2011 y enseguida adquirió una importancia trascendental en su vida.
“Definitivamente, Praga es donde entendí que es posible vivir del arte, que era una gran pregunta que me hacía sobre todo a los veinte años, sobre todo si era posible con el arte callejero, lo cual me parecía muy complicado, estuve seis meses actuando, convoqué a mucha gente que me dejó buen dinero y muchos aplausos. Eso me dio energía y confianza, y la sensación de que convertirme en artista era posible”.
A pesar de que su actuación es completamente distinta, si se le pregunta por un referente, Juggling nombra enseguida a alguien que trabaja muy pero muy cerca, también en el centro de Praga: el emblemático saxofonista Vladimír Pinta, uno de los músicos callejeros más mimados por los turistas de Praga.
“Él, que tiene ochenta años y continúa haciendo su arte y toca de un modo tan hermoso, para mí es un ejemplo y un verdadero modelo a seguir, alguien que envejeció maravillosamente y sigue desarrollando su pasión contra todos los obstáculos... Para mí es un referente en lo que significa no darse por vencido”.
Esa admiración hacia Vladimír Pinta tiene que ver, según cuenta, con el hecho de que si bien es un trabajo que ofrece mucha libertad también es cierto que existen muchas dificultades y restricciones para ganarse la vida como artista callejero, sobre todo en Polonia, su país, pero también en la capital checa donde, en los últimos años, se endurecieron un poco las condiciones.
“De este lado del río puedes tocar en horas pares, mientras que del otro lado solo se puede tocar en horas impares, y solo puedes tocar música acústica y esa es la razón por la que mi novia suele tocar el harpa para adecuarse a las reglas. Y existen varias restricciones, algunas de las cuales las sigo y otras no tanto”.
Cada vez que comienza sus actuaciones, casi inmediatamente una gran cantidad de personas se reúne a su alrededor, atraídos sobre todo por la curiosidad. Sin embargo, Juggling considera que el interés del público se incrementó aún más luego de la pandemia.
“Luego del Covid, la gente está con bastantes ganas de ir a museos, teatros, cines y bregan por el arte de la misma forma que intentan que la vida vuelva a la normalidad... y en lo que respecta específicamente a mí, creo que mi actuación es bastante única y distinta de lo que suele verse, si caminas por Praga vas a ver a varios músicos, en especial guitarristas, y no muchos tipos haciendo magia con bolas de cristal en la mano. Es algo que la gente no vio antes y eso despierta su curiosidad, entonces me dan durante más o menos un minuto la chance de convencerlos de que lo que hago es bueno y merece la pena ser visto”.
En otras palabras, el nivel de exigencia que implica mantener el interés del público es muy alto, y lo obliga a actualizar su repertorio, subir la vara de los desafíos y hasta aprender trucos que le pueden llegar a demandar mucho tiempo, como uno que realiza solo algunas veces y que él mismo se encarga de describir.
“Es un truco que consiste en pasar la esfera de vidrio desde el pie hasta la frente. La verdad que tiene su complicación y me costó más de un año aprenderlo más o menos, pero entre dos y tres años hacerlo correctamente. Ahora me sale un 95% de las veces que lo intento, pero no siempre”.
Explica Juggling que realizar ese truco requiere máxima atención y a veces cualquier tipo de ruido o incluso la luz del sol puede llegar a distraerlo. Por supuesto, él tiene en claro que los errores son inevitables y hasta sirven para demostrar que lo suyo es una actuación verdadera y no una especie de show grabado. De todos modos, considera que durante una actuación de, por ejemplo, seis minutos, dos caídas pueden llegar a tolerarse pero ya tres haría que la gente dejara de creer en él. Por otro lado, también es cierto que, a veces, las distracciones no provienen del artista sino del mismo público.
“Hace unos años había en Praga varias despedidas de solteros y durante una actuación vi que mi audiencia empezaba a reírse, me pregunté si estaría haciendo algo mal y no entendía qué pasaba, hasta que me di vuelta y vi que uno de los muchachos que estaba en una despedida hacía gestos graciosos, pero no fue algo que me molestara, de hecho me causó gracia a mi también”.
Kris Juggling invita a nuestros oyentes a ver al menos un minuto de su show los sábados y domingos a la tarde en la isla de Kampa y algunos días de la semana en el viejo ayuntamiento de Praga, aunque aclara que no puede asegurar que vaya a estar ahí todos esos días. Y esa incertidumbre es, justamente, lo que define, en algún punto, la labor de los artistas callejeros como él.